Capítulo XXXVII

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El despertador sonó seis y media como siempre. Me costaba despegar los ojos si no estaba Bian a mi lado como hoy, ella era la única razón por la que me despertaba apenas sonaba la alarma porque me gustaba verla amanecer a mi lado. Habitualmente dormimos juntos los viernes y sábados pero debo admitir que algunos días de semana suelo cruzar el pequeño tapial e ir a dormir con ella como antes porque la extraño; aunque casi siempre cuando lo hago ella ya está dormida pero, por alguna razón, apenas me acuesto a su lado siente mi presencia y se aferra a mí con una sonrisa inconsciente.

Después de unos minutos bajé a desayunar, papá ya se encontraba sentado en la mesa como siempre llevando una expresión en el rostro un poco extraña, que debe ser causa de una mañana tapada de trabajo.

-Creo que deberías tomarte unas vacaciones papá. Dije sentándome en la mesa y a punto de prepararme mi tazón de cereales (que nunca logran salirme tan ricos como los de mi Bian). De pronto algo me llamó la atención en él, llevaba puesto todavía el pijama y parecía no tener apuro para desayunar.

-Puede ser. Contestó sin ni siquiera levantar la vista para mirarme -Campeón, tenemos que decirte algo con mamá antes de que te vallas, sé que no te gustará pero no hay otra opción. Agregó jugando con sus manos para disimular su nerviosismo.

-Vamos viejo, lárgalo. No creo que sea tan grave

-Por favor, tómalo con calma y déjame terminar. La compañía quebró, hubo una deuda de años que no fue saldada y el gerente la venderá porque ya no le conviene. Como puedes imaginarte cientos de obreros están sin trabajo, es un desastre. Por suerte algunos puestos de los cargos ejecutivos fueron recomendados y contratados por otra empresa multinacional, es una oportunidad increíble y mamá y yo fuimos seleccionados. 

-Que triste, no es justo echarlos de ese modo, deberían pagarle a toda esa gente, no? Pregunté concentrado en mi desayuno

-Creo que no entendiste mi relato hijo, la empresa nueva está a aproximadamente unos mil kilómetros de aquí. 

Mi corazón se paralizó al escuchar esto al igual que el día que me contaron lo de Bian. No podía irme, no podía dejarla. Inmediatamente mi cuchara se hundió dentro del plato y mi estómago se cerró por completo.

-Olvídense, no me iré. 

-Sé que es difícil pero créeme que tampoco queríamos mudarnos de nuevo. Además tu madre ya hizo algunas averiguaciones y hay un club de fútbol importante allí que está interesado en probar gente nueva, estoy seguro que entrarás.

-No voy a dejarla de nuevo papá! Grité parándome de un salto  -Cumpliré dieciocho en cinco meses, puedo quedarme aquí y seguir con mi vida. Además ya tengo mis amigos y estoy cómodo con el equipo de la escuela, el fútbol puede esperar! Dije quebrándome al final

-Ni siquiera tendrás un tutor legal cerca y lo necesitarás para la escuela, hemos pensado miles de maneras para quedarnos pero es imposible. También estaremos más cerca del abuelo, como ya sabes ya esta viejo y necesita de nosotros, la nueva ciudad sólo queda a unos cien kilómetros de su hogar.

-Papá, el abuelo vive en Mendoza, es broma?

-Ojalá lo fuera, pero ese será nuestro próximo destino. 

-No pueden obligarme! Además, para qué necesitan estar el una empresa como esa? Ya tenemos bastante dinero, pueden buscar algo más cerca! Estoy acostumbrado a estar solo desde los cinco, váyanse si quieren! 

-Hijo, es importante, podemos volver en un tiempo.  Es sólo para acomodar la situación, con sólo trabajar un año allá conseguiremos mucho dinero para tu futuro.

-No necesito dinero! no pueden entenderlo? Nunca les pedí nada, ni siquiera que se quedaran un poco más en casa cuando era niño! Ahora quiero quedarme aquí! Afirmé levantando la voz como nunca lo había hecho antes con mis padres. -Mamá, no vas a decir nada? Murmuré perdiendo mis esperanzas de convencerlos.

Ella se encontraba parada detrás de papá, sus ojos estaban cargados y se la notaba más que triste. No entiendo como pudo acompañar a mi padre en ésto, ella sabía muy bien lo perfecto que me sentía aquí y lo mucho que amaba a Bian.

-Lo lamento, es sólo por unos meses. Te prometo que cuando cumplas dieciocho dejaré que vuelvas bebé aunque me duela tenerte lejos.

-Es increíble, lo estás haciendo otra vez. Siempre te las arreglas para arrancármela de mis brazos no? Solté mirando a papá con odio, como nunca pensé hacerlo. Nunca creí que podía decir algo con un tono tan hiriente como el de recién.

-Por favor Gonzalo, también me duele y realmente no merezco esto, todo lo que hacemos es por vos, algún día me agradecerás. Respondió alzando su voz con bronca.

-Ya basta, se hace tarde y tienes que ir al colegio. Interrumpió mamá señalando el reloj de la cocina que marcaba las siete en punto. -Hablaremos con más calma cuando llegues, te amo. Agregó haciéndome una caricia en la mejilla.

-Suéltame. Afirmé agarrando mi mochila antes de caminar hasta la puerta principal. -Y cuando será entonces? 

-Calculo que en dos semanas, la compañía ya esta buscándonos una residencia cerca de la sede. Legaremos justo para las vacaciones de julio, tendrás tiempo para hacer nuevos amigos antes de comenzar el colegio. Contestó papá desde la mesa del comedor.

Sin contestar cerré la puerta con todas mis fuerzas y me dirigí al colegio. Al llegar a la vereda la ví, estaba esperándome parada adelante del poste de la electricidad. Sus perfectos ojos cafés se iluminaron al verme como siempre pero ésta vez yo no podía sacarme de mi cabeza que en dos semanas no los vería más.

- Amor, ya estabas preocupándome, pensé que no irías hoy. Dijo antes de tomarme del rostro y darme uno de sus besos adictivos.

-Perdóname me quedé dormido. Respondí antes de tomarla de la mano y comenzar a caminar.

Sólo quedaban unas dos cuadras para llegar y yo no podía dejar de mirarla, sentía que debía guardar  en mi memoria la imagen de ese perfecto rostro dormido porque más de una vez lo necesitaría.

-Bian?

-Dime mi amor.

-Te amo, nunca lo olvides. Susurré aguantando mis lágrimas.



BIANZALO-Simplemente único.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora