Capítulo XIX

1.5K 90 7
                                    


-Paio? Nunca escuché ese nombre antes, es raro

-Bueno, soy Pablo en realidad, ese es mi apodo pero últimamente se convirtió en mi primer nombre, todo el mundo me llama así. 

-Ok Paio, un gusto conocerte. Contesté sonriendo -Ah, por cierto, estás perdonado

-Me alegro, el gusto es mío. Dijo amablemente antes de irse. Tenía una mirada bastante particular, parecía que debajo de todo ese saco de músculos se escondía un niño tierno e indefenso (creo que mi "poder de análisis social" si funcionaba con Pablo) y debo admitir que me agrada este chico.

Me acomodé en la línea de salida nuevamente para correr, los chicos de fútbol ya habían terminado su partido por lo que se encontraban en las bancas de descanso que daban al circuito. Podía sentir la mirada de Gonzalo puesta en mí y eso me motivaba aún más.

-Wow, 14:05, nada mal Bianquita. Me dije a mí misma al llegar a la meta. Había bajado un segundo y medio, parece poco pero en deportes como éste hasta una centésima de más puede alejarte del éxito.

-Es todo por hoy Dipasquale, tus piernas morirán si haces una pasada más! Las demás hacen dos vueltas nuevamente, deben bajar el tiempo anterior. Ordenó el entrenador 

Asentí con la cabeza y me dirigí al vestuario para bañarme. El pasillo que dividía el de mujeres y el de hombres estaba copado por futbolistas, lo que me parecía desagradable porque suelen ponerse demasiado pesados al ver una sola mujer llevando top deportivo y calzas ajustadas entre tantos hombres.

-Ey nena! Por qué tan rápido? Podemos ahorrar agua juntos si quieres!  Oí de lejos, obviamente ni siquiera me volteé a mirar.

De repente un brazo bloqueó la entrada al vestuario femenino, impidiéndome la entrada.

-Por qué no te quedas un rato con nosotros? 

-Quítate Nicolás! Te romperé la cara si me tocas! Grité

-Bian? Dijo Gonzalo acercándose a mí y mirando fijamente a Nicolás. -Pasa algo?  Agregó tomándome de la cintura y pegándose a mí delante de todos.

-No nada, ya está.

 Estaba gustándome cada vez más como se comportaba Gonzalo conmigo, pero a la vez me asustaba que ya nos estemos mostrando en público, no sabíamos si esto iba en serio o no.

-Parece que Gonzalo no sólo te gana dentro de la cancha Nico. Bromeó Sergio. 

Creo que no es necesario aclarar que Sergio no se llevaba para nada bien con Nicolás ya que es el actual "novio" de Florencia, el amor de toda la vida de mi amigo. 

-Nos vemos luego. Susurré en el oído de Gonzalo, tenía que salir de ahí o iban a seguir discutiendo y seguramente terminaría mal.

Al entrar al vestuario me dirigí hacia los casilleros en donde guardaba mi cambio de ropa. Enseguida un mano se posó sobre mis abdominales abrazándome por detrás, un perfume bastante conocido comenzó a apoderarse del ambiente e inmediatamente se dibujó una sonrisa en mi rostro.

-Que haces acá? En un rato esto colapsará de mujeres- Dije girándome y quedando en frente de Gonzalo. Él no tenía remera, probablemente se estaba por bañar cuando me escuchó gritarle a Nicolás o simplemente se la había sacado para provocarme, y para su suerte, lo estaba logrando.

 -Tranquila, sólo tengo ojos para una. Bromeó

-Seguro? 

-Si, sólo te pido que no huyas de mí porque sería imposible alcanzarte, eres una bestia corriendo! 

-No soy tan rápida, nunca pude salir campeona. Ojalá este año pueda, goleador. Contesté haciéndole una caricia en la mejilla. 

-Seguro lo lograrás, haremos una promesa.

-Cuál?  Pregunté ansiosa

-Si ganas, yo te compraré un caja llena de chocolates y todas esas cosas que vuelven locas a las chicas. Y si pierdes, estaré en la noche cuando te sientas deprimida.

- Ok, ganaré de todas formas entonces, me gustan las dos recompensas. Contesté tomándolo del cuello y acercándolo más a mí, no aguantaba estar lejos de él aunque sean diez centímetros, Gonzalo era como una adicción, cuánto más cerca está más lo deseas. Sus manos comenzaron a acariciar mi espalda y mis abdominales estaban rozando los suyos, inmediatamente comencé a darle algunos besos en su cuello.

-Por favor Bian, estás torturándome. Es mi punto débil. Murmuró con voz entrecortada

Hice oídos sordos y seguí acariciándolo, realmente necesitaba esto. En unos minutos la situación ya se estaba subiendo de tono, creo que la debilidad de Gonzalo era verdaderamente cierta ya que se encontraba bastante agitado. Yo no podía controlarme y no se por qué, nunca me sentí así, en ese momento era imposible parar aunque mi cabeza me lo pida a gritos.

- A qué se debe todo esto? Susurró Gonzalo, sin parar de acariciarme

- Creo que tenía que agradecerte el hecho de ser "la chica de honor hoy" 

-Haré miles de goles si éste es el premio. 

-No te emociones, es todo por hoy. Esto se llenará en cinco minutos así que debes irte. Dije dejando un último beso en sus labios antes de que se dirigiera hacia la puerta.

-Ey Bian, olvidé decirte algo! Afirmó mientras seguía caminando hacia atrás como para no perder el ritmo.

-Qué pasa?

-Deja la ventana abierta hoy. Contestó con un sonrisa pícara



BIANZALO-Simplemente único.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora