Parte 7

450 47 6
                                    

Otro día más y mis papás no dan señales de vida. Realmente me estoy preocupando mucho, más por mi pequeño hermano, no para de preguntar por mamá y papá. Yo le dije que no sé, pero se pone pesado y sigue preguntando.

Luego de recoger a mi hermano del colegio y alimentarnos, Ed llegó a la pieza.

- Hola Julieta.

- Hola Ed, pasa. - no tenía fuerzas para pelear con él.

- ¿Estás triste?

- No, sólo cansada.

- ¿Y cuándo llegarán tus padres?

- No lo sé. ¿Podemos ir afuera?

- ¿Por qué? - preguntó y yo miré de reojo a mi hermano. - Okay.

- Ahora vuelvo enano, no quemes la casa en mi ausencia.

- ¿Vas a pasear con Ed? ¿Ya son novios? - maldito enano

- No - le dije fuerte.

Salimos al parque y nos sentamos en una banca.

- Y... entonces ¿qué sucede?

- Creo que mis padres nos abandonaron.

- ¿Por qué crees eso? - preguntó mirándome a los ojos, es tan raro cuando hace eso, es como si me incomodara, pero me gustan sus ojos.

- Hace días me desperté y encontré un sobre con dinero en la cocina, también había una nota de ambos que decía que se iban a EE. UU. por un tiempo y que debía cuidar de mi hermano. Desde entonces no han llamado. - sentí que las lágrimas empezaron a caer por mis ojos y luego sentí como Ed me abrazaba.

- No llores pequeña. - dijo y me acercó más a su pecho, sé que Ed no me agrada mucho, pero estar en ese momento con él me gustó. - Todo va a estar bien - no sabía cómo lo hacía, pero cada palabra era como una pastilla antidepresiva que me daba - Deja de llorar linda, yo te voy a ayudar.

- Ed... - dije casi en un susurro

- ¿Si pequeña? - su voz se volvía cada vez más cariñosa.

- Gracias.

Y de pronto agachó su cabeza hacia mi rostro, mientras que con su mano derecha levantaba mi mentón para mirarme de frente. Pude ver sus ojos, ¿ya mencioné que me encantan? Qué vergüenza que vio mis ojos rojos por llorar. Su expresión era suave y un poco tímida, acercaba sus labios cada vez más, pero con lentitud. Y de pronto, me besó. Fue un beso tierno, como uno que decía: Yo te protejo. Era un beso suave y pausado. Este pelirrojo me había besado en la mejilla, dos semanas atrás no hubiera dejado que me toque si quiera el codo, pero ahora es diferente, lo siento más cercano. Incluso dejé que me bese la mejilla y no lo aparté de un golpe. Todo lo contrario, cuando terminó me acurruqué más contra él.

No sé qué me está pasando.

Luego Ed me regresó al edificio y me despidió besándome en la mejilla nuevamente. Debo pararlo mañana, no se le vaya a hacer costumbre.


El Raro del Tercer Piso (ED SHEERAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora