Capítulo XXIV

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-Espera Bian, perdóname! Grité mientras bajaba rápidamente detrás de ella por las escaleras.

-Déjame en paz. Contestó en voz baja al ver a mis padres contemplando la situación en el comedor. -Que tengan buen día. Agregó despidiéndose de cada uno y saliendo por la puerta principal, dejándome a punto de romper toda la casa de bronca.

-Tiene los mismos ojos que Pablo, es increíble. Comentó papá desde el comedor, ganándose el reto de mamá por el comentario inoportuno.

-Perdóname hijo, pensé que ella ya lo sabía. 

-Olvídalo mamá. Dije antes de pegarle un puñetazo a la pared y subir a mi cuarto.

Narra Bian

Entré a mi casa y me dirigí a mi habitación lo más rápido que pude, enseguida mamá comenzó a llamarme desde la cocina para que vuelva a darle explicaciones. Obviamente seguí subiendo las escaleras hasta entrar a mi cuarto y tirarme en la cama hundiendo la cabeza en la almohada e inundándola con mis lágrimas. Sabía que enamorarme implicaba esto, estar destrozada por momentos pero no podía sacármelo de la cabeza por más que quiera. 

-Veo que alguien necesita uno de mis postres llenos de chocolate. 

-Vete mamá. Contesté sin levantar la cabeza para que no me vea llorar.

-No vine a preguntarte nada, pensé que necesitabas un poco de compañía. Murmuró haciéndome caricias en la espalda. -Perdóname por lo de ayer, no fue un buen día para mí. 

No contesté porque sabía que iba a romper en llanto. Yo sé que a mamá la sacaba de quicio mis instintos suicidas, y es obvio, ella se siente un poco culpable por ellos, pero aunque no me entienda a veces o seamos completamente diferentes sé que lo hace porque me ama, si no fuese porque no quiero verla sufrir seguramente yo estaría en las drogas o otras maneras peores de autodestruirme. Cuando mi vida empieza a ir por un camino que no tenía en mis planes, cuando me siento sola, cuando me decepciono de mí misma, cuando tengo la noticia más linda que contar, cuando dejo de ser yo... Siempre está ella. Pequeñas acciones que la hacen inmensa, única y la mejor.

-No quiero hablar de eso ahora. Balbuceé hundiendo aún más la cara en la almohada. 

- Como quieras bebé.

-Puedes hacerme tu Banana Split? Pregunté secando mis ojos y sentándome en la cama como una niña emocionada.

-Claro. Contestó corriendo el cabello que cubría mi cara antes de dirigirse a la cocina.

Un lío de sentimientos se había apoderado de mí, me sentía feliz por haber pasado la mejor noche de mi vida y a la vez estaba decepcionada, triste y llena de bronca por lo de esta mañana. Me dolió que me hizo hablar de mi padre anoche, aún sabiendo lo que había pasado. Me hace pensar que en realidad estaba rompiendo mi corazón mientras yo creía que estaba curándolo.

                                                                           ***

Pasaron tres días desde aquella pelea y Gonzalo sigue buscándome sin respuesta de mi parte, no es que no me interese perdonarlo pero necesito pensar y bastante. En estos días no conseguí salir de mi casa, me la pasé tirada en la cama pensando en todo. Ayer vinieron a verme Bruno y Mica, y aunque me hayan empalagado con tanto amor (y hacerme extrañar un poquito más a Gonzalo al verlos así) en sólo dos horas me hicieron sentir mejor con sus fuertes abrazos.

-Nena, hay un chico preguntando por ti afuera. Interrumpió Ludmila entrando a mi cuarto. ¿Alguien preguntando por mi? Seguramente era una mentira de mamá para que me levante de una vez.

BIANZALO-Simplemente único.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora