Capítulo XLIX

1.1K 87 38
                                    

Me desperté sobresaltada y dirigí mi mirada desesperada hacia mi izquierda, allí estaba Bruno sentado a mi lado como un guardaespaldas concentrado en la pantalla de su celular.
-Bru? Murmuré para llamar su atención, me sentía demasiado mareada, debe ser por el horrible efecto del sedante.
-Bian, al fin, dormiste una eternidad. Dijo inmediatamente al verme despierta. -Tienes fiebre? Estás temblando. Agregó apoyando la palma de su mano en mi pequeña frente.
-Donde está? Pregunté ignorando sus comentarios, aún recordaba mi esfuerzo inútil por no dormirme para ver a Gonzalo y me odiaba por haber desistido.
Mi amigo señaló con la cabeza hacia un extremo de la habitación con una sonrisa victoriosa. Al voltear mi cabeza lentamente lo vi, estaba dormido en una silla extremadamente incómoda y parecía tan cansado como aquellos días que volvía de fútbol y se desvanecía en mis brazos. Seguía tan hermoso como siempre, no había cambiado ni una sola cosa de él.
-Quieres que lo despierte? Se ha pasado todo el día mirándote creyendo que te vería despertar, odiará que seas tú la que lo veas abrir los ojos. Bromeó mi amigo
-No, déjalo dormir un rato más. Respondí dulcemente mientras seguía clavando mi mirada en él. -Dónde están todos los demás? Agregué
-No sabes el trabajo que me costó convencer a tu madre y a tus hermanas de que vayan tan siquiera una hora al bar a comer algo, deberían pagarme una fortuna por esto. Micaela fue a comprarte las medicinas que te recetó el médico, estoy seguro de que ya está en camino. Contestó mientras se hamacaba en la vieja silla de hospital.
-Paio lo vió, verdad? Pregunté mientras dirigía nuevamente mi mirada enamorada hacia Gonzalo.
-Aún no, aprovechó que te inyectaron el tranquilizante para ir a su casa a bañarse y a dormir unas horas, tuvimos que obligarlo. Sólo lo cruzó en el pasillo cuando te operaron.
-Mejor, debe sentirse un poco incómodo. Susurré
-Amiga! Interrumpió gritando Micaela apenas entró a la habitación. -Ya era hora de que despiertes, necesito que corras o hagas alguno de tus ejercicios imposibles, es aburrido que estés tan tranquila. Afirmó mientras se sentaba en mis pies.
-Prometo que haré abdominales encima tuyo, pero baja la voz. Susurré mientras controlaba de que él siga dormido, pero creo que ya era demasiado tarde...

BIANZALO-Simplemente único.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora