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El sábado por la tarde, había quedado con Amber para ir al cine. A ella le hacía mucha ilusión ver la nueva entrega de la serie Divergente y a mí, lo último que me apetecía, era pasarme dos horas sentada en una incómoda butaca.

Amber conducía su coche, algo que rara vez tenía permiso para hacer. Ya se había adentrado en el recinto de la mansión Perkins y me esperaba con impaciencia frente a la puerta principal.

-Señorita Perkins, la señorita Fuller hace más de quince minutos que ha llegado, y me a pedido que le diga que le ruega qué sé dé prisa. Si no baja de inmediato se perderán el inicio de la película- me advirtió el ama de llaves desde el otro lado de la puerta.

-¡Dile qué ya bajo, Karen!- le aseguré.

Yo todavía estaba en el interior de mí dormitorio tratando de decidirme por uno de mis vestidos. Me había pintado los labios con carmín del color de las cerezas maduras, y me había aplicado un poco de rímel y colorete, con  intención de acentuar mis pómulos.

Una vez me hube calzado el zapato de tacón de aguja que me faltaba, sonreí mientras repasaba mentalmente el plan que había urdido. Le propondría a Amber que me llevase al apartamento de Spencer. 
Necesitaba hacerle comprender que, cómo me apellidase, no tenía nada que ver con cuanto le quería. Le amaba y no iba a consentir que nada nos separase.

Cuando me dispuse a atravesar el pasillo para acceder al hall, mi tío me llamó la atención con intención dé qué me detuviera.
¿Qué es lo que ocurría? ¿Falda demasiado corta? ¿Escote demasiado pronunciado? ¡Tierra trágame!

-¡Emily!- me nombró mi tío.

-¿Sí, tío Howard?- le pregunté temiéndome lo peor.

-No quería perder la oportunidad de  decirte lo preciosa que estás esta noche- aseguró.

¡Vaya! ¡Menudo peso me acababa de quitar de encima!

-¡Gracias, tío Howard!- le contesté.

-Emily... la semana que viene cumples dieciocho años. Tendríamos que empezar a organizar tú fiesta. Creo que vamos algo justos de tiempo.

-Tío Howard, este año me gustaría festejar mi cumpleaños de un modo más íntimo. ¡Mis compañeros todavía comentan mi decimoséptimo cumpleaños!- le expliqué.

-Una celebración íntima... me parece bien. Y dime, ¿Qué es lo que quieres que te regale?

-Pues no sé. Tengo todo lo que deseo. No hay nada material que me apetezca poseer- dije pensando en cómo me gustaría que mi padre viviera, y que mi madre hubiera querido permanecer a mi lado, para que así ambos pudiesen pasar el día de mí cumpleaños avergonzándome con anécdotas de mi infancia. 

-No quieres una fiesta... No quieres un regalo... ¿Va todo bien, Emily?- me preguntó preocupado.

-Todo va bien- le aseguré antes de marcharme.
Amber estaba haciendo sonar el claxon insistentemente con intención de hacerme salir de inmediato.

Ya dentro del coche, traté dé qué Amber se apiadase de mí.

-Amber, he quedado con un chico...

-¿Con un chico? ¡Me prometiste que me acompañarías a ver la película! ¡Llevo meses esperando a que la estrenen!- me recriminó.

-¡Lo sé! ¡Lo sé! He pensado que podríamos ir a recoger a Brad y que él te acompañase a ver la película- le sugerí.

-¡Brad odia ese tipo de películas! ¡Me obligará a ver una estúpida película de superhéroes!- protestó Amber.

-Amber, ¡por favor! ¡Necesito ver a ese chico! Creo que me gusta de verdad...

-¡Oh, Emily! ¿Te has enamorado?- me preguntó con la dulzura del algodón de azúcar.

-Creo que sí- confesé.

-Esta bien. Te llevaré a tu cita, pero me deberás una- me advirtió.

-¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!- exclamé a la vez que le cubría el rostro de besos.

Después de recoger a Brad, Amber condujo hasta la dirección que le indiqué. Por supuesto no era exactamente la de Spencer. No podía desvelarle que el chico con el qué mantenía una relación era el profesor de literatura.

Me bajé del coche en una calle cercana a la que se encontraba el apartamento de Spencer y me acerqué a un edificio fingiendo presionar uno de los botones del interfono.
Cuando Emily se hubo alejado, me dispuse a acudir a casa de Spencer. Él no esperaba mi visita, así qué crucé los dedos esperando que tuviese la suerte de encontrarle allí.

SEDUCIENDO A MI PROFESORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora