Parte 40

247 24 51
                                    

Sé que siempre narro lo que me sucede el mismo día, pero esta vez les haré un resumen de mi semana. Comenzaré por el martes.

Supuestamente tenía que darle una respuesta a Javier ese día, pero lo evité. Tenía muy en claro que le diría que no podemos ser más que amigos, pero me daba miedo su reacción, no quería lastimar sus sentimientos, pero tampoco era mi intención ilusionarlo. Ya que son las vacaciones de medio año, no tuve que ir a la escuela, así que fue muy sencillo evitar a Javier.

En la mañana jugué con Teddy y mi hermano, con un pedazo de hilo y una pelota al extremo de este, hacíamos que el pequeño gato intente atraparlo.

- Ya me aburrí. - le dije a mi hermano a los diez minutos.

- Pero es divertido, Teddy mueve sus patitas de una forma muy graciosa en el aire, parece un pastor alabando a Dios. - dijo a la vez que seguía moviendo el improvisado juguete, y el gatito, efectivamente, movía sus patitas de derecha a izquierda como siguiendo una alabanza. - Alabaré, alabaré, alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor. - Cantaba Mateo mientras Teddy bailaba.

-  Quédate con Teddy, sigan ensayando, yo iré a seguir durmiendo, me levantaste muy temprano hoy, y sabes que tu bella hermana no puede tener ojeras. - dije para ir a mi habitación, ya había hecho mi buena obra del día: Jugar con el niñito sin amigos.

- Vamos, Julieta, quédate a jugar. - Suplicó.

- No, niño, no, tengo una cita con mi cama, adiós.

- Ed no debió regalarte un gato, eres muy perezosa como para jugar con él. - ignoré su comentario y me encerré en mi cuarto.

No hice nada más interesante ese día, esperen, sí hice algo más, fui al parque con Mateo para compensar lo de la mañana, hicimos que el pequeño Teddy jugara en todos los juegos que había, bueno, casi todos. Primero, Mateo lo acompañó en el columpio mientras yo le daba impulso. Después en el tobogán, lanzamos al gato mientras este creía que lo estábamos torturando -lo sé por su expresión -. Mateo quiso jugar al "Gato Volador", pero yo sé lo impedí. Pero sí le dimos vueltas muy rápido en una rueda. Conclusión de la historia: Teddy vomitó su almuerzo.

El miércoles:
Pensaba seguir evitando a Javier. Tenía muy clara mi respuesta: No.
En la mañana, mientras Teddy tomaba su leche tranquilamente, yo estaba a punto de sufrir un colapso pensando en cómo le diría que No a Javier. ¿Cómo lo mandaría sutilmente a la friendzone? Tenía miedo de su reacción, nuestra amistad ya no sería igual, quizá él ya no quisiera seguir siendo mi amigo. Quizá decida suicidarse y luego me deje trece grabaciones de las causas de su muerte, culpándome en todas ellas. El pequeño gato terminó la leche demasiado rápido, hasta en el apetito me recordaba a Ed. Tomé al gato como a un bebé para hacer que eructe, había visto a mi mamá hacerlo con mi hermano cuando era un bebé. Así que lo hice con el gato. Pero él no eructó. Casi vomita la leche en mi blusa. Dejé en paz a Teddy, esperaba que camine un poco por el departamento para que tenga una buena digestión. Pero el perezoso gatito clavó las garras en mi pantalón y trepó hasta quedar en mis piernas y descansar. Es tan perezoso, me recuerda a Ed casi todo el tiempo. Ya no reviso el perfil de Facebook de Ed para evitar pensar en él, pero Teddy hace que mis esfuerzos sean completamente inútiles. ¡Hasta cuando duerme, me recuerda a Ed!

En la tarde recibí una llamada de Javier.

- ¿Julieta? - escuché su voz, maldije interiormente, no estaba preparada para hablar con él.

- Aló, Javier, ¿sucede algo? - fingí no saber nada, agradezco a Dios por mis dotes de actriz.

- Dijiste que hoy me darías una respuesta, por favor, ya no me hagas esperar más, muero de nervios.

El Raro del Tercer Piso (ED SHEERAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora