Capítulo 8: Lavandería.
Draco pasó todo un día rellenando aquellas solicitudes de trabajo que él y Granger habían cogido unos días antes. Cuando al fin terminó, volvieron a todos y cada uno de los restaurantes a entregarlos. La parte positiva de la situación era que, al menos, respiraba un poco de aire fresco, y que había conseguido reducir los casi-accidentes a la mitad de veces al día.
Draco había esperado que su teléfono sonara tan pronto como presentara las solicitudes, por lo que, ante la falta de llamadas, se preguntó si aquel aparato muggle se habría roto sin darse cuenta.El sábado por la noche, después de haber salido de casa, tomado el metro y vagado por la ciudad un ratp, se dio cuenta de que era el momento de hacerle a Granger una pregunta importante.
—¿Cómo limpio mi ropa?
Ella se quedó mirando su vestimenta.
—Bueno, hay una lavandería a la vuelta de la esquina. Te puedo llevar mañana.
Draco no pudo ocultar el disgusto que le supuso la idea de pasearse con su ropa sucia en otro sitio que no fuera su apartamento... Pero eso era exactamente lo que estaba haciendo el domingo, llevar las toallas y la ropa sucia en una bolsa que Hermione le había prestado mientras la seguía por la calle.
Cuando llegaron, había varios muggles en el lugar, la mayoría mujeres, algunas con niños de la mano. Miró alrededor de la tienda, incómodo. No le gustaba estar cerca de niños pequeños, aunque parecía que aquella repulsión era recíproca.
—¿Y bien? —preguntó él, impaciente.
—Bueno, saca algunas monedas. Tendrás que comprar detergente —dijo ella, cogiendo su dinero y metiéndolo en la ranura de metal de una especie de expendedor. De su interior salió un pequeño botecito azul.
—¿Le echo eso por encima para que la ropa se limpie? —quiso saber él.
Hermione hizo todo lo posible por no reírse.
—No, esto es sólo el detergente. Hay que buscar una lavadora libre para meter la ropa dentro.
Draco suspiró, frunciendo el ceño ante la larga fila de máquinas metálicas que había contra la pared.
—Coge tu bolsa —ordenó Hermione, cogiendo la suya y colgándosela del hombro.
Tuvieron la suerte de encontrar dos máquinas libres, una al lado de otra.
—Los días entre semana esto suele estar más vacío —comentó ella.
Ella abrió una puertecita en la parte superior de la máquina y empezó a sacar su ropa de la bolsa de tela.
—Toda la ropa que tengo es vieja. No me he comprado nada en bastante tiempo —comentó, metiéndola dentro del aparato. Las prendas parecían haber sido lavadas tantas veces que casi no se apreciaban bien los colores—. Toda tu ropa es nueva. Deberías separarla en dos montones, una para la clara y otra para la oscura... De lo contrario, los colores podrían mezclarse.
Él arqueó una ceja. Tenía que estar bromeando.
—Puedes ponerla toda junta —dijo, encogiéndose de hombros—. Pero no te garantizo que esos boxers rojos no vayan a teñir tu impecable camisa blanca, dejándola rosa. Tú eliges.
Haciendo lo posible por no quejarse en voz alta, Draco comenzó a clasificar su ropa. Miró a Hermione meter con indiferencia todas sus prendas juntas en la máquina. No era justo.
Cuando puso toda su ropa oscura dentro, todavía tenía un montón de prendas blancas apiladas en el suelo.
—¿Qué hago con esto?
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Mugglefied
Fanfiction"Por los crímenes cometidos contra el mundo mágico y el mundo muggle siendo usted aún un menor de edad, por la presente le sentencio a un año sin magia". Draco se levantó con rigidez, con las rodillas estiradas para ayudarlo a mantenerse en posición...