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Para cuando bajé del coche, en el interior del recinto de la academia Perkins, Amber ya me esperaba frente a la escalera del edificio principal. Lucía una amplia sonrisa.

-¡Felicidades!- exclamó en cuanto descendí del vehículo.

 Acto seguido, me abrazó con ímpetu y me entregó una bolsa de una exclusiva joyería. En su interior había un pequeño paquete envuelto con detalle. Amber esperó con impaciencia a que lo abriera.

En el momento en que lo hube desenvuelto, me quedé boquiabierta. La diminuta cajita contenía una lujosa pulsera que tenía una dedicatoria grabada en su dorso: "Emily y Amber amigas para siempre". 

Cuando elevé mi agradecida mirada en busca de sus ojos, Amber me mostró su muñeca. En ella lucía una pulsera idéntica a la que me había regalado, y tenía grabada la misma leyenda. 

-¡Gracias Amber! ¡Es preciosa!- aseguré, y la abracé con todo mí corazón.

En aquel instante, me asaltó una desagradable sensación. No estaba siendo sincera con ella. No me estaba comportando cómo una buena amiga.

Amber siempre había sido mí confidente, era la hermana que nunca tuve, mí mayor apoyo.
Me reconcomía por dentro el echo de estar ocultándole mi relación con Spencer.
Porqué el no poder compartir con ella que estaba tan enamorada como nunca había estado, que sentía que había encontrado al hombre de mí vida, me dolía en el alma. Pero mantener la relación en secreto era lo único que podía hacer si quería conservarla.

Hoy no tenía clase de literatura y no me había cruzado con Spencer por la academia ni de casualidad. Únicamente recibí de su parte un escueto mensaje de felicitación, que  iluminó mi corazón. Amaba cada una de las letras que me había dedicado. Cada palabra parecía poder tener el poder de acariciar mí alma.

Por ser el día de mí cumpleaños, mí tío me liberó de la obligación de acudir a las clases de equitación.
Es su lugar, tenía permiso para pasar la tarde en el centro comercial, Charleston Town Center, en compañía de Amber.
Mí mejor amiga y yo teníamos gustos parecidos a la hora de vestir, y nos habíamos decidido por lucir sendos vestidos estampados y vaporosos combinados con botas camperas de tacón.

Nada más adentrarnos en el recinto, Amber sintió la necesidad de acudir al baño. Yo la esperé frente al escaparate de una zapatería. En él se exponían decenas de zapatos a cada cual más precioso. ¡Todos eran objeto de mí deseo!

Mientras centraba toda mí atención en un par de ellos, negros y con tacón de aguja, alguien se me acercó por detrás. Y aunque se mantuvo a una distancia prudencial, estaba lo suficientemente cerca como para que pudiera escuchar lo que tenía que decirme.

-¡Felicidades, nena!- susurró.

-¡Spencer!- exclamé con una sonrisa.

-¡No te gires!- se apresuró a ordenarme- Ahora iré a dar una vuelta, dentro de una hora te espero en la salida de emergencia de la planta baja.

-Allí estaré- aseguré ruborizada.

Cuando Amber regresó del baño, yo apenas podía disimular la sonrisa de satisfacción que lucía en mi rostro. Acompañé a mi amiga de tienda en tienda. Alagué cada prenda que me mostraba y sonreí a cada uno de sus comentarios, pero toda mí atención ya no estaba con ella.
Mí cabeza esperaba impaciente a que Spencer acudiera a la salida de emergencias.





SEDUCIENDO A MI PROFESORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora