Parte 28

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Es mi día favorito de la semana: sábado. Un sábado normal en mi vida es genial, puedo hacer lo que yo quiero todo el día, es mejor que el viernes porque no hay clases, y mejor que el domingo porque no es aburrido ni tengo que hacer tareas.

El día anterior, Ed me había invitado a salir, para "recuperar el tiempo perdido", aunque sólo peleamos dos días. Pero me gusta salir con él, así que acepté.

Primero tuve que convencer a mi papá, sabía que sería difícil, por eso tuve que comportarme bien desde el viernes. En la tarde me ofrecí a arreglar su escritorio. Demoré casi una hora en eso. Tenía papeles importantes regados por todas partes, contratos con manchas de café, era un completo desastre, definitivamente heredé mi espíritu desordenado de él.

En la noche le preparé café cada vez que veía su taza vacía. Por suerte esta vez sólo se quedó hasta las 11 trabajando.

Mamá me preguntó por qué hacía todo esto. Supe que sospechaba que yo planeaba algo, pero le dije que sólo quería consentir a mi papá.

Está mañana, yo me encargué de su desayuno, incluso estuve viendo vídeos tutoriales de Yuya para preparar un desayuno que le guste, y se lo entregué en la cama, vistiendo ropa rosa.

Pero en la tarde, luego de convencer a mamá de que haga el plato favorito de papá, fue el momento decisivo. Esperé a que terminará de comer e hice la pregunta.

- Papi...

- ¿Sí, hija? - dijo mientras ojeaba las páginas del periódico.

- Ed me invitó a salir esta tarde, ¿puedo ir?

- No lo sé, pregúntale a tu madre. - tanto esfuerzo para nada. -_-

Y fui a preguntárselo a mamá.

- Mami...

- No.

- Pero aún no te he pedido nada.

- No es justo que hagas todo eso con tu padre para que te diga que sí, y conmigo no.

- Pero...

- No.

- Mamá, Ed me invitó a salir, y sería muy malo de mi parte decirle que no.

- Uy, qué penita.

- Mamá, ya pues, tú no eras así, ¿por qué has cambiado? ¿qué te pasó?

- Está bien, puedes ir, pero sólo porque Ed me cae bien. Tienes permiso hasta las 8.

- Gracias, mami. - y le di un abrazo.

Fui a ducharme y a vestirme. Demoré casi una hora en eso, luego fui a ver a Ed. Toqué su puerta con mi puño; quisiera mencionar que cada vez que toco la puerta de Ed, golpeo exactamente en la cara de Abraham Mateo. No tengo nada en contra de él, pero no me gusta la forma en la que Ed lo mira.

Ed me abrió la puerta y me invitó a pasar.

- Y... ¿a dónde iremos? - pregunté.

- Es sorpresa. - dijo

- ¿Una pista?

- Bueno, es dentro del país.

- Ed...

- Amor, mantén la calma, no seas impaciente. Sólo te diré que te gustará.

- Ok.

...   ... ...   ...

- ¿Ya llegamos?

- Todavía

- ¿Y ahora?

- Aún no.

El Raro del Tercer Piso (ED SHEERAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora