El dolor que sentía Keylan en su parte trasera era totalmente insoportable, ahí donde Dereck le había metido algo duro y muy grueso le había dolido, pero algo en su interior fue presionado convirtiendo el dolor en algo que se sentía realmente bien, pero no sabia lo que era. No sabia lo que era el placer. Pero lo había vivido sin darse cuenta. Le gusto y no lo desmiente, es solo que no lo quería volver a repetir si dolía igual. Si se paraba hacia muecas de dolor y disgusto, si caminaba, caminaba como un pingüino, si se sentaba soltaba gemidos de dolor.
—D-Dereck, es un tonto ¿qué me hizo? —susurró tapándose con las finas telas de sedas cálidas.
Presionó más su cabeza contra la almohada rellena de algodón. Después de haberlo hecho, Dereck lo vistió a él ya que estaba cansado y agotado por la sesión de deseo, lujuria y excitación que sentía en ese momento. Y no había sentido dolor hasta en la mañana que despertó en su habitación, vestido. Aunque sin camisa, solo tenía un short pero no tenía ropa interior. Se destapó y se levanto cuidadosamente para no dañarse, no que no pudiera sentir el dolor y el ardor.
De pronto sintió como el colchón se hundía, miro al causante y ahí estaba el causante por el cual había plantado a Dereck.
Cristian Ramírez, se encontraba viéndolo con esos ojos azules tan profundo que a veces Keylan quería entrar en ellos para perderse entre ellos. De hecho los ojos de su primo le recordaba al océano, tan azul pero a la vez tan cristalino y bonito. Cristian se dio cuenta de eso, estaba mirando sus ojos, por fin de algo le servían. Cristian sintió un fuerte zumbido en su corazón ¿qué le pasaba? Estiró su mano para acariciar el rostro afeminado y aniñado de Keylan, que este seguía distraído mirando los ojos de su primo.
Cristian paso las yemas de los dedos por su frente, sus pestañas, al momento de pasar a los ojos, Keylan cerró los ojos suavemente para que su primo continuará su tarea de acariciarlo. Keylan parecía un pequeño gatito ronroneado esperando recibir más caricias de su amo, sintió como los dedos de su primo se detenían en sus labios, delineándolos, estudiando su textura, su forma. Cristian quería besarlo, devorarlo, comérselo entero sin dejar ni una pizca a nadie. Ni a ese capataz de quinta, sabia que quería quitárselo, lo notaba por su forma de ver a Keylan, igual como lo veía él.
Cristian no supo cuando su mano había bajado hasta los pezones de Keylan ni cuando su cara había quedado tan cerca de los labios ajenos. Mientras Keylan seguía ajeno a todo, a la peligrosa distancia entre su primo y él. Los labios de Cristian temblaron cuando Keylan soltó un suspiro sobre ellos. Cristian estaba decidido a acortar la poca distancia que los separaba...
De pronto la puerta se abrió ruidosamente provocando que keylan diera un brinco del susto y Cristian se separara de él molesto. Cuando lo iba a besar, cuando estaba apunto de probar esos labios rojizos que lo enloquecían tenía que aparecer alguien. Cristian miro al causante molesto. Era el padre de keylan. Su tío.
—¿Qué estaban haciendo? —preguntó notando la furia de Cristian. No iba a dejar que su propio primo le arrebatara a su hijo lo que todo hombre quería de él. Su virginidad. Aunque ni se imaginan ni quien se la había arrebatado.
—Nada tío —remarcó la palabra tío. Ese hombre no era su tío, no si iba a impedir su felicidad.
—Bajen a comer, solo faltan ustedes en la mesa, Dereck y tus papás ya están ahí. Incluyendo tu primo Patrick y... Keylan, te tengo una sorpresa —informó todavía su mirada concentrada en la de su sobrino.
—¿Mis papás? —el padre de Keylan asintió— Bajamos en un momento.
—No tarden... —finalizó en tono amenazante que Cristian si pudo reconocer, más no Keylan.
—¿Qué hacen mis tíos aquí? —pregunto Keylan, después de ver como su papá se iba.
—Eso es lo que voy averiguar. Vamos —concluyó para después tomar a Keylan de la cintura y ahí se dio cuenta. No tenía camisa— P-Ponte una... camisa —farfulló algo excitado, los pequeños pezones de Keylan estaban ahí, frente a sus ojos, quería lamerlos, pellizcarlos, tocarlos, estirarlos, morderlos, chuparlos...
Keylan miró su pecho y avergonzado fue a su armario, caminando lo más rápido que podía, tratando de no sentir el dolor. Abrió su armario gigante y saco una camisa de tirantes blanca para después colocársela. Camino de nuevo hasta llegar en donde estaba su primo y la puerta. Cristian la abrió y dejó a Keylan pasar primero.
Caminaron en silencio, no uno incómodo por supuesto. Cuando llegaron a la mesa todos pusieron sus ojos en ellos, el chico con cabello rojo se levantó de un salto, paso de Cristian, su primo y abrazó a Keylan de la cintura, levantándolo. Cristian indignado y ofendido que no lo haya saludado a él primero.
—¡Oh Key, Key, te extrañe un montón! —grito dejando de abrazar a Keylan— Vaya, te has... —inspeccionó a Keylan de pies a cabeza— desarrollado muy bien. ¡Pareces una chica bien dotada! —dijo sin pudor ni vergüenza. Keylan abrió sus ojos lo más que pudo.
El tic en el ojo derecho de Cristian se activó y Dereck frunció el ceño y los labios lo más que pudo. Ambos estaban molestos y hechando chispas de furia.
—Si ya, siéntate Patrick, lo avergüenzas —masculló entre dientes Cristian empujando a su primo. Alejándolo de Keylan que todavía no podía asimilar lo anterior dicho.
—¡Wow tus muslos están muy suavecitos y blancos! —sonrío feliz acariciando los muslos de Keylan.
—Patri, deja de tocar a Keylan y siéntate... —masculló entre dientes el padre de Keylan, no quería que tocaran a su único hijo. Debía protégelo.
—Ya voy —dicho esto Patrick se dirigió con una sonrisa traviesa a su lugar para sentarse nuevamente.
—Siéntense.
Keylan se sentó a un lado de Dereck y Cristian se sentó al lado. Quedando Keylan en medio de esos hombres poderosos y deseosos. Dereck vio de reojo los muslos de Keylan en donde ese Patrick los había tocado, esos muslos eran suyos y de nadie más, se lo dejaría muy claro a Keylan cuando vayan a cabalgar nuevamente y, tal vez repetir el suceso erótico y delicioso que vivieron.
Todos vieron al padre de Keylan haciendo señas a alguien, menos Keylan que estaba disfrutando del estofado delicioso. De pronto los ojos de Keylan fueron tapados por unas manos frías.
—¿Quién soy? —pregunto distorsionando su voz.
Keylan frunció levemente el ceño al no reconocer la voz, pero... las manos se le hacían conocidas. Keylan dirigió sus manos blanquecinas toncado las otras y fue estudiando su textura. Pensó y pensó hasta que por fin...
—¡Dylan! —se levanto de su lugar, quintándose la manos de su mejor amigo para después abrazarlo frente a todos. Frente a Dereck.
Cristian no se molesto ya que conocía a Dylan desde la primaria y tambien era su amigo, de echo Dylan era su consejero. Dereck sin darse cuanta doblo la cuchara de modo que quedara inservible. Lo que le espera a Keylan.
Continuará...
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Deseo y Posesividad
Novela JuvenilEl joven Keylan Elizondo llega al rancho millonario de su familia, atrayendo las miradas al instante de los peones, ¿y quien no? Keylan tenía un cuerpo de infarto, pero no como el de un hombre, si no como el de una mujer, ese culo grande y bien par...