—¿Como que ya no te quieres ir? —pregunto el padre de Keylan, sin disimular su enojo.
Su hijo le había dicho que quería irse. Hasta le insistió en que comprara un boleto de avión que ya tenía comprado.
—Es que... Quiero pasar más tiempo contigo...
El padre de Keylan, no creyó tal mentira.
—¿Pasar más tiempo conmigo o... con Dereck? —ya no iba a hablar con rodeos.
Keylan lo miro sorprendido y con algo de miedo. ¿Los había descubierto? ¿Y si esa mujer que amenazó a Dereck le había dicho eso a su padre? No podía...
—Yo uhm... Si, a mi... me gusta Dereck. Mucho —declaró decidido. Sin ninguna pizca de duda en su rostro o su mirada.
Al instante el ruido de una silla rechinar bruscamente y papeles voleando al rededor del despacho. Oh no, esto iba a acabar muy mal. El padre de Keylan tenía su rostro enrojecido por la furia que sentía, sus puños a sus costados estaban fuertemente cerrados hasta tornar sus nudillos blanquecinos. Estaba enfurecido. Keylan lo sabia, más sin embargo, no se retractó. Debía ser valiente.
—¡Tu no puedes gustar de él!
—¿Porqué no? ¿Porqué es diferente a nuestra clase social? No creo que sea por eso. Tu conociste a mamá siendo una empleada.
—Era diferente —rechino los dientes.
—¿Porqué? ¿Porqué ella era una mujer y él un hombre?
—Si, por eso mismo. ¡Tu experimentación pronto pasara!
—¡No es una experimentación!
—¡Calentura entonces, no puedes haberte enamorado de un hombre! ¡Un simple peón más que no tiene nada que ofrecerte!
—¡Eso a mi no me importa papá! —grito dolido, parándose también de la silla de cuero. No le importaba que Dereck no pudiera ofrecerle nada. Solo lo quería a él.
—¡Te debe de importar! ¿Qué diría la sociedad si te vieran con un hombre, con un criado? —se preguntó el padre de Keylan a si mismo. Su hijo era una deshonra, o al menos el lo veía así.
—¡No voy a dejar de amarlo solo porque tu me lo dices! ¡No me importa las sociedad si estoy junto a él!
—¡Basta!
—¡Yo lo quiero, me gusta, lo amo!
—¡Cállate!
—¡Quiero pasar de ahora en adelante todos mis días con él! ¡Quiero hacer el amor nuevamente con él!
—¿Que dijiste? ¿Que acabas de decir?
Keylan en ese momento reparo en el hecho que había dicho. Había dicho algo incorrecto. Vio como su padre tomaba algo del cajón de su escritorio. Abrió sus ojos de golpe, asustado y con miedo. Mucho miedo. Su padre rodó el escritorio para ir hacia la puerta. Keylan se abalanzó a su brazo en donde tenía el objeto peligroso que podía matar a muchas vidas.
—¡Por favor no! ¡No lo mates por favor! —grito Keylan, derramando las lagrimas retenidas.
—¡Suéltame Keylan! —quería matar a ese desagraciado. El que le había robado la virginidad de su hijo y quien sabe cuantos más lo habían hecho frente a sus narices.
—¡NO! No le hagas nada ¡haré lo que sea! —Keylan en un descuido tropezó, pero eso no impidió que siguiera aferrado al brazo de su padre.
No podía dejar que algo malo le pasara al hombre que amaba. Al primer amor de su vida.
—¡Lo que sea por favor! ¡Me voy, me voy, si es lo,que quieres, pero a Dereck no le hagas daño!
El padre de Keylan se detuvo bruscamente y miro a su hijo, Keylan estaba destrozos y dolido.
—¿Te irías por proteger a ese... ese...?
—No voy a permitir que lo insultes —interrumpió. Keylan se paro, secándose bruscamente las lagrimas. Sus ojos estaban levemente rojos y sus mejillas y nariz estaban rojas. Como en Navidad—. Y si, si me iría con tal de proteger al hombre que amo. Solo por él.
—Bien, te iras mañana a primera hora, Keylan. Ni un minuto más, ni un minuto menos. ¿Entendiste? Por ahora te voy a encerrar en tu habitación y no saldrás hasta mañana —finalizó, dejando solo a su hijo en su despacho. Dolido, triste, desanimado y destrozado. Sin vida.
Keylan aun en el piso se abrazó a si mismo, auto consolándose. Necesitaba a Dereck. Necesitaba sentir sus fuertes y musculosos brazos cerca de él, protegiéndolo. Quería estar cerca de él o, al menos, darle un último beso de despedida. Una última muestra de amor. Pero lo que hacia Keylan con tal de proteger a su amado, sobrepasaba los límites al máximo. Él estaba sufriendo el doble. Él se llevaría toda la carga, todo el peso en su cuerpo, en su corazón. Haría lo que fuera por que nada ni nadie lastimara a Dereck, y Dereck también haría lo mismo por él.
Keylan dejo que las lagrimas resbalaran por sus ojos cerrados suavemente, se deslizaran por sus mejillas hasta desaparecer por su cuello. Le dolía mucho dejar a Dereck. Pero tenía que hacerlo. Por el amor que le tenía. Sollozó levemente.
—Te amo, Dereck... —susurró antes de dirigirse a su habitación para prepararse e irse de ahí.
Continuará...
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Deseo y Posesividad
Novela JuvenilEl joven Keylan Elizondo llega al rancho millonario de su familia, atrayendo las miradas al instante de los peones, ¿y quien no? Keylan tenía un cuerpo de infarto, pero no como el de un hombre, si no como el de una mujer, ese culo grande y bien par...