Nuevos comienzos

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Capítulo 26: Nuevos comienzos.

Después de la noche llegó la mañana y Draco se levantó y empezó a empacar sus cosas. A pesar de que sólo había pasado dos noches allí, estaba empezando a acostumbrarse a la habitación, al olor a pólvora y a todo lo demás. Una parte de él sintió un extraño pesar al saber que se irían ese mismo día. Se vistió y se echó la mochila al hombro antes de bajar a desayunar. Cuando llegó a la cocina encontró a Hermione y Ginny allí, todavía en pijama.

—¿No te ha dicho nadie que los pelirrojos no pueden vestir de rosa? —preguntó Draco.

—Mucha gente. Pero por lo general les digo que vayan a meter sus varitas en algún lugar oscuro, ya me entiendes —respondió Ginny alegremente.

—Pues qué bien que ahora no tengo varita —murmuró Draco. Se sentó al lado de Hermione y se sirvió el desayuno—. ¿Dónde está todo el mundo?

—George se ha ido a abrir la tienda —dijo Hermione—. Charlie se ha ido con él y Percy ya se ha marchado al Ministerio.

—Mamá y papá estarán por ahí, en alguna parte. Podrían estar fuera, caminando en el jardín. A veces son como un par de adolescentes. Pero mamá dejó el desayuno preparado para nosotros, que ya es algo.

Draco sintió un poco de alivio al no tener que unirse a un gran desayuno familiar aquel día también. Aunque había disfrutado el último par de días rodeado de gente, estaba listo para una reducción drástica de su vida social.

—Después de terminar de desayunar me vestiré y podremos volver a montarnos en el autobús Noctámbulo —comentó Hermione.

—Oh, qué alegría —dijo Draco sin un atisbo de entusiasmo.

Ginny rió.

—Yo intentaré convencer a mamá para que me deje salir en la víspera de año nuevo.

—De acuerdo —dijo Hermione, dando el último bocado de su desayuno.

Draco se quedó abajo mientras Hermione subía a cambiarse. Para su sorpresa Ginny también se quedó y no pudo evitar sentirse un poco incómodo cuando se percató de que lo estaba observando.

—¿Qué? —espetó él.

Ginny frunció los labios de una manera muy parecida a como lo hacía McGonagall.

—Hagas lo que hagas, no le hagas daño a mi mejor amiga.

—Weaslette-

—Lo digo en serio, Malfoy —dijo, interrumpiéndolo—. He visto cómo os miráis el uno al otro. No te atrevas a hacerle daño —sentenció en voz baja y feroz.

Draco tragó saliva. Para no ser una persona particularmente grande, Ginny Weasley podría resultar muy amenazante y aterradora cuando quería.

—Recordaré eso.

—Más te vale —dijo ella, sonriendo amablemente y levantándose de la mesa.

Draco la observó desaparecer por las escaleras.

—Las mujeres están locas —murmuró.

Estuvo unos minutos más sentado a la mesa hasta que Hermione volvió a bajar con su bolso.

—¿Listo para irnos? —preguntó—. Ya me he despedido de Ginny.

—Si no hay más remedio... —respondió—. Creo que ella ya se despidió de mí.

—Entonces sólo tenemos que encontrar a Molly y Arthur y podremos irnos.

Tal y como había predicho Ginny, encontraron a los padres Weasley paseando por el jardín, así que se acercaron para despedirse. La señora Weasley les dijo a ambos que eran bienvenidos de nuevo en cualquier momento, y el señor Weasley se hizo eco de sus palabras. Draco les dio un sincero agradecimiento por haberlo incluido en las festividades, y Hermione comentó la posibilidad de que Ginny fuera a su piso a celebrar el año nuevo.

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