Capítulo 8: Kokoro roto.

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Madison pensó que lo mejor era no regresar con Megadeth hasta que la rabia por haberlos maquillado se les haya pasado, así se salva de cualquier problema. Aceptó en visitar a Skid Row, banda que le apasionaba bastante su música tanto como el físico de sus integrantes.

- ¡AYYYY WEONA, ESTÁN MÁS WENOS QUE EL PAN CON SHANSHO! -chilló emocionada en la van- ¡¿CUÁNTO FALTA PARA LLEGAAAR?!

- Recién salimos del hotel, señorita -contestó algo de mal humor, el conductor-. Tenga un poco de pacien...

- ¡PACIENCIA IGUAL COMO CANTAN LOS GUNS AAAHREEE!

- Sí, sí... -rodó los ojos.

Se fue tambaleando de un lado al otro para matar el aburrimiento y tratar de controlar el hype que aumentaba a cada segundo, ¿y cómo no? ¡Si iba a conocer a una de sus bandas preferidas! Apenas localizó la residencia a la distancia, ni dejó que el chofer frenara o algo, abrió la puerta y se lanzó de hocico al suelo. Chilló en emoción por milésima vez en el día, le levantó el dedo de en medio al conductor que le gritaba que tuviera cuidado para la próxima.

Tocó el timbre, demostrando lo desesperada que andaba y apenas alguien fue a abrir la puerta, saltó para darle un abrazo.

- ¡AY, RREICHEL, MI HAMOR! -lo apretujó harto.

- Ugh, ¿quién eres? -consultó el bajista de Skid Row, algo sacado de onda por tener a una desconocida encima.

- ¡Tu fan namber guan! -lo soltó y se echó bruscamente para atrás.

Una mata de pelo suyo estaba enredado en el piercing del muchacho, al echarse para atrás, la mata fue arrancada, dejándole a Rachel un bigote postizo de "oro".

- ¡Agh! -se quejó, sobándose el cuero cabelludo porque dolió bastante.

- Ah... ¿qué? -acarició el mechón que su piercing arrancó, lo retiró con cuidado- ¿Te conozco de alguna parte, disculpa? Es que no te recuerdo... ¿Groupie?

- ¡Groupie y amante si deseas, mi amor!

- Ya, ya, pero no me grites que estoy enfrente tuyo... -suspiró- ¿Lo quieres de vuelta o lo boto no más? -hizo referencia a que en sus manos se hallaban los cabellos rubios.

- Quédatelo, mi amor -guiñó de manera sensual, aunque pareció más bien un tic nervioso.

- Oh, vale, vale... -frunció el ceño- Por cierto, este... ¿quién e...?

- ¡Soy yo!

- ¿Qué vienes a buscar?

- ¡A ti!

- ¡Ya es tarde!

- ¿Por qué?

- Porque ya no me sé más de la pinche letra, ya, fuera de jodas, ¿quién eres, rubia, y qué haces en esta casa? Dices que eres groupie -alzó la ceja-, ¿no? ¿Te conocimos en el pasado?

Negó.

- ¡Soy tu fan, weunah! ¡Te amo! -chilló casi tiritando.

- Oh, vale, quieres ñaca ñaca y luego un autógrafo, ¿cierto?

Asintió desesperada.

- Ya, el autógrafo te lo doy, pero lo otro... um, eso lo tengo que pensar bien, kirida -guiñó.

- ¡Ay, no me jodas!

- Las necesidades fisiológicas se anal-izan con tío Sebas.

- ¡AYYYY SEBASTIAN!- gritó, todavía temblando como chihuahua en celo.

- ¿Me llamaban? -se asomó el rubio- ¿De qué me perdí, shavos?

- Pues esta fan-groupie o lo que sea, dice que quiere autógrafo y ñaca ñaca.

- Sorry, Snake no ha comprado forritos y ya probamos ayer con la bolsa del pan.

- No funciona -comentaron los dos chicos a unísono, decepcionados.

- KHÉE''EÉÉÉÉ'-exclamó DESEPSIONADAHH-. Pe-pero... ¿Y Scott? ¿O Rob? ¡O ustedes! ¿XQ NO COMPRAN? ¡NO VEN QUE ERA LA OPORTUNIDÁH DE MI BIDAAAH! -exclamó dramática.

- Te podemos firmar las shishis, regalarte un tequila y darle una patada en las bolas a Snake por eso.

Fingió meditarlo para no verse tan necesitada en el asunto, poniendo los ojos chinos, rascándose la barbilla y con una mueca que dice "trato de verme culta", tras harto rato de silencio incómodo, declaró lo obvio:

- Acepto.

Y entró a la casa. Sólo estaban ellos tres, por el momento.

Le firmaron las tetas, le regalaron el tequila que también autografiaron, entretanto se sentaron en los sofás del living para dedicarse a charlar, no más para perder el tiempo y evitar silencios incómodos. Además de agregar relleno a la historia, ya saben, hay que completa un cierto número de palabras para que patata sea igual a la hipotenuza de pi.

- ¡Muy buenas, criaturitas del señor! -gritó Dave "Snake" Sabo cuando entró a la casa.

- ¡Yo le agarro el brazo izquierdo! -alzó la voz Sebastian.

- ¡Y yo el derecho! -prosiguió Rachel.

Corrieron como putas para hacer lo que tenían planeado, con mucha rabia digna de una menstruación, Madison primero calentó la pierna pateadora, con algo de dolor de chocho, pronunció:

- Lo siento, mi hamor, Dave, en serio... ¡Pero eres un hijo de puta por no comprar condones!

Y con eso se puso a patearle el entrepierna como si de un taladro de tratara, entretanto el otro no pudo evitar dejarse caer al suelo, dolorido, por pena sus compañeros lo soltaron y se sobó sus partes íntimas que pareciera como si se le quemaran por el ardor.

- Mi kokoro nunca olvida, Snake, ¡nunca! -se quejó y se colocó de rodillas para besarle la mejilla-. Regresaré algún día, ¡algún día!

Cogió su bolso, donde estaba el tequila. Metió adentro en un movimiento ninja un par de accesorios decorativos que podía vender por mucho dinero, y huyó como pudo. Ya se le iba a hacer una costumbre eso de huir después de cagarla.

A la distancia localizó la van e hizo señas, se subió, pidió que aumentaran al velocidad y... procuró no regresar con ellos hasta un buen tiempo más, que toque el grupo que toque, ella iba a formar salseo, pero del bueno y no le importaba qué consecuencias sufrir. Excepto con Skid Row, ella los adoraba y comenzaba a arrepentirse de partirle la jeta a Dave Sabo.

Metal Fights! (Grunge, Glam & Thrash Metal Bands)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora