13 | Maldito cáncer

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Flavia cierra los ojos, se calma, ya no llora. Ya olvidó porque estaba llorando. Solo piensa en lo que acaba de decir su madre, siente como todos sus miedos lentamente cobran vida. Cáncer, cáncer, cáncer. Repite su cabeza una y otra vez—. Mami...—Flavia abre los ojos, están cubiertos por una cortina de agua. Trata de observar a su madre—. Dime que oí mal. Dime que es mentira. Dime lo que quieras, continúa regañándome por Andrew y Asher. Dime lo que sea, menos que tienes cáncer —Flavia nota como cada parte de su cuerpo comienza a temblar. Atrapa su labio inferior con sus dientes, para que pare de temblar, es inútil continúa temblando—. Mamá, no puedes morir. No puedes, tú eres mi mamita, eres esa que me regaña cuando lo necesito, la que siempre sabe que decir. Mami, dime que no te vas a morir. Dime que no me vas a dejar —Flavia siente como su madre la abraza. Sus ojos son un mar, su cuerpo una gelatina. Su hermana también se une al abrazo.

—Flavia, mi niña. No voy a morir. Y jamás las voy a dejar. Lucharé contra esto, lo prometo hija. Lucharé hasta el final, es mi culpa por descuidar mi salud, lo sé. Pero, ahora debo asumir las consecuencias de mi descuido —Diletta llora y tiembla al igual que su hija.

—¿Qu-qué ti-tipo de cáncer es? —Flavia siente como su garganta arde ante esa pregunta.

—Leucemia, hija —Diletta nunca espero hablar de esto con su hija.

Flavia al oír esto siente su mundo derrumbarse, no puede estar allí, necesita a Asher. Lo necesita. Solo quiere golpear a todos.

—Mami...—Flavia respira profundo, y observa fijamente a su madre—. No puedo, no puedo estar aquí. ¿Puedo quedarme en casa de Asher? Solo esta noche, necesito calmarme y aquí no podré.

—Claro, mi niña. Todas necesitamos calmarnos. Y éste nunca será un buen lugar, al menos hoy —Diletta toma aire. Sabía que esto sería duro, pero, nunca imaginó cuánto. Entiende completamente a Flavia.

Flavia se levanta, se dirige al baño, se da una ducha rápida y al salir, llama a Asher. No puede evitar que su voz se quiebre—. Ven a buscarme. Rápido, por favor —Asher no dice nada, cuelga y se dirige hacia allá.

Flavia toma su bolso, recoge algo de ropa, su uniforme básicamente y las cosas que necesitará mañana. Le da un fuerte beso a su madre en la frente, la abraza y le dice lo mucho que la ama. Se despide de igual forma de su hermana y sale del departamento.

Al llegar a abajo, lo ve. Ahí estaba su mejor amigo, al rescate. Su corazón se hace añicos y corre hacia él. Lo abraza y llora desconsoladamente sobre su camisa. Asher solo la siente temblar, no entiende nada. Le deposita un tierno beso sobre la frente, la abraza con fuerza y la ayuda a subir al auto.

Una vez en el auto, Asher intenta preguntar—. Flavia, ¿qué sucede?

Flavia realmente quiere contarle, pero no consigue dejar de llorar. Respira profundo unas cinco veces y lo observa con los ojos hinchados, Asher está preocupado se le nota en la mirada—. Cáncer, Asher, un maldito y jodido cáncer.

Asher trata de mantener la calma, pero, su cara de miedo lo dice todo—. Explícate.

—Mi madre, mi luz, mi heroína, mi consejera, mi vida, Asher...—Flavia siente como pierde la voz y vuelve a llorar. Traga un par de veces, sorbe por la nariz y llora.

Llegan a casa de Asher y juntos bajan del auto. Flavia respira profundo y trata de parecer calmada.

Entran y Julia se encontraba en la cocina limpiando quien sabe qué—. ¿Qué pasa mi niña? —pregunta Julia al ver la cara de Flavia.

—Nada, Julia. Mi madre tuvo que salir de emergencia y Gisselle se quedó en casa de su novio. Así que me pidió que me quedara con Asher por que no podría llevarme al colegio mañana —explica Flavia, lo dice tan segura que Julia no hace más preguntas.

Hasta Que El Infierno Se Congele ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora