Capítulo XVI

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El sonido de la alarma me despertó. Gonzalo seguía dormido, estaba abrazándome por detrás y su cuerpo estaba pegado a mi espalda. Me dí vuelta y me quedé unos minutos mirándolo, era tan hermoso, lo miraba y puedo jurar que no me quedaban ganas de mirar a nadie más.  No podía creer que la alarma no lo haya despertado, este chico es sordo durmiendo o qué?

-Ey, ya es hora. Dije acariciando su mejilla y dejando algunos besos allí

-Cinco minutos más Bian. murmuró sin abrir los ojos, trayendo mi cuerpo junto a él y abrazándome cada vez más fuerte

-Sólo cinco.

-Diez?- Preguntó sonriendo.Dios mío, es jodidamente perfecto despertarse y ver a este chico sonreír, por él madrugaría todos los días de mi vida.

-Siete, y sin discusiones.

-Creo que deberíamos faltar, hace mucho frío, no? dijo trayéndome encima de él 

-De ninguna manera, mamá vendrá a despertarme en un rato. 

-Sólo escóndeme. Propuso con tono provocador. Sus manos trajeron mi rostro hacia él y me dió un beso lento pero realmente excitante. Dios, este chico realmente saca lo peor de mí. El estar arriba de él me hacía poner un poco incómoda pero a la vez era la mejor sensación del mundo.

 -Creo que debes irte. Dije para calmar un poco la situación, ya que sus manos ya estaban por pasar más abajo de mis caderas. No lo culpo, Micaela solía contarme de que los hombres suelen despertarse así en las mañanas.

-Sí, tienes razón- agregó, bajándome suavemente y sacando las sábanas de encima de él. -Veo que alguien se adueñó de mi buzo-

-Ah, sí. Me desperté en la noche con un poco de frío, espero que no te moleste. Contesté sentándome en la cama 

-Quédatelo, te ves hermosa con él, te queda mucho mejor que a mí. 

-No, hace frío afuera, tienes que ponértelo.

-Deja de cuidarme, haces que me den ganas de quedarme toda la mañana aquí. Por favor, quédatelo. Dijo acercándose a mí y dándome un último beso que me hacía desearlo cada vez más.

-Te veo en un rato Bian- 

-Sí, gracias por quedarte, en serio.

-No es nada, de hecho me estoy encariñando con tu cama, es sumamente cómoda. Contestó abriendo la ventana y regalándome una sonrisa

Quedé mirándolo como una estúpida, por segunda vez. Me volví a acostar  en el lado que se encontraba él hace unos minutos, su calor todavía seguía allí y su perfume había inundado toda mi almohada, seguramente mamá se daría cuenta de ello. 

 Luego de unos minutos, mamá tocó la puerta gritando la hora para que me levante. Inmediatamente escondí el buzo de Gonzalo en el placard, quedaría demasiado obvio si lo dejaba allí aunque ya era probable que me delatara el perfume de hombre que emanaba de mi cama.

Me puse mi uniforme y ya que me había levantado temprano me hice una trenza al costado que resaltaba mi rapado sobre la oreja (normalmente suelo levantarme al quinto llamado de mamá, no al primero).

Bajé a la cocina y allí estaba mi madre preparando el desayuno,Ludmila estaba sentada en el comedor usando la mesa como almohada.

-Vaya, nos acostamos temprano ayer? No lo puedo creer- Dijo mamá un poco sorprendida por mi puntualidad

-Creo que sí. Asentí con una sonrisa

-Y con buen humor encima, creo que harás llover hoy cariño

-Basta mamá, me lo quitarás. Dije para disimular mi felicidad, que era casi incontrolable

Hoy desayuné por primera vez en semanas. No me importaban las calorías esta mañana, Gonzalo había alejado todas mis preocupaciones. Quería llegar  al colegio y contarle todo a Micaela, estoy segura que moriría de emoción.


BIANZALO-Simplemente único.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora