Capítulo 31

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¿Qué sacamos de esa noche? Absolutamente nada, solo ponernos más molestos por la falta de sueño, además de descubrir que, posiblemente, éramos más diferentes de lo que nos esperábamos, no habíamos logrado acordar nada, aunque la brecha entre nosotros ya no era tan grande sentía que ambos ahora necesitábamos algo, una especie de prueba que nos demostrara que, al final, podríamos salir adelante.

Hoy era el último día de mi madre en Irlanda y se levantó desde temprano para ir a hacer un montón de pendientes según ella. Se había marchado con Jim bien temprano.

Era sábado y en casa todos seguíamos en pijama, Jamie estaba repantigado en uno de los sofás de la sala, yo estaba en otro con Pipper acurrucada contra mi pecho y Dulcie estaba sentada frente al televisor con un montón de crayones y hojas, mirábamos una película infantil que contaba la historia de una fuente de los deseos, yo acariciaba el cabello de Pip mientras todos parecíamos concentradísimos en la historia.

-¿Papá? –Dulcie se giró a verlo- ¿Se va a modid el puíncipe?

-No cariño –el estiró la mano y le sacudió su mata de rizos- Por eso van a la fuente a salvarlo.

-¿Tiene magia? –ella frunció el ceño concentrada ahora en la pantalla.

-Claro, la magia hará que el príncipe que cure.

-Qué bueno –ella volvió a concentrarse en la historia y de vez en cuando dibujaba de nuevo.

Al final la princesa arrojaba una moneda de oro a la fuente y el príncipe sanaba, eran felices para siempre y llegaron los créditos, Dulcie se puso en pie y dio saltitos por toda la sala haciéndonos reír.

-Bueno, creo que ya es hora de un baño –Jamie se sentó y se estiró, mis ojos se fueron al trozo de estómago que la camisa le descubrió- ¿Qué dicen?

-Mi barriga tiene hambre –para confirmarlo, Dulcie se frotó la barriga y Pip la secundó- ¡Quiero pomida!

-¿Qué tal un poco de avena? –sugerí y ambas asintieron, le di un beso en la frente a Pipper y la dejé en el piso- Muy bien, pues me pongo a ello mientras limpian estos juguetes que tienen regados.

Una vez que nos sentamos a la mesa a comer la avena la casa se quedó en silencio, tomé un trozo de pan y vi la barra de mantequilla frente a Jamie, Dulcie estaba sentada entre ambos y comía concentrada.

-Dul, ¿le dices a papá que me pase la mantequilla?

-Sí –miró a Jamie- Papá...

-Toma –le tendió el platillo a Dulcie- Dile a mamá que a la próxima me la pida ella.

-Sí –ella me tendió el platito- Mamá...

-Cariño –tomé el plato que me ofrecía- dile a papá que si no se molestara, se lo pediría con gusto.

-Umm... papá...

-Pues dile a mamá que ya pasaron sus días especiales y ya debería estar de mejor humor.

-Sí papá pero...

-¡Le puedes decir a papá que deje de comportarse de esa forma tan... boba!

-Mami...

-¡Dile a mamá que ella comenzó!

La cabeza de Dul miraba de un lado a otro como un partido de tenis, finalmente ella suspiró y se bajó de su silla con su tazón de avena en las manos y fue a sentarse junto a Pipper.

-Yo no voy a decirles nada –engulló una cucharada de avena- yo solo habo con Pip.

Si era así a los tres años ya sabía que nos esperaba adelante.

Ours |Jamie y Dakota| IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora