Capitulo 10

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Dereck acariciaba las manos pequeñas de Keylan, a comparación de las suyas. Encajaban perfectamente. Dereck estaba recargado en el respaldo de la cama con una pierna flexionada, Keylan estaba recostado en su pecho metido entre sus piernas. Se veía tan pequeñito y bonito.

Keylan sentía como Dereck acariciaba sus muslos.

—Eres tan suavecito... —susurró dejando un beso en la mejilla de Keylan—. Me encantas.

Keylan gimió cuando Dereck atrapó uno de sus pezones entre sus dedos por debajo de la camisa de tirantes que traía. Dereck sentía como Keylan se derretía entre sus brazos, con sus besos, sus caricias, todo lo que le hacía. Estiró el pezon logrando que Keylan jadeara. A Keylan le gustaba todo lo que le hacia Dereck, le gustaba él. Le gustaba Dereck y Dereck le gustaba Keylan. Ambos se gustaban. Aunque no era precisamente gustar si no otro sentimiento muy significante y maravilloso que te hace perder la cabeza por tu persona amada. Enamoramiento. Pero como ninguno de los dos se había enamorado nunca en su vida no sabían como se sentía ese sentimiento. Aunque ya lo estaban sintiendo. Sin saber que era exactamente que era ese sentimiento. Aunque ellos le habían puesto el nombre gustar.

Mientras tanto Cristian discutía con el padre de Keylan.

—Yo lo amo —susurró Cristian al borde del llanto. ¿Porqué su tío era tan malo en aceptar sus sentimientos por Keylan?

—¡Pero son primos, tienes que entender o te mandaré a New York como lo hice la otra vez! —explicó casi gritando, ¿porqué todos se fijaban en su hijo? Bueno aunque si él no fuera su padre también lo haría, pero ese no era el caso.

—¿Qué? —una gota salada salió de su ojo derecho. Una lagrima. Levanto la vista hacia el padre de Keylan. Viéndolo. ¿Él lo había mandado a New York solo para que se alejara de Keylan?

—Si, yo te mande a New York después de que me entere que le robaste a Keylan su primer beso. Pero parece que eso no te servio.

—¿Tú...? —no podía asimilarlo, su propio tío lo había alejado del amor de su vida— ¡Eres un maldito! —grito levantándose de la silla, las lagrimas retenidas salieron. No podía contener la impotencia que sentía en ese momento.

—¡No iba a permitir que te sobrepasaras solo por una calentura, aunque fueses un niño!

—¡No era y no es una calentura y si quieres cuidar a tu hijo mejor fíjate en el capataz! —grito, así podía sacarse a Dereck que también andaba detrás de Keylan.

Cristian salió del despacho azotando la puerta, dejando al padre de Keylan confundido. ¿Dereck? Imposible, en todos los años que había trabajado con él había demostrado que podría confiar en él. Y se había dado cuenta que Dereck nunca había mostrado interés por nadie, entonces ¿porqué con Keylan si? Tenía que descubrir lo que Dereck hacia cuando cabalgaba con Keylan, si era necesario mandarlo como Cristian a otro lugar. Despedirlo si se enteraba que estaba interesado en su hijo. Con Cristina tenía suficiente para que viniera otro.

No quería imaginar lo que le hacia Dereck cuando cabalgaban, de echo ahora que lo recordaba hubo un día que se tardaron mucho. Su virginidad. El padre de Keylan salió del despacho también azotado la puerta. Tenía que ir con Dereck a aclararle las cosas. Dejarle en claro que no tenía que ver a su hijo de manera impura. Ya no quería que le enseñara a montar. Le pondría a otro peón para que le enseñara. Pero Dereck ya no le enseñaría, es más ni siquiera dejaría que se le acercara para evitar otro tipo de contacto.

Pero eso no separaría el sentimiento que se estaba creando entre ellos. Porque ese sentimiento nunca se destruye si es de verdad. Amor.

—¡Lila! —grito el papá de Keylan. La muchacha apareció rápidamente.

—¿Qué necesita Patrón? —preguntó educadamente y formal.

—¿Quién sabe montar muy bien?

—Dereck es el que mejor sabe montar.

—Bien, ve al pueblo y busca a alguien que sepa montar mejor que Dereck —ordenó. Quitaría a Dereck del camino.

—Como usted ordene —la muchacha se fue acatando la orden.

—Lo lamento Dereck, pero esto es por el bien de mi hijo —susurró para sus adentros.

Tenía que separar a Dereck de su hijo, no cometería el mismo error dos veces. Primero fue Cristian. Tenía que sacar del camino a los dos. Tenía que proteger a Keylan, su hijo, de esos dos hombres.

Continuará...

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