Asher ante la pregunta de Flavia, se siente tenso. Decide rendirse y sonríe. Observa a Flavia—. Las mejores preguntas al finalizar del recorrido, ¿okey señorita? —dice Asher.
—Muy bien, ¿cuál es nuestra próxima parada, caballero? —dice con emoción Flavia—. Por cierto, ¿qué hora es?
Justo el semáforo cambió a rojo, y Asher decide revisar su teléfono—. Son las siete veinticinco. El tiempo ha pasado volando.
—Cuando se está con la gente que amamos, el tiempo vuela —dice Flavia mirando por la ventana.
—Tienes toda la razón mi querida Flavia —dice Asher y avanza por la calle.
—¿Me dirás a donde iremos y cuantas paradas faltan? —lo observa Flavia.
—Claro que no —responde Asher—. Tú relájate y disfruta.
—¿Tenías mucho tiempo con esto planeado? —pregunta Flavia.
—La verdad no. Todo esto es algo que sucedió hoy, hice llamadas, mande algunos mensajes. Y todo fluyó —explica Asher.
—Llamaste a tus contactos. ¿Debería asustarme porque tienes contactos? —se ríe Flavia.
—Después de todo este tiempo ya no tienes derecho a tenerme miedo —dice Asher.
—Siempre tendré derecho a todo contigo —responde Flavia. Ella se mira el brazo, justo donde está el tatuaje y luego ve el brazo de Asher—. No lo entiendo, me habías dicho que no te gustaban los tatuajes.
—Este tatuaje es tu culpa, nunca pensé en hacerme un tatuaje. De hecho, si tú no querías hacértelo no te hubiese insistido, nos habríamos ido y ya. Yo tenía miedo —Asher observa a Flavia y luego regresa su vista al camino—. Pero luego te vi tan decidida que no lo pensé dos veces. El que no arriesga no gana, y creo que gané.
—Eres increíble —dice Flavia mirando su perfil, observando cada detalle. Flavia no sabía realmente si lo decía por Asher en sí, o por lo que él decía—. Llevamos en este auto media vida, ¿cuánto falta?
—Ya casi llegamos mujer. Calma —dice Asher.
—Asher, esta parte de la ciudad ni siquiera la conozco. ¡ME ESTAS SECUESTRANDO! YO SI ME LANZO DEL AUTO, NO LO PIENSO DOS VECES, ASHER —grita Flavia exagerando.
—Muy chistosa. Si quisiera secuestrarte no estuvieras consciente, duh —responde Asher con obviedad—.Ya llegamos, por cierto.
—¿Eso es un bar? ¡QUIERES EMBRIAGARME! Okey, a eso no me opongo —dice Flavia.
—Flavia, creo que debemos hablar sobre tu problema con el alcohol —responde Asher—. Y no es un bar cualquiera, es un Karaoke Bar —finaliza Asher y se baja del auto.
—GENIAL —grita Flavia con emoción y se baja detrás de él.
Entran juntos al bar, y oyen a una mujer cantando Perdón, Perdón de Ha-Ash a todo pulmón, con una botella de Vodka en mano. Flavia sabe que a esa mujer la acaba de dejar su novio de años, se le nota.
El bar estaba casi lleno, era un bar un poco oscuro, paredes cafés, lo único bien iluminado era el escenario con una cortina roja de fondo.
—Asher, ¿vamos a cantar? —pregunta Flavia mientras se sientan en una mesa—. Bueno, yo sé que si lo haré, porque amo el karaoke, pero tu no.
—Siempre hay una primera vez para todo. Y tengo que cantar —dice seguro Asher.
—¿Nunca has hecho Karaoke antes? Nunca dejo de aprender cosas sobre ti —se sorprende Flavia, mientras observa como sube un hombre y una mujer al escenario para cantar Alérgico de Anahí con Noel Schajris —. Me gusta este lugar, pero está súper alejado.
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Hasta Que El Infierno Se Congele ©
Roman d'amourAsher Beckett. Flavia D'Ambrossio. Él no es ni el popular, ni el perdedor de la clase, es solo Asher y con eso bastó. Ella no era nadie, era complicada, no le gustaba la atención pero tenía una personalidad tan fuerte que destacaba por si sola. La...