Capítulo 23

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Narración por Tyler

     Faltaban cinco para las seis de la tarde, era perfecto para llegar al gimnasio de Rey. A parte de que Adrien no lo he visto hace días no he podido saber cosa alguna, Landon va a los entrenamientos aún, no es que me preocupe pero me molesta verle. Siento el móvil vibrar y lo saco sin ver quien es, no quiero morir tan joven.
     —¡Tyler!
     —¿Qué pasa Charlotte?
     —No te veo, ¿dónde estas? —paro mi camino al oír su pregunta.
     —¿Qué pasa me estás preocupando? Dime donde estás.
     —Tu dijiste que en... —escucho ruido, seguro el móvil caer —¡Tyler! —grita y en cuestiones de segundos la llamada acaba.
     Le intento llamar miles de veces pero no lo coge, un mensaje llega diciendo: «Estamos tomando un helado, dice que ya sabes donde.» Maldigo. ¿Estamos? Y si es una jodida broma, la tengo bien merecida ya que ayer quedé en ir por ella y no fui por el entrenamiento. Pero era solo un día, los otros de la semana nos habíamos visto. Aun no entiendo y recuerdo que pasó aquella noche. Quisiera recordar pero nada más todo se borró de la mente.
     Le intento llamar una vez mas pero no contesta, mi corazón late de prisa por mis malditos pensamientos donde pasa lo peor a Charlotte. Conduzco a aquella heladería que tanto le gusta a Charlotte, sin demorar mucho y casi cayendo de la motocicleta, me bajo y la busco. La veo junto a un hombre pero están de espaldas, me sería imposible confundirla, la conozco tanto que si me equivoco me corto un dedo. Me fui a la entrada y cuando me acerqué el tipo ya no estaba. Charlotte giró y corrió a abrazarme. La escuché sollozar y la apreté fuerte mientras buscaba con la mirada pero no veía nada fuera de lo normal.
     —¿Qué pasó?
     —¡Vámonos!
     Caminamos hacia la motocicleta y me paré al lado del río Michigan. Decía que no quería ir a su casa. Aún respiraba costosamente, así que la volví a abrazar.
     —Recibí un mensaje tuyo —empezó a decirme —. Como ayer no nos vimos pues acepté.
     —¿De mi número? —pregunté confundido. Como puede ser mensaje mío si no me he separado del móvil.
     —No, pero decía ser tú.
     —¿Quién era con quien hablabas?
     —No lo se, se sentó a mi lado y me preguntó si te conocía, yo pensé que era una de tus locuras y le dije que sí, me dijo que te tenía que decir que no confiaras en mí, porque dice que soy igual a Julia. ¿Quién es Julia? Reaccionó agresivo al decirle que no sabía de qué hablaba y me tomó por el brazo con fuerza yo...
     Al escuchar su nombre quise perder la cabeza. Odiaba que mi pasado estuviese regresando a mí. Ahora me pregunto, ¿quién era ese tipo y porque sabe de ella y de Charlotte? Quien sea que era sabía perfectamente de mi vida pasada y de ahora.
    —Te llevo a casa, sube.
     Charlotte se negó, sabía que quería respuestas pero yo odiaba tener que contar mi pasado y mas, darle explicaciones a alguien. 
    —¿Quién es Tyler? ¿Por qué no debes confiar en mi?
    —¡Sube maldita sea! —perdí la paciencia en cosa de segundos. Lo que no quería era que le hicieran algo y para eso debía estar alejada de mi, quería saber que estaba pasando en mi maldita vida como para estar aguantando el interrogatorio de Lott.
     Se subió y al llegar a casa se bajó enfadada, la tomé  del brazo pero no se giró a verme, simplemente respondí a una de sus preguntas.
    —Es el nombre de la mujer que me dió la vida.
     La solté y me fui, quería saber tantas cosas y no me quedaría con los brazos cruzados esperando respuestas. Tomé unas pocas cosas y me dirigí al aeropuerto. Pagué el primer vuelo a los Ángeles que salía en media hora y esperé. Al llegar era ya tarde, me subí al primer taxi que encontré y recordé las calles del lugar donde  viví tanto. Di la dirección y en quince minutos ya estaba allí, parado frente a la casa de mis padres.
     Estaba descuidada, sucia de las paredes, con el monte llenando el jardín de frente y el de atrás debe estar peor. El columpio de madera que colgaba en el árbol que estaba frente a la casa, estaba roto por la mitad. Mi padre lo había hecho para mí. El recuerdo de ella, de Julia meciéndome en el, viene a mi mente, cuando mi padre nos acompañaba y a los minutos ella desaparecía. Había olvidado sus recuerdos buenos, recuerdos que ella se encargó de ensuciar.
     Siento como alguien se me acerca, me giro y veo a una señora algo vieja, junto con una chica demasiado atractiva, cabellos negros.
     —¿Eres tú? —me pregunta la anciana —, ¿eres Tyler?
     —¿Quién es usted? —contesté con otra pregunta. Como era que sabía mi nombre.
     —Vivo en esa casa —dijo señalando la casa que está alado derecho de la de mis padres. —soy la señora Regina, ¿no me recuerdas?
      Negué, no la recordaba. Solo un vago recuerdo de una vecina.
     —Pues soy su vecina,  hace tiempo espero que vengas.
     —Creo la recuerdo, ¿qué es lo que quiere?
     —Cuando murió tu padre me dejó esto. —Me dio un papel, lo abrí, era un testamento por lo que leí. El testamento de mi padre —, no se que motivo tuvo para no dejarlo con tu madre, y bueno por algo confió en su prima. —Levanté las cejas, recordaba muy escasamente a esa señora, viajaba mucho y ahora era mi tía. —Robert nunca me reconoció como su familia, cuando se casó con tu madre todos le dieron la espalda, era muy joven y ella mayor. No tanto pero algo, cuando yo quise hablarle y decirle que yo lo apoyaba él no quería saber nada, cuando naciste insistí en conocerte. En ese tiempo que me enteré estaba embarazada tu madre me mudé aunque el lo desaprobó. Ya estaba aquí, no cambiaría de idea. Naciste y fue entonces que el se ablandó y me volvió a ver como su familia, yo era la mayor de sus primas, ya que no tuvo hermanos me quiso como una hermana y eramos inseparables en la juventud hasta que llegó Julia. 
    —¿A qué viene esto?
    —Sabía que algún día volvería a verte, eres igual a él. Miraba por la ventana como lo hago siempre en tu espera y aquí estás.
     —No se que decir...
     —No debes decir nada, mi trabajo está hecho. Puedes hacer con tu casa y acciones lo que desees. Pero si me quieres visitar, amaría volver a verte.
     —¿Qué acciones?
     —Cuando tu abuelo dió la espalda a Robert no lo dejó en total pobreza, él tenía acciones en su empresa constructora pero como no quería saber nada de la familia no les dio uso. Mi familia no corría con la misma suerte de ustedes, no eramos ricos como tu abuelo Robert. En la familia Graig las mujeres no somos muy bien recibidas para los negocios. Ahora los dueños de las otras acciones son tus primos y algunos tíos. Él esperaba que las vendieras o lo que quisieras con ellas pero que recordaras algo. —Me dio una carta, el papel se veía ya amarillo, no entendía. ¿Cómo mi padre se había preparado para su muerte sin saber que le iba a pasar? ¿O si lo sabía?
     —No deseo nada de esto. —le di los papeles pero se negó a tomarlos.
     —Son tuyos, y por cierto ella es tu prima Vanessa, mi hija murió al dar a luz y ella se quedó conmigo. Espero algún día se lleven tan bien como Robert y yo.
      —Un gusto, pero no planeo regresar. —Le di la mano en forma de saludo. Me di la vuelta y me alejé. Habían sido muchas revelaciones, mi padre dijo que no tenía familia y ahora la tenía aunque no la quisiera. Ellos le habían dado la espalda a mi padre no veo el porque yo hablarles.  Miré el sobre y en la parte de abajo decía: Cuando estés listo para amar, lee.
     Claro que no estaba listo, no sabía lo que era amar.
     Me quedé en un hotel, pensé en llamarle a Charlotte pero ella estaba lo suficientemente enfadada como para coger mi llamada. Dormí y al despertar me exalte al recordar la noche anterior. 
    Miré el papel de las acciones. Constructora Graig. Tomé mis cosas y pedí al taxi que me llevara a ese lugar.  Al llegar entré al gran edificio, me tenían que dar un pase y decir mi nombre para poder hablar con alguno de los dueños.
     —¿Nombre?
     —Tyler Graig Davis...
     —¿Señor Tyler?
     Asentí, supongo si me tenían presente que existía. Prefería señorito.
     —Es un placer verle, tengo dicho que nada más ponga un pie aquí llame al consejo de accionistas.
     La mujer se pone a hablar y puedo ver en su gafete que también es una Graig.  Me imagino a todo el personal familia. Terminando de hablar me hace subir un elevador con ella, hasta que llegamos a una sala de juntas. En cuestiones de diez minutos la mesa de unas doce personas se llena.
     —Bueno, como verán los consulté a esta junta por las razones de un nuevo socio. En realidad es porque ha decidido acceder a la empresa. Damos la bienvenida al nuevo Graig. Yo soy tu tío Demián, primo de tu padre.
      —No voy a tomar el control de esas acciones. —Dije apenas acabó de hablar aquel hombre mayor. Era el único mayor. Los demás eran como de mi edad, unos mas mayores. Claro que no era mi familia, si lo fuera hace mucho me hubiesen buscado. Maldita hipocresía.
     —¿A que se debe esto, Tyler? —preguntó el mismo hombre.
     —A que deseo pasar mis acciones a Regina Graig.
     —Las mujeres no son aptas para dirigir la empresa. Las acciones de tu padre son de las mayores.
     —Eso es lo que quiero, solo vine para verle la cara a las personas que le dieron la espalda a mi padre.
     —Tu padre tomó la peor decisión. —Contradijo el tal Demián.
     —Tal vez, pero ustedes eran su familia.
     —Fue la decepción de nuestro tío, a que no te das cuenta de los nombres. Se llamaban igual, el decía que desde que vio a Robert nacer supo que iba a ser quien llevaría a la cima la empresa. Mas se equivocó ya que apenas esa mujer apareció dejó caer la empresa con sus malas decisiones.
      —Esa es mi decisión. —Sentencié y salí de ese lugar de idiotas. 
     Fui a la casa de aquella mujer que decía ser mi tía y le expliqué lo que había pasado, dijo que tenía que pensar bien las cosas. Llamó a un Licenciado llamado Jorge Peterson que dijo Regina era el que le llevó muchos años hasta su muerte el papeleo a mi padre. Todo quedó en que ella tomaría mis acciones hasta que yo quisiera regresar y hacer uso de ellas. Pero claro que no regresaría, seguro Vanessa la ayudaría ya que se notaba muy interesada en el asunto, mas que eso, fascinada.
     Y de todas formas no creía ser capaz para eso, siempre me fueron bien las cuentas pero no había podido acabar el bachiller. Me fui al aeropuerto, tomé un vuelo y antes de salir me llegó un mensaje: «Te vas olvidando a lo que viniste»
     Maldije, era verdad vine a buscar sobre Dexter y me voy sin saber algo de eso. Me sentía estúpido por estar siendo seguido sin darme cuenta. Como maldita sea me estaban siguiendo cada uno de los pasos. Al llegar tomo un taxi, llego al departamento y me doy una larga ducha. Tenía que enfriar las ideas, no sabía que había hecho pero lo hice. Ese tal Demián estaba mas que dolido contra mi padre. Se notaba su envidia. Sin hablar de esos primos míos. En cuanto a la casa no sabía que hacer con ella. Regina dijo que podría rentarla o venderla. Pero no sabía que en verdad quería deshacerme de ella. 
     Tenía ganas de platicarlo con alguien, pero no sabía quien era la persona adecuada. Después de tanto pensar, me vestí y salí en la motocicleta. Maldito bastardo de Carlos no me había llamado en lo absoluto. Como los padres de Allison ya no la cuidaban ya vivía en la calle con ella, o mas bien en la cama.
     Me acerqué a la casa de Charlotte y al verle salir algo se encendió en mi. Por el hecho de que salía con el tal Patrick. Esperé un poco hasta que fue lo suficientemente hiriente para ver. Me sentía tan mal de verla besándose con ese tío. Y tan solo en ese momento llegué a la deducción de que aparte de egoísmo, me estaban comiendo los celos. Estaba sintiendo celos por mi amiga. Unos malditos celos mas grandes que mi ser.

 Unos malditos celos mas grandes que mi ser

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