Situaciones

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Capítulo 31: Situaciones.

Draco estaba nervioso mientras se preparaba para su entrevista de trabajo. Sabía que no era el mejor preparado para el puesto. Nadie iba a sentirse abrumado por su estupendísima buena apariencia. Iba a tener que conseguir ese trabajo enteramente por sus méritos propios, y no estaba seguro de que estuviera lo suficientemente cualificado para eso. Respiró profundamente.

Volvió a estudiar mentalmente las preguntas que Hermione le había dicho que podrían hacerle. Sólo tenía que ser encantador, no decir nada estúpido y no revelar que había muchas cosas de su vida de las que no podía hablar, ya que en ese mundo la magia no era más que una simple fantasía.
Después de un rato supuso que no tenía nada más que hacer que dirigirse a la biblioteca. Esto tenía que ir bien. Estaba harto de servir la comida de otras personas y recoger sus platos sucios toda la noche. Además, el trabajo en el restaurante le impedía ver a Hermione.

Tenía las manos sudorosas bajo los guantes en el momento en que llegó.

La biblioteca estaba demasiado tranquila cuando entró, y después de preguntar en el mostrador fue dirigido hasta una oficina en la que nunca antes había estado. Era temprano, pero había creído que sería mejor llegar temprano que tarde. Se sentó en una de las sillas que había pegadas a la pared y esperó. Podía oír algo de lo que pasaba al otro lado de la puerta, pero no era capaz de distinguir nada de lo que decían.

Sintiéndose un poco tonto (y acalorado) se quitó la chaqueta y los guantes, metiendo éstos en uno de los bolsillos de la misma. Luego, la dobló con cuidado y la puso en el brazo de la silla. Siguió esperando.

Parecía que hubiera pasado una eternidad cuando la puerta se abrió de nuevo. Hizo todo lo posible por parecer indiferente mientras observaba a una joven alegre y de aspecto profesional despedirse cordialmente de las personas que estaban en el interior de la oficina. Se veía satisfecha de sí misma.
Draco empezó a pensar entonces si debía levantarse y decirle a quien fuera que estuviera dentro que él estaba allí, esperando para la entrevista, pero un hombre mayor al que nunca había visto antes salió de la habitación antes de que pudiera hacer algo.

—¿Draco Malfoy?

—Ese soy yo —se apresuró a decir. Quiso darse una patada por ello. Ese soy yo. Salazar, su cerebro debía empezar a trabajar pronto.

—Bien, adelante, vamos a empezar —dijo el hombre, arrastrando los pies de nuevo hasta la oficina.

Draco saltó de su asiento para seguirlo, pero se tomó medio segundo para alisarse la camisa y los pantalones antes. Había una silla justo frente a él, así como otros tres asientos detrás de la mesa. Theresa estaba allí, y otra mujer a la que Draco reconoció vagamente. El hombre se sentó en la silla vacía junto a ella.

Theresa le presentó a esas dos personas mientras Draco se acercaba y estrechaba sus manos, presentándose a sí mismo.

La mujer a la que Draco sólo había reconocido de vista se llamaba Marissa Tommes, y fue la que le hizo la primera pregunta.

—Háblanos de ti.

La mente de Draco se quedó en blanco por un momento.

¿Debía decir que era un mago? No. ¿Un Slytherin? Mierda, no. ¿Que era rubio? Eso podía decirlo, pero seguro que sonaba estúpido.

Vamos hombre, encuentra las palabras, se dijo a sí mismo.

¿Cómo le había sugerido Hermione que se presentara? Al fin, las palabras empezaron a salir de su boca.

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