Parte 3

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Ayer me quedé hasta muy tarde leyendo un libro que me regaló mi papá por mi cumpleaños. Se llama Los Miserables.

Me dijo que era un libro antiguo que estaba centrado en una parte de la revolución francesa. Y me pareció aburrido. Y lo boté por algún lado de mi habitación.

Pero ayer, cuando le enseñaba a hacer un círculo decente a mi hermano, fui a mi habitación por un lápiz y entre mis cosas encontré el libro. Lo dejé ahí y luego de terminar con la tarea de mi hermano fui a leerlo.

Lo admito, fue muy interesante, pero es un libro muy largo así que aún no lo he terminado de leer. Y mis ojeras se deben a mi preocupación por el futuro de Cosette.

Mi mamá me mandó a la tienda por galletas, leche y cocoa sin importarle el desvelo que había soportado en mi noble causa de leer un libro

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Mi mamá me mandó a la tienda por galletas, leche y cocoa sin importarle el desvelo que había soportado en mi noble causa de leer un libro.

Fui por mi chaqueta y me encaminé a la tienda. Llegué y me encontré con el raro.

- ¿Algo más joven? - preguntó el señor Leonardo.

- Usted quiere engordarme. Ya estoy llevando demasiado.

- Oh. Lo siento...

- Okay. Deme otro six pack de galletas con chispas, un frasco mediano de nutella - se detuvo a pensar un momento mientras miraba de qué estaba surtida la tienda - tres bolsas de ositos gominola, esas cosas me hostigan. Mmmhh... también quiero... una bolsa tamaño familiar de cereales con relleno de vainilla, y todos los snacks que tenga en bolsa grande.

- Bien. - dijo el señor guardando todo en bolsas

- Oh, pero que tonto soy. Me he olvidado de las bebidas. Deme también una caja de leche chocolatada y una botella de jugo de naranja.

- Aquí tiene.

- Gracias. Tome - y le dio un billete de 100.

- Aquí está su vuelto. - y le entregó dinero.

El raro glotón se estaba yendo, pero se fijó en mi presencia.

- ¡Hey! La pequeña gritona. - dijo imitando la voz de una mamá hablándole a su bebé. Es tan odioso, solo faltaba que tome uno de mis cachetes y lo estruje.

- Hola raro.

- No me digas así. - dijo haciendo un ligero puchero. Qué infantil.

- Tú empezaste. - dije levantando mis hombros.

- Okay. Lo siento. Mi nombre es Ed.

- Okay. Ed. Adiós, debo comprar.

- Espera. Yo ya te d mi nombre. Dame el tuyo.

- No le doy mi nombre a extraños

- No soy un extraño, vivo un piso arriba del tuyo y ya hemos hablado antes.

- Me llamo Julieta. Y debo comprar.

- Vale. Adiós Julieta, si necesitas algo, quieres compañía, necesitas alguien que te culturice sobre música de verdad o quieres acariciar un gato, ve a mi pieza.

- Lo consideraré. Adiós Ed.

Y se fue dando pequeños brincos de vez en cuando. El hecho de que fui amable con él no significa que deje de parecerme un raro.

El Raro del Tercer Piso (ED SHEERAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora