Apellido

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NT: ¡Hola de nuevo! Perdón por la demora, aunque ya haya terminado mis exámenes, ahora tengo que estudiar un par de recuperaciones *se pone a llorar desconsoladamente*

En fin, gracias por la paciencia que me tienen :) Espero que disfruten el cap.

Capítulo 14: Apellido

Draco gimió. Le dolía la espalda. Uno de los lavaplatos no había ido a trabajar aquella noche y le habían pedido que hiciera él el trabajo. Bueno, no se lo habían pedido, se lo habían exigido.

—¿Qué pasa con las mesas? ¿Quién las va a servir? —había preguntado.

El subgerente le había mirado de arriba abajo, levantando levemente el labio superior.

—No habrá platos que poner en las mesas si no los lavas antes. ¡Ponte en marcha!

Draco nunca había fregado tanto en su vida. Incluso con una máquina que lavara algunos platos por él, todavía tenía un buen montón que tenía que lavar a mano. Al final del turno le dolía la espalda de coger tantos platos en peso para guardarlos. Se había visto tentado a negarse a hacer el trabajo, pero ya había visto a gente siendo despedida por intentar hacerle entender al jefe que aquello era explotación laboral. Él era reemplazable. Él también podía ser despedido, y si no hacía lo que se le decía, inevitablemente lo sería. También aquello era una sensación nueva para él en la vida. Nunca antes había sido reemplazable. Y no le gustaba sentirse así.

Abrió la puerta y se acomodó en su sillón. Agosto y septiembre ya se habían ido. Sólo le quedaban diez meses más y la vida volvería a la normalidad. O al menos eso era lo que se decía a sí mismo...

Y una mierda de hipogrifo.

Él recuperaría su magia, volvería a ver a su madre, se mudaría de nuevo a la mansión donde pertenecía, pero nada haría que volviera a ser el mismo que había sido.

Era cierto que él pertenecía a la poderosa familia Malfoy. Gracias a su apellido había conseguido todo lo que había querido en la escuela. Se suponía que un millar de puertas se le debían haber abierto al terminar sus estudios. Un montón de posibilidades, un futuro prometedor... Sin embargo su padre estaba en Azkaban, su madre estaba en el exilio, y él mismo vivía como un muggle lavando platos y sirviendo mesas.

Salazar, aquel era un pensamiento deprimente.

No, una vez que regresara al mundo de los magos podría volver a tener su magia, pero el sitio al que volvería sería parecido al infierno. Al menos los muggles no sabían quién era, o quien se había esperado que fuera. Con los magos era más difícil. Ellos no olvidarían lo que hizo su familia, lo que hizo él mismo. Tampoco esperaba encontrar a sus amigos dándole una cálida bienvenida al regresar... Esos amigos y aliados que no se habían preocupado en ir a verlo ni un maldito día de aquel maldito verano.

Tal vez estuviera mejor lavando platos.

Dejó que aquel estado de ánimo se apoderara de él por el resto de la noche, demasiado aletargado para molestarse siquiera en levantarse para servirse una taza de vino. No solía tener esos sentimientos a menudo. Más bien trataba de pensar que pronto saldría de allí pero que antes tendría que cumplir con su castigo, irremediablemente. También se recordaba lo bien que se estaba acomodando a sus nuevas circunstancias.

Granger estaba peor. Sus cambios eran permanentes.

En una noche como esa, donde le dolía todo el cuerpo y no tenía pociones para quitarse las cosas de la cabeza, los peores pensamientos parecían empezar a embargarlo de nuevo, como en los primeros días de su condena, cuando estaba demasiado preocupado en auto compadecerse a sí mismo como para darse cuenta de la situación de los demás. Ahora lo veía claro. Su situación no era la peor de todas... Pero aun así, cuando acabara la tortura muggle, no tendría mucho más que ahora.

MugglefiedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora