Parte 22

278 38 14
                                    

Maldita resaca -_-

Creo que es una de las peores cosas del mundo, y la peor que conozco a mi corta edad de 15 años.

Estoy acostumbrada a despertar por los rayos del sol entrando a mi habitación y llegando a mis párpados en la mañana, pero no fue así esta vez. Los rayos del sol no me despertaron, lo que hizo que despertara fue un fuerte zumbido en el lado derecho de mi cabeza. Dolía como si hubiera sufrido una lesión.

Solté un quejido de dolor y llevé mi mano a la zona adolorida. Salí de mi cama e inmediatamente fui al baño, luego a la cocina por un vaso de agua. Recordé que mi papá tiene pastillas contra la resaca en su mesa de noche; espero que no note que falta una.

Cuando el dolor de cabeza se fue, recordé que debía ir al colegio. Pero cuando vi la hora ya eran las diez de la mañana, bueno, un día más, un día menos, no interesa realmente, luego me pondré al día.

Decidí ir a tomar mi desayuno, y mientras abría el paquete de galletas recordé la noche anterior, y deseé no haberlo hecho.

Comenzando por las cosas que le dije a Ed mientras yo estaba entre sus brazos...

- Ed... edez ed pelidojo más zensual.

- Gracias, me gustaría que digas cosas como esas cuando estés sobria.

- Déjala expresar su amor. - dijo Imogen detrás de nosotros - ¡Viva el amor de los jóvenes!

Ed sacó una llave de su bolsillo y abrió la puerta de su departamento, Imogen entró primero y luego no la vi más, supuse que fue a dormir. Luego entramos Ed y yo, Ed seguía cargándome, luego me depositó con cuidado en el sofá.

- Amor, te prepararé un café, pero el agua demora doce minutos en hervir y yo demoro veinte en preparar un café. Duerme si quieres.

- Ed, queridísimo Ed. - a esta altura, el alcohol ya había llegado a afectar bastante mi cerebro - No quiero dormir. - ¡Qué vergüenza! Comencé a usar un tono de voz sensual, o eso creía.

- Perfecto, entonces quédate despierta hasta que yo termine de hacer el café.

- No, Ed, quiero que hagamos algo. - lo jalé del cuello con mis manos, nuestros rostros estaban demasiado juntos.

- ¿Hacemos el café juntos? Tú puedes buscar el tutorial de cómo prepararlo.

- Quédate conmigo un rato. - voz sensual de chica de quince años que parece de doce, activada. - Te extrañé hoy, estuve todo el día queriendo ver tu cabello color zanahoria.

- Yo también te extrañé, Julieta. - se sentó a mi lado y pasó uno de sus brazos por mi espalda. Luego se acercó a mi rostro y me besó, y yo lo besé de nuevo. - Sabes a vino. - dijo entre mis labios y con su otra mano fue acariciando mi mejilla. Seguimos así durante un minuto aproximadamente, normalmente es Ed quien controla la situación y yo solo me dejo guiar, pero esta vez hice algo que hasta ahora no puedo creer: me subí encima de él, puse una pierna a cada lado suyo mientras continuaba besándolo. - Julieta - Susurró sorprendido, pero no hizo nada por detenerme, en lugar de eso comenzó a acariciar mi espalda, maldito Ed. Yo por mi parte acariciaba su pecho y fui bajando mis besos a su cuello, culpo al alcohol por eso. Ed tomó mi cabeza entre sus manos y me volvió a besar, pero esta vez fue como si estuviera desesperado, nunca antes me había besado así, era un poco brusco, yo intentaba seguirlo como me era posible. Entonces él mordió mi labio inferior, yo solté un pequeño gemido de dolor y él se detuvo gracias a eso. - Rayos, lo siento, estás ebria y no eres consciente de lo que haces, probablemente mañana te sientas avergonzada por esto. Iré a preparar tu café.

Me bajó con cuidado y luego fue a la cocina dejándome confundida en el mueble, luego de unos minutos me dormí.

No quiero ver ni una gota más de licor en mi vida. No sé qué es lo peor de la resaca, si el dolor de cabeza, el haber vomitado dos veces, o recordar todo lo que hice ayer.

Luego de unos minutos tocaron la puerta, desgraciadamente era Ed, ya era muy tarde para cerrarle la puerta en la cara.

- Julieta, - estaba nervioso, incluso respiraba de una forma rara - ¿estás sola?

- Sí, pasa. - me hice a un lado para que Ed pasara, luego lo invité a sentarse.

- ¿Recuerdas algo de lo que pasó anoche? - estaba jugando con sus dedos.

- Recuerdo a Imogen llevándome a conocer a su amiga, pero luego no recuerdo muy bien. - admito que le mentí, solo quería ver su reacción. Parecía aliviado por mi respuesta.

- ¿No recuerdas ninguna otra cosa?

- Oh, espera, recuerdo algo. - empalideció de nuevo

- ¿Qué es lo que recuerdas?

- Recuerdo que tú me cargaste hasta tu departamento. - no quería decirle que recordé todo, sería muy vergonzoso tanto para él como para mí. - Creo que solo recuerdo eso. ¿Debería recordar algo más?

- No, - se apresuró a decir - no debes recordar nada más.

- Por cierto, ¿a qué venias?

- Quería verte, y también quería decirte que mi mamá ya regresará pronto. Se llevará una gran impresión de ti, creo que se llevaron muy bien.

- Sí, es una mujer muy agradable.

- Su vuelo sale en sábado en la noche, a ella le gustaría mucho que ambos fuéramos al aeropuerto a despedirla.

- Cuenta conmigo para eso.

- Perfecto.

Conversamos un poco más y luego se fue. Hice un poco de tareas y miré televisión hasta que mi mamá llegó.

El Raro del Tercer Piso (ED SHEERAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora