Parte 39

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Mi día había terminado, y las cosas volvían a estar como antes.

- ¡JULIETAAAAAAA! ¡DESPIERTA PARA IR AL COLEGIO! - gritaba mi mamá -¡APÚRATE!

Sus gritos despertaron al pequeño gato que dormía en mi escritorio. El pequeño Teddy salía de la manta estirándose, tuve que levantarme rápido de mi cama para tomarlo entre mis brazos y que no se caiga.

Con el gatito entre mis brazos recordé lo que pasó ayer: Ed se había ido. Dejé al gato en mi cama y fui al baño a hacer lo que tenía que hacer, luego me vestí con el uniforme del colegio, pero primero le puse una venda en los ojos al gato para que no me viera, si se llama Teddy es macho, y no debía verme desnuda.

Luego salí de mi habitación con el gatito. Fui a la cocina por un poco de leche para él.

- ¿Y ese gato? - me preguntó mi mamá mirando a Teddy.

- Un regalo de Ed, se llama Teddy.

- Es muy bonito. ¿Puedo? - preguntó y yo se lo di para que lo alce. - Se parece a Ed, ¿ya volvieron? - yo negué con la cabeza.

- Ed se fue. Dejó ese gato para mí. ¿Hay leche para el gato?

- Claro, yo le daré de comer, tú apúrate para el colegio. Es el último día antes de las vacaciones de medio año.

Comí y me fui. En el colegio casi no tuvimos clases, los profesores prácticamente nos dejaron hacer lo que queríamos, creí que Javier iba a hablarme, pero no.

-Profesor, ¿puedo ir al baño? - dijo, y me dejó sola, ¿cómo se le ocurre dejarme sola en un momento como este? ¿acaso una no puede contar con su amigo para decirle lo que le aflige?

Me quedé a garabatear su cuaderno, le iba a hacer algún dibujo muy femenino que diga: "No soy perra, ni soy gata, soy diva y eso te mata. Bitch!". Pero cuando vi la parte de atrás de su cuaderno, me di cuenta de que los chicos ya le habían dibujado aparatos reproductores masculinos y escrito cosas peores.

Entonces llegaron las chicas del salón a rodear mi carpeta.

- Julieta, ¿por qué tan triste? - me dijo una, ¿desde cuándo les importa cómo estoy? Pero quería desahogarme con alguien, así que les dije.

- Ed se fue y me dejó un gato que se parece a él. Creo que lo hizo a propósito para hacerme sufrir.

- Pobrecita, -dijo otra - mi ex me dejó un loro, me recuerda a él porque tenía la nariz muy grande.

- Creí que era la única, cuando mi novia terminó conmigo me dejó una perra, - dijo otra chica - es tan obvia.

- A mí me dejaron un cachorro.

- A mí, también.

- ¡Basta! - les grité - No me interesa. ¿Acaso no se dan cuenta que es mi momento? Ed se fue y me dejó un gato naranja que se parece a él. Ese es el caso.

- Ay, qué pesada. - dijeron todas y se fueron a seguir conversando de sus mascotas.

Hasta que llegó Javier.

-Julieta. - me dijo serio.

- ¿Qué? - le respondí más seria.

- ¿Sí o no?

- ¿Ah?

- ¿Abriste la cajita negra que te di?

- ¿La que me diste por mi cumpleaños? - él asintió - No, lo siento, no estaba de humor para abrir regalos.

- ¿Pasó algo?

- No, no te preocupes, luego abro tu regalo.

Al finalizar la jornada, Javier me acompañó al edificio. En el departamento...

- Ve a abrir la caja. - dijo algo impaciente.

- ¿Disculpa?

- Por favor. - y fui a mi cuarto para abrir la caja, encontré a Teddy durmiendo en mi cama, preferí no molestarle.

Sobre mi escritorio estaba la dichosa caja, la llevé hasta la sala, donde estaba Javier.

- Vamos, ábrela.

- Cálmate. - la abrí, en la caja había un papelito escrito a mano (Javier tiene una letra horrible). El papel decía:

¿Quieres ser mi novia?
□ Sí.
□ No.

Y había diez dólares más en la caja con otra nota que decía: "Piénsalo".

- Javier...

- Julieta, sabes que me gustas, te lo dije desde un principio, y nada me haría más feliz que ser tu novio, ¿quieres estar conmigo?

- ¡NOOOOOOOO! - dijo el enano, que había escuchado toda la conversación escondido.

- Mateo...

- Mi hermana no está disponible para ti, amigo. - dijo Mateo.

- Julieta... ¿quieres estar conmigo? - dijo Javier ignorando al enano. Ambos esperaron atentos mi respuesta, yo ya la tenía, pero de igual, una diva se hace esperar.

- Lo voy a pensar. - dije.

Luego del almuerzo, Javier se fue.

- Mamá, iré al veterinario con Teddy. - le avisé - Voy a que le pongan sus vacunas.

- Está bien, hija. ¿Necesitas dinero? - ya tenía, pero como ella ofreció...

- Con 20 será suficiente.

- Julieta, ¿puedo acompañarte con el gatito? Por favor. - dijo Mateo juntando sus manitos para pedirlo.

- Está bien. Vamos.

Mateo insistió es cargar a Teddy en el trayecto. Cuando llegamos, el veterinario le hizo unos cuantos chequeos a Teddy.

- Chequea sus orejas. - le dijo a su asistente.

- ¿Sus orejas? Chequea sus patitas. - le respondió.

- ¿Sus patitas? Chequea sus bigotes.

- ¿Sus bigotes? Chequea su pancita.

- ¿Su pancita? Chequea su...

- Oigan, ya, ¿cómo está Teddy? - dije interrumpiéndolos.

- Chequea a la impertinente.

- Mateo, vamos a la veterinaria de al frente.

- Okay, Okay, el gato está bien, le pondré un par de vacunas, te daré una cartilla de control y tendrás que comprarle Whiskas para recién nacidos.

Cuando terminamos ahí, Mateo me insistió en que le compre un helado. Ya sabía que se ofrecía a acompañarme por algo a cambio. Pero de igual le compré un helado. Quiso invitarle un poco a Teddy, pero yo le dije que se podía enfermar.

El resto del día, Mateo se dedicó a observar y a acariciar el gato, como no tenía que ir a clases mañana, nadie le dijo que hiciera sus tareas.

Por otro lado, he estado pensando en lo que le diré a Javier, es un buen chico, pero por ahora no quiero involucrarme con alguien, pero tampoco quiero romper su corazón, debe ser muy difícil para un chico ser rechazado por la perfección hecha mujer. ¿Qué hago? Mañana hablaré con él para darle una respuesta. No sé qué hacer.

El Raro del Tercer Piso (ED SHEERAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora