Capítulo 2

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Tanto el dueño de ese lugar, como Isabella y Thomas posaron sus miradas incrédulas en ella.

Su hermana abrió la boca para protestar, pero Axel la hizo callar de inmediato.

— Tu en lugar de ella —recapacitó él en un tono burlón y lleno de ironía. Estaba claro que no se esperaba esa propuesta de parte de ella—. ¿Y qué puedes ofrecerme tú que no tenga tu hermana? —quiso saber unos segundos después.

Axel se tensó. Sí, ¿qué podía ofrecerle ella? Era virgen aún, ya que ella y su prometido habían hecho una promesa antes de prometerse uno con el otro. No tenía ni la más mínima idea de cómo tratar a un hombre en ese aspecto, pero si quería sacar a Isabella de ese lío tendía que mentir lo mejor que pudiese.

— Experiencia —no era la mejor actriz, pero estaba segura de que había sonado al menos convincente ya que Isabella la volteó a ver como si estuviera loca.

Por su parte, él se estaba observándola nuevamente de pies a cabezas, como si fuese un producto que le interesara comprar pero que no estaba del todo seguro de querer o necesitar y unos segundos después, finalmente abrió la boca.

— Acepto. Tu hermana se puede ir en este mismo instante. Vamos —ni siquiera le dió tiempo de digerir la noticia de que su hermana era libre al fin cuando ya estaba exigiéndoles​ a ella iniciar con su pago. Axel empezó a temblar. ¿En qué rayos se había metido?

— No, no, no Axel...

— Vete —le pidió a Isabella.

— No te voy a dejar.

— ¡Dije que te vayas! —gritó, presa del pánico, la voz le temblaba, estaba a punto de un colapso nervioso. El hombre alzo las cejas al oírla gritar—. No le digas ni una palabra de esto a mamá ni a Billy ni a nadie más, ¿entiendes lo que te digo?...

Isabella sabía a quién más se refería ella. Kevin, su prometido.

...Limpia ese maquillaje de tu rostro, cámbiate de ropa, toma el autobús y vete a casa —abrazó con tanta fuerza a Isabella que tuvo miedo de flaquear en su decisión y salir corriendo de ese sitio.

— Perdóname. Te prometo que te sacaré de esto —Bella tomó sus manos y pudo sentir su temblor.

— No hagas nada más, por favor. Ya tomé una decisión. Vete.

— Yo la llevaré —se ofreció Thomas, alejando a ambas hermanas y guiando a Isabella por una puerta que no parecía la salida.

— ¿A dónde la lleva? —Axel estaba asustada de perder de vista a su hermana.

— A que se lave la cara primero y luego a que vaya por sus cosas —le aseguró el hombre.

Axel debía confiar en él, pues no tenía más opciones.

— Gracias.

— No tengo todo el tiempo del mundo, señorita Alwood. Camine —el hombre dio la orden y empezando a subir las escaleras en forma de caracol.

Axel vaciló por unos segundos, pero igualmente lo siguió, más muerta de miedo que antes. No podía creer lo que estaba a punto de hacer con un desconocido. Parpadeó con rapidez para evitar que las lágrimas salieran de sus ojos, pero sin importar su esfuerzo, de todas maneras, salieron. Agradeció que él le estaba dando la espalda y no la estaba viendo llorar debido al pánico e impotencia que sentía. Rápidamente las limpió.

— ¿Acaso quiere que...? —intentó hablar más pero no pudo, el nudo en la garganta no se lo permitía.

— Dijiste que eras una experta, ¿no es así? —ni siquiera se molestó en voltear a verla y continuó con su andar.

Quédate a mi Lado✔ (Parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora