Cuando íbamos en el coche de vuelta a casa decidí llamar a mi madre.
-Hola, mamá. Ya estamos volviendo a casa -le avisé, ya era la hora de comer.
-¿Qué tal lo habéis pasado? -preguntó desde el otro lado de la línea.
-Muy bien, al menos yo me lo he pasado muy bien.
Se me escapó una sonrisilla, mi madre no era tonta y habría leído entre líneas en esa frase. Usui se giró para sonreírme un momento y guiñarme un ojo al oírme decir eso.
-¿Vais a venir a comer? Estoy preparando la comida, pregúntale a Usui si le gusta la lasaña casera.
-¿Me estás diciendo que le invite? ¿Estás segura? -le pregunté con desconfianza, preocupándome por su estado.
-Sí, hija, sí. Mira que te cuesta. Estoy perfectamente, me encuentro genial así que aprovecha e invítale hoy que me encuentro bien. Nos vemos en un rato -y me colgó.
Típico de mi madre. Siempre había que hacer lo que ella quería y tenía que tener la última palabra.
-Bueno, mi madre dice que si te gusta la lasaña casera. Te ha invitado a comer hoy con nosotras.
-¿Tú quieres que vaya? Porque no te he visto muy convencida de la idea.
-Más que nada era por el estado de mi madre, pero dice que hoy se encuentra bien. Así que no me importa que comas con nosotras, pero no te quiero agobiar. Si no te apetece no hace falta que vengas.
No me contestó pero cuando vi que pasaba por delante de mi casa de largo supuse que iba a buscar aparcamiento y comer con nosotras. Y no me equivoqué.
-Hola mamá -saludé cuando entramos en casa-. ¿Ya está lista la comida?
-Le falta un poco. Tomaros algo en la terraza de mientras.
-¿Por qué no viene con nosotros? -preguntó Usui asomandose desde la terraza, una vez estábamos ya fuera.
-Estoy arreglando un poco la casa, no os preocupéis. En cuanto la lasaña esté lista tendremos tiempo de charlar.
-¿Has pedido el adelanto? -me preguntó Usui antes de dar un trago a su cerveza.
-Aún no, el lunes lo haré. No creía adecuado hacerlo el primer día.
-Tienes razón. Chica lista. Brindo por ti -chocamos nuestras cervezas y seguimos bebiendo.
-¿Sabes? Siempre he querido tener una mascota.
-¿No has tenido ninguna mascota nunca? -me preguntó Usui extrañado.
-Siempre quise un perro pero en el edificio no los permiten.
-¿Y algún hamster o cobaya?
-Me hacen gracia pero de momento con la salud de mi madre, no quiero añadirle una carga. No puedo evitar que se ocupe sola de la casa, si tuviera una mascota la cuidaría cuando no estoy y sería más trabajo.
-En realidad creo que le haría compañía. Tu madre no suele salir demasiado de casa, ¿verdad?
-La verdad es que no. A lo mejor no sería tan mala idea.
-Chicos la comida está lista -nos avisó mi madre.
Pasamos a comer y mi madre y Usui hicieron buenas migas. Estuvimos charlando de todo un poco, Usui le contó más cosas durante la comida a mi madre que a mí en meses. Pero eso no me molestó, me alegró que se llevaran bien.
Cuando íbamos por el postre mi teléfono sonó. Era una antigua amiga de secundaria.
-¡Hola Coco! Oye me ha salido un trabajo de canguro esta noche pero no estoy en la ciudad. ¿Podrías cubrirme? Les he dicho que podía llamar a una amiga y eres la más responsable que conozco del antiguo grupo. El dinero de esta noche es todo tuyo.
-¿De qué hora a qué hora?
-Bueno resulta que los padres de los niños se van a una cena de negocios. Estarán hasta las dos como muy tarde, eso me prometieron. Solo has de darles la cena que estará preparada y acostarlos a las nueve. Son un niño y una niña adorables. Ya verás.
-Hecho. Pásame la dirección -colgué a mi amiga y volví a la mesa con mi madre y mi... ¿Rollo?-. Lo siento, era una amiga. Me ha salido trabajo de canguro esta noche.
Cuando les dije la dirección, porque mi madre me la preguntó, todos nos quedamos alucinando. Era en el edificio en que vivía Usui.
-¿Hasta que hora te vas a quedar cuidando de los niños? -preguntó mi madre.
-Como muy tarde hasta las dos de la mañana, al menos es lo que me ha dicho mi amiga.
-¿Sabes llegar hasta allí? Si quieres podemos pasar el resto de la tarde en mi casa y así te llevo. Luego te puedo traer de vuelta.
-Que me lleves aún, pero no voy a dejar que me esperes hasta las dos para llevarme a casa.
-A esa hora suelo estar despierto aún, así que no me supone ningún problema.
-Vale pero no te haré salir de casa a esa hora -le contesté empezando a enfadarme.
Si digo que no es que no, odio que me lleven la contraria.
-Déjala, Usui. Mi hija es la persona más tozuda del mundo. Si dice que no, no le harás cambiar de opinión. A lo mejor en el momento en que salga, si está muy cansada, la convences entonces -Usui sonrió amablemente a mi madre, ya que ella le había hablado con parsimonia.
-La comida estaba riquísima. Muchas gracias. Pero será mejor que nos vayamos ya para dejarla descansar -le dijo Usui.
-Ya te he dicho que me tutees y que me llames Bea. Me haces sentir vieja si me tratas de usted -mi madre se rió ante su propio comentario.
-Lo siento, es la manera en que me han educado y me cuesta tutear a mi suegra -Usui se rascó la cabeza mientras se disculpaba.
-Bueno, al menos eres un chico muy educado. Eso está muy bien, y más hoy en día, que la mayoría de gente a vuestra edad ha perdido el respeto y no saben lo que es la educación.
-Creo que eso es culpa tanto de los padres, que no son lo suficientemente estrictos con sus hijos, como de los colegios, que ni exigen ni enseñan la educación que deberían -comentó Usui.
-Completamente de acuerdo. Ahora los padres, por no dar una hostia bien dada en el momento adecuado, dejan que sus hijos les mangoneen como les dé la gana -comenté yo.
-No creo que la violencia sea necesaria para criar a un niño, pero sí que es cierto que a más de uno no le hubieran ido mal unos golpes de zapatilla -añadió mi madre.
-Bueno mamá, recogemos los platos y nos vamos. Así descansas. Pero descansa, no te pongas a limpiar la casa, que te conozco -le avisé mientras Usui y yo nos levantábamos para recoger la mesa.
Fue un día singularmente bonito. Al menos hasta el momento en que empecé mi turno de canguro.

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Se llamaba Usui
RomanceUns vez conocí a un chico muy especial. Él cambió mi vida por completo. Fue mi primer y único amor, y no le he vuelto a ver. Pero si queréis, os puedo contar nuestra historia. Él se llamaba Usui...