Capitulo 1

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Todos miraban al joven castaño que había llegado, el primer pensamiento que cruzaron por las mentes de los peones y los criados al ver al muchacho fue 'quiero follarlo'. Querían follarlo, los peones y los criados lo vieron pasar hasta que desapareció por el alumbrar de la puerta gigante; dejándolos a ellos con un problema entre las piernas.

¿Quién era ese chico lindo e inocente? ¿Que hacía con esas ropas elegantes y bien cuidadas en ese lugar?

Los peones y los críos dejaron de ver la puerta cuando escucharon el cabalgado de un caballo. Lo vieron, ese hombre que soltaba suspiros de todas las criadas, inclusive también del pueblo. Ese hombre con sus ojos verdes penetrantes y fríos lograban soltar suspiros de las mujeres, con esos músculos trabajados y ejercitados lograban imaginar que las mujeres pensaran cosas sucias que querían que ese hombre les hiciera, con un solo roce de ese hombre lograban derretir a todas las mujeres.

Era sexy y erótico con esa playera de tirantes blanca que se amoldaba a su cuerpo, dejando ver sus pectorales trabajados, dejando ver sus bíceps enormes y fuertes, con ese pantalón azul fuerte... delicioso para todas.

El hombre se bajó del caballo, chifló a uno de los peones para que se llevaran al caballo.

—¿Qué pasó? ¿Porqué se quedaron como idiotas mirando la puerta? —preguntó a una de las criadas que pasaban por ahí.

—Pues se me hace que ya debieron de ver al hijo del patrón. Es muy guapo, bueno yo no diría que es guapo como masculino si no como femenino —el hombre frunció el entrecejo, dejando ver unas arrugas en la frente.

—Femenina querrás decir ¿no? —remarcó la a.

—No se lo juro, es un chico pero muy chavillo, ha de tener como unos diecisiete... Si me disculpa tengo que llevarle esto al hijo del patrón porque si no... — en ese momento el hombre se dio cuenta que llevaba una charola de comida.

—Yo se lo llevo —surgiría el hombre quitándole suavemente la charola.

—Bueno... Esta en la alcoba grande de huéspedes —informo limpiándose las manos con la falda rabona que tenía, quería llamar la atención de ese hombre. Siempre era así.

Esa chica criada era joven, de unos veinticinco años, rubia y de ojos negros, con un cuerpo de infarto, y con esa faldita que traía despertaba la tentación de muchos hombres, pero no la de él. A ese hombre no le interesaba ese chica, le gustaban más jóvenes, como de quince y con un buen cuerpo que ya había tenido de bajo suyo gimiendo. Había follado tantas veces con chicas de quince inclusive de trece años. Pero ellas solas se entregaban a él, lo buscaban para pedir más; exigir más de él.

El hombre le dio una seña con la cabeza; apuntando a las caballerizas donde no pasaban nadie cuando trabajan. Solo ellos.

La chica totalmente osada se dirigió ahí moviendo sus caderas sensualmente atrayendo algunas miradas de los peones. El hombre dejó de observarla mientras atravesaba la puerta de la enorme casa, dirigiéndose a las escalares, subiéndolas una por una, se oía el eco de sus pisadas. No había nadie en la casa a esa hora, el patrón siempre llegaba hasta el otro día y los fines de semana no regresaba hasta el martes.

Más adelante se escuchó la regadera, alguien se estaba bañando; dedujo rápidamente que era el hijo del patrón. Abrió la puerta y se encontró con la habitación vacía, excepto el baño, no entró; se quedo parado frente al alumbrar de la puerta, recargado en el marco de la puerta, escuchando como el chico tarareaba una canción. Al escuchar la voz del chiquillo pensó que era la de una mujer, pero no. Lo descubrió cuando salió del baño, era un chico, pero no cualquier chico; era uno verdaderamente hermoso y bonito. Solo tenía una toalla en la cintura, dejando ver su piel lampiña lechosa casi traslúcida, el hombre inspeccionó cada parte de su cuerpo mordiéndose el labio inferior. Se dio cuenta que tenía curvas, demasiadas curvas para un hombre, también que los pezones en vez de ser cafés claros, los tenía rozados. Con las gotas que resbalaban de su cabello, hasta su cuello expuesto, listo para morder, chuparlo y succionarlo con fuerza. Su cara añiñada inocente le calentaba de alguna manera. Le dejó impresionado sus ojos color zafiros profundos. Eran hermosos, él era hermoso.

'Quiero follarlo duro y fuerte' —pensó dejando la charola en la cómoda causando ruido.

El muchacho volteó hacia el ruido y se asustó un poco al ver al hombre parado ahí, viéndolo con esa mirada que parecía que era un depredador en busca de su presa. Sonrío tímidamente, un poco de sangre se acumuló en su mejillas blancas. Logrando que el hombre deseara comérselo ahí mismo.

—H-Hola —saludó tímidamente extendiendo su mano hacía el hombre que no había dejado de mirar su cuerpo.

El hombre lentamente tomó la mano pequeña y extremadamente suave, como la piel de un bebé y le besó los nudillos, consiguiendo así que el muchacho se sonrojara al extremo.

—Un placer conocerlo, Joven... —dijo tratando de que continúese el muchacho.

—K-Keylan... Y no m-me gustan las f-formalidades... —soltó la mano del hombre.

—Como quieras, Keylan... —susurró su nombre como un gemido ronco.

—¿Quién e-es usted? —preguntó dirigiéndose al cajón que estaba al lado de la cama, exactamente en frente del hombre. Estaba entrando en confianza.

Siempre era así, nunca entraba en confianza con las personas desconocidas y mucho menos con personas que nunca en su vida había visto, ósea todas. Pero no duraría mucho ya que Keylan entraba en confianza rápidamente pero no se le iba la timidez, para el Keylan todas las personas eran un pan de dios.

Se agachó dejando a la vista gran parte de sus muslos frente al hombre excitado que, en cuanto vio los muslos del joven su pene saltó bruscamente y rápidamente chocando con la cremallera de su pantalón, le dolió mucho, el pene aun en el pantalón se dirigió en donde seria al entrada del chico cubierta todavía por la toalla corta blanca. Quería entrar en él; enterrarse en él, tan profundo y duro.

—Dereck, Dereck Hass —el muchacho se levantó para dirigirse al armario.

—Bonito nombre, D-Dereck —alabó con una sonrisa sincera, como lo era él.

El hombre de inmediato lo supo, pensó que su aura de inocencia en cuanto lo vio era una farsa, pero no. En verdad él era inocente de pies a cabeza. Seguramente hasta es y con suerte virgen; sería el primero en probarlo y disfrutarlo.

—Me voy Keyla —acortó su nombre, ahora sonaba como el de una chica. Pero tal vez porqué parecía una cuando nació, tal vez por eso le pusieron ese nombre.

—N-No me llames así, n-no me gusta —informó poniéndose una camisa dos tallas mas grande que él.

—¿Porqué? Es bonito tanto como el de dueño.

—Pero es... de chica...

—No importa, no te llamare así en público si quieres, solo te diere así cuando estemos los dos solos —agregó utilizando doble sentido en las últimas palabras que por supuesto el muchacho no notó.

Solo sonrió no muy convencido pero al final terminó accediendo. El hombre se despidió informalmente como al muchacho le gustaba.

Su pene todavía estaba pidiendo atención. Pero solo quería enfundar su pene en la entrada del muchacho, ahora también su patrón. Pero ya veríamos quien era el que mandaba.

Continuará...

Deseo y Posesividad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora