1 | "Mejor Amigo"

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—Fue contigo, Beckett. Ya, ¿Feliz? —dijo finalmente Flavia.­­­

—Punto uno: ¿Beckett? Realmente te hice molestar, ¿no? Punto dos: Yo sabía que tu primer beso había sido conmigo, no entiendo cuando admitirás que nos casaremos. Punto tres: Feliz y medio —respondió irónicamente Asher.

—No nos casaremos, amigo —sentenció Flavia.

—Si lo haremos —dijo convencido él.

Mientras caminaban con dirección a la casa de Asher, Flavia iba con su soso uniforme de falda beige y franela azul marino, sus altas medias blancas y sus mocasines negros, los cuales ella siempre considero que son de anciana, su cabello color café oscuro, largo y con ondas, atado con una alta cola de caballo y en su espalda llevaba un casi vacío morral de color negro.

Asher iba a su lado, vestido con el mismo uniforme del instituto, pantalones de pinza color beige y camisa color azul marino, él sin embargo iba con unas vans en sus pies, y en su espalda un morral de color violeta. No era común ver a un hombre con ese tamaño y un morral de ese color, pero él afirmaba que esa era su color favorito y no le importaba si a los demás no les gustaba.

Caminaban juntos diario a casa de Asher luego de clases, normalmente hablaban de todo y nada, pero hoy Flavia estaba distinta, no hablaba, desde que salieron del instituto hace como 10 minutos, no ha hecho más que pensar, solo se ha limitado a responder lo que Asher le pregunta, incluso parece un poco irritada con él.

Asher sin embargo no ha parado de hablar, algo típico que hace él cuando Flavia está mal y no quiere hablar, él comienza a hablar por los dos.

—Al fin y al cabo, ese beso fue hace muchísimo, teníamos 11 y fue por estar jugando Verdad o Reto con los chicos del Instituto —dice Flavia después de haber estado largo rato sin hablar.

—¿Ah? ¿Y eso qué? No has hablado desde que salimos del Instituto, y ahora que te dignaste a hablar lo haces para decirme, ¿eso? —dice Asher, un poco indignado.

—Pues, ¡Tú empezaste! Tú me preguntaste lo mismo de siempre sobre con quién había sido mi primer beso, y luego me quede pensando en el tema, ¡por eso lo dije! —dijo Flavia muy frustrada.

—Okey, cálmate. ¿Ya me vas a decir que te pasa, o vas a esperar a que lleguemos a mi casa? —dice él calmado.

—No me pasa nada, solo imagina que estoy en mis días y ya, ¿Okey? —dice ella mirando al suelo.

—¿Estás en tus días o no? —dice él confundido.

—No, pero tú solo imagina que es eso para que se te baje un poquito la preocupación —dice ella en un tono un poco dulce.

—¡FLAVIA NICOLETTA D'AMBROSSIO! —gritó él.

—Casi le llegas al tono que usa mi mamá, te falto el acento italiano y listo —dice ella sonriendo de oreja a oreja.

—Flavia, Flavia, no juegues con mis límites —dijo él mirando al cielo.

—Bien, te cuento... —habla mirándolo pícara.

—Ehm... habla ¿no? —dice él mirándola fijamente a los lindos ojos color miel de ella.

—Te cuento... ¡Sólo si me ganas! —gritó ella y salió corriendo a toda mecha calle arriba.

Asher tardó al menos 15 segundos en entender que debía correr, ya que él sabe que Flavia con respecto a estas pequeñas competencias habla muy en serio, sin pensarlo un segundo más salió corriendo tras ella.

5 minutos después, llegaron a casa de Asher jadeantes, discutiendo obviamente.

—JÁ. ¡Te gané! No te contaré aún —dice ella orgullosa.

Hasta Que El Infierno Se Congele ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora