Andrew se gira para mirar a su chica mientras espera por los helados, nota como ella le sonríe a su teléfono muy contenta y con las mejillas algo rojas—. Espero realmente que haya visto alguna imagen graciosa —piensa Andrew mientras se gira, con la cabeza baja—. Quisiera saber que piensa Flavia, yo pienso todo el tiempo en ella, en esa sonrisa, pero, ¿ella pensará en mí en algún momento? —Andrew siente como todos los celos, los temores le carcomen la cabeza—. Es tu novia, tranquilízate. Ella decidió estar contigo, confía —lo tranquilizaba su conciencia. Que equivocada estaba.
Andrew devuelve su atención a la chica que tiene enfrente, quien le tiende amable los dos helados. La chica le sonríe coqueta, Andrew le devuelve la sonrisa, pero no con tanta picardía. La chica le da los helados y le da un pequeño papel "Si te cansas de esa mocosa, puedes llamar. Besos xoxo" La chica le deja su número y un guiño. Andrew arruga el papel, paga por los helados, se da media vuelta y se regresa con la chica que lo trae loco de verdad.
Llega a la mesa junto a Flavia, le tiende el helado y ella lo toma con delicadeza Andrew esperaba una escena de celos o algo. Pero Flavia ni siquiera notó lo sucedido hace unos segundos—. ¿Con quién hablabas peque? —pregunta Andrew tratando de ocultar un poco sus celos.
—Con nadie, amor. Vi un video que me causó mucha gracia —Flavia comienza a comer su helado alegre.
—¿De qué trataba el video? —Andrew siente que ella miente, aunque quiere confiar en ella.
—Gatos y pepinos. Lo más chistoso que podrás encontrar en Internet —Flavia ríe y continúa su helado.
—Qué extraña eres, Flavilinda —Andrew la observa con ojos de amor.
—¿Me dices extraña y me dices "Flavilinda"? —Flavia lo observa con una ceja levantada.
—Quiero ponerte todos los apodos que se me ocurran, desde el más cursi hasta el más feo. Y sí eres extraña, pero me gustas así —admite Andrew mientras termina su helado. —Flavia, sé que ya es un poco tarde, pero me preguntaba si querrías, ¿ver una película en mi casa? Ordenamos pizza y pasamos el rato. Yo te llevo a tu casa luego —observa a Flavia mientras limpia su boca con una servilleta.
Flavia come su helado con tranquilidad, piensa en lo que le ha propuesto Andrew, piensa en Asher. La culpa vuelve—. Comemos otra cosa, pero pizza no —Flavia recuerda que ayer comió pizza con Asher y no quiere repetir el momento con otra persona que no sea él.
—Pensé que la pizza era tu comida favorita, pero, me parece bien —Andrew toma las rosas y la mano de Flavia para salir juntos de la heladería.
—Lo es, Andy. Pero, hoy no me provoca —Flavia sonríe y deja guiarse por la mano de su novio.
Ambos entran al auto y Andrew enciende el motor.
—¿Andy? —pregunta Andrew mientras conduce.
—Tú me dijiste Flavilinda y Flavi. Creo que te debía un apodo, y Andy me gusta mucho —sonríe Flavia mientras asoma su cabeza por la ventana, le encanta sentir el aire contra su rostro.
—Ok. Flavi, ¿puedes regresar tu cabeza al interior del auto? Me traes nervioso —Andrew trata de concentrase en el camino pero se le está haciendo difícil.
—Shh, Andy. Estoy hablando con el viento —Flavia cierra los ojos y sonríe.
—Flavia creo que me estoy enamorando —susurra Andrew más para sí mismo que para Flavia.
Flavia vuelve a su posición inicial, sube volumen al radio, no quiere oír música, pero tampoco quiere oír sus pensamientos diciendo que Asher se molestará. No puede creer que la culpa sea mayor con Asher que con Andrew, y Andrew es su novio.
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Hasta Que El Infierno Se Congele ©
RomanceAsher Beckett. Flavia D'Ambrossio. Él no es ni el popular, ni el perdedor de la clase, es solo Asher y con eso bastó. Ella no era nadie, era complicada, no le gustaba la atención pero tenía una personalidad tan fuerte que destacaba por si sola. La...