Capítulo 33

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-¿Ya miraste allí abajo? ¿Estás segura de que está allí?

-Acabo de mirar –mi madre abrochó el único botón que tenía mi vestido- está allí de pie delante del altar.

-¿Pero estás muy segura de que era él?

-Cariño, relájate –ella se colocó frente a mí y puso sus manos sobre mis hombros donde descansaban dos finas tiras de encaje de las mangas del vestido- Todo saldrá a la perfección, ya verás.

-Está bien –respiré profundo y solté el aire despacio- Estoy algo nerviosa.

-No me digas –rio ella- Una solo se casa tres o cuatro veces en la vida.

-¡Mamá!

-Solo bromeo... a medias –sacudió la cabeza- Pero yo sé que lo tuyo con Jamie es para siempre.

-¿Tu pensaste eso con alguno de tus maridos?

-Con todos y cada uno de ellos –su mirada se tornó seria- Y no me importa pasarlo una vez más, el amor vale todos los sacrificios hija.

Instintivamente intenté tocar el tatuaje de mi nuca que tenía a juego con el de mi madre, pero temí que se enredara con el velo y bajé la mano.

-Necesito hablar con él mamá –comencé a pasear de un lado a otro- Solo, necesito escucharlo.

-Te vas a poner a sudar –la voz de mi padre vino de la puerta.

-Lo siento –me detuve- Pero de verdad quiero hablar con él.

-¡Oh por todos los cielos! –Mi mamá alzó los brazos y los dejó caer- Dame un minuto.

Salió cerrando la puerta de un portazo y suspiré, a la mierda las tradiciones, si no escuchaba la voz de Jamie sufriría un aneurisma.

Miré el reloj de la pared en la habitación, faltaban cuatro minutos, me miré en el espejo y sonreí, todo parecía estar en orden: me habían hecho un precioso recogido de lado y me habían puesto una diminuta tiara de flores plateadas que sostenían el velo, pero después de la ceremonia me lo arrancaría y me sacaría los enormes tacones blancos, pensaba bailar toda la noche con mi futuro marido; el vestido me sentaba como un guante, había sido el regalo de Stella y Antonio hecho en España el encaje más hermoso que hubiera visto, me ajustaba hasta las caderas y después caía con unas ondas ligeras hasta el piso, llevaba un collar plateado alrededor del cuello herencia de mi abuela y un brazalete a juego, regalo de mi padre... y el liguero que llevaba debajo era regalo de mi madre.

Me sentía preciosa.

Tomé el tubo de labios color rojo para retocármelos pero entonces entro mi madre, espere ver a Jamie detrás de ella pero en lugar de eso me tendió su móvil.

-Un minuto, tenemos que bajar ya.

Volvió a salir y suspiré, hubiera querido sentarme pero metía arrugar el vestido.

-¿Jamie?

-¿Todo bien, cariño? –Suspiré de puro alivio- ¿No te estarás echando atrás?

-No, solo quería... asegurarme de que estuvieras allí.

-Ah, esa desconfianza me rompe el corazón –soltó una risita.

-Confío en ti pero... estoy nerviosísima ¿Crees que me tropiece con la alfombra? ¿Y si olvido mis votos?

-Todo saldrá bien Dakota, te lo juro –carraspeó- Ahora ¿qué te parece si bajas? Toda la gente me mira raro por estar hablando por el móvil.

-Pues sal de allí.

Ours |Jamie y Dakota| IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora