Capítulo XXXI

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-Sí, estoy segura. Contestó tomándome de la nuca y trayéndome hacia ella para besarme.

Mis manos comenzaron a transpirar, nunca me había pasado esto antes ni con la chica más famosa de la escuela anterior con la que estuve. Sólo traté de disimularlo para no incomodarla y comencé a quitarle lentamente toda su ropa, haciéndola mía por primera vez...

Después de unos minutos me separé de ella para recuperar el aliento, aunque moría de ganas de quedarme así toda la noche.

-Sólo dime que no te lastimé. 

-Para nada, eres el mejor. Contestó con una sonrisa pícara.

-Creo que necesitas descansar un poco. Afirmé buscando mis bóxers debajo de las sábanas.

-Qué pasa Gravano? Estamos sin energías hoy? Bromeó

-Te equivocas DiPasquale. Dije abalanzándome sobre ella, pero sin nervios esta vez.

Parecerá "cursi" pero había tenido sexo unas siete u ocho veces en mi vida, pero nunca había hecho el amor.

Eran las dos y treinta de la madrugada y nos encontrábamos mirando el techo, ella tenía su cabeza apoyada en mi pecho y estaba haciéndome suaves caricias allí.

-Háblame de tu vida. Dije rompiendo el silencio.

-Para qué quieres que te hable de mi vida? No tiene nada interesante.

-Me interesa todo lo que tenga que ver con Bianca Ailén DiPasquale.

-No se, a veces creo que soy feliz, como cuando estoy en la escuela tirando la cabeza hacia atrás y tapándome la boca mientras río a carcajadas por las bromas de Nacho. Pero entonces el día se hace noche y mi sonrisa despreocupada se convierte en una inexplicable tristeza, grabada en mi rostro como un tatuaje. Y me acuesto pensando en todas las cosas que me gustaría poder decir y en todas las cosas que tengo miedo de admitir, incluso sólo en mi mente. Es en noches como esas cuando me doy cuenta de que soy varias cosas, soy triste y soy feliz, extrovertida y tímida, cobarde y valiente, rebelde y tranquila. Pero sobre todo me doy cuenta de que estoy vacía. A veces creo que nadie en este mundo conoce mi canción preferida, qué frase recuerdo en mis mejores días ni qué película veo cuando estoy triste y no quiero salir de casa. Nadie sabe que es lo que me hace seguir cuando no quiero continuar, qué me hace feliz cuando no puedo parar de estar deprimida ni que hago cuando no puedo dormir. A veces me pregunto, si es que alguien en absoluto me conoce, si alguien en absoluto sabe, lo que en realidad soy.

-Ok, ya logré lo que quería. Afirmé con seguridad después de haberla escuchado atentamente haciéndole mimos en su cabello.

-Qué cosa? Preguntó asombrada

-Que te desahogues, llevas guardado eso hace un siglo mas o menos.

Una sonrisa se dibujo en su rostro y sus ojos empezaron a brillar de una manera que nunca ví. Nunca la había visto derramar una lágrima desde que la conocí, hasta hoy.

-Sólo dime que te hace estar así, juro que te hará bien. Agregué besando su frente.

-Papá falleció el año pasado. Era alcohólico y arruinó mi infancia por completo. Me lastima un recuerdo, eso es.

-Lo lamento tanto Bian, en serio. Cuéntamelo si quieres. Contesté respirando hondo, obviamente sabía lo que le había pasado, pero nunca imaginé que iba a romperme el corazón el escuchar decirlo de su dulce voz.

-El día que mamá dijo que sólo le quedaban unas horas de vida, pasé a verlo a terapia intensiva. Nunca pensé que un corazón podía latir tan rápido como el mío en ese lugar. Papá no conocía a nadie en esos momentos, su conciencia y su memoria había dejado de funcionar así que entré sabiendo que no iba a conocerme, que iba a ser "una enfermera" como le decía a mamá. Cuando me paré a su lado su voz temblorosa soltó -¿Cómo anda mi bailarina favorita?-. Un nudo gigante se atoró en mi garganta dejándome sin aire. Sabes que es lo peor? no le dije que lo perdonada por todo, lo dejé irse con la culpa. Y eso, no me lo voy a perdonar nunca. Por eso tengo ganas de morir a veces, lo merezco, por cobarde. Confesó quebrándose al final.

Al escuchar esto tragué saliva, no podía hablar. 

-Bian, eres la chica más valiente que conocí en mi vida. Yo no hubiera soportado ni que mi padre estuviera internado por tres días. La vida le da sus peores batallas a sus mejores guerreros, créeme. Y no quiero escucharte volver a decir que quieres morir, de hecho te acompañare a danza todos los jueves, debes seguir siendo su bailarina favorita, no? Contesté secando sus lágrimas.

-Gonzalo... Susurró

-Si?

-Te amo.

BIANZALO-Simplemente único.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora