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¡Por fin había llegado el día de mí cumpleaños!

Pero al despertar aquel jueves de octubre, no me sentí diferente. No noté el peso de una mayor responsabilidad sobre mis hombros, ni una madurez más consolidada.
Lo único que pareció desarrollarse, fue mi imaginación, que hizo volar mis pensamientos a un lugar dónde Spencer se despertaba en la cama junto a mí.

Su imagen estaba tan nítida en mí mente, que parecía tenerle delante. Rememoraba su rostro con un gesto entre la excitación y el cansancio, fruto de uno de nuestros intensos encuentros sexuales. Parecía poder notarle dentro de mí, cómo si pudiera sentir su grande y duro miembro hundiéndose en mi interior.

Excitada, deslicé mi mano por mi pecho atrapando uno de mis pezones con los dedos. Y lo estimulé hasta que se puso erecto. Noté cómo me humedecía pensando en él.
Dejé que mis dedos jugasen con mí clítoris. Lo masajeé con movimientos circulares, lo pellizqué, y tiré de él. Mis fluidos ya empapaban mi entrepierna. Mi sexo palpitaba.

Fantaseé con que mis dedos eran los de Spencer. Imaginé que eran sus dedos los que se introducían en mi vagina. Gocé con mis propias caricias, que resultaban certeras y complacientes. Pensé en él a cada instante, y visualicé cómo me poseía.

Mis caderas iban al encuentro de mi mano. Y aumentaba el ritmo de mis estimulaciones para acto seguido ralentizarlo. Presionaba en mi interior con fuerza para acto seguido  hacerlo con delicadeza. Me daba lo que más me complacía en cada momento. Jugaba a ser egoísta conmigo misma.

Con cada contacto, me acercaba más al éxtasis y, sin más demora, alcancé el más sublime de los placeres. Sentí cómo un avasallador orgasmo tomaba mí cuerpo y hacía convulsionar mi espalda, para acabar haciendo temblar mis piernas. Mi boca liberó un gemido de satisfacción, que llenó el vacío de mi cama.

En ese momento, sólo se me ocurría una mejor manera de empezar el día. En ella estaba implicado Spencer, por supuesto. Estaba implicado hasta el fondo del asunto, pensé con una pícara sonrisa dibujada en el rostro.

SEDUCIENDO A MI PROFESORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora