A situaciones extemas, medidas extremas

104 8 1
                                    

-¡Manu! -grité nada más despertarme y me arrepentí al instante. 

Mi cabeza estaba a punto de estallarme. Al menos eso era lo que quería yo, que me estallara, para morir de forma rápida e indolora. Así no tendría que soportar la resaca de caballo que llevaba encima.

-¿Qué te pasa? -dijo apareciendo en mi puerta. 

Al parecer estabamos los dos en el mismo estado, puesto que Manu a penas se aguantaba de pie por él mismo. Tuvo que apoyarse en el marco de la puerta medio muerto.

-¿Te han disparado? -me burlé de él, a pesar de no estar en mejores condiciones. 

Manu se aguantaba con la mano que tenía libre el estomago como si fuera a morirse. 

-Ja, ja. ¿Qué quieres? -Escupió mientras se arrastraba casi literalmente hasta el sillón que había junto a mi cama.

-¿Qué narices pasó anoche? No me acuerdo de nada -ahí fue cuando el debate moral tuvo se inició en la cabeza de Manu. 

Él, a diferencia de mí, si que se acordaba de lo que había pasado. Pero su minúsculo cerebro trabajó a la velocidad de la luz para llegar a la conclusión de que era mejor guardarse el pequeño dato de que habíamos perreado y nos habíamos enrrollado la noche anterior.

-Que bebiste demasiado y bailaste demasiado. Te acabaste quitando los tacones y te tuve que traer en brazos porque "el suelo es lava, no lo puedo pisar". Eso fue lo que me gritaste antes de subirte a mi espalda. 

Puso una sonrisa despreocupada y se rió recordando la noche anterior. Nunca supe si esa parte era cierta o se la había inventado para cubrir los besos que nos habíamos dado. 

-Tienes que aprender a beber. ¿De verdad no te acuerdas de nada?

Hice un esfuerzo por recordar pero solo había un gran espacio en blanco en mi mente. Lo cual fue bastante exasperante. Negué con la cabeza para expresar mi falta de conciencia la noche anterior.

-Joder, Coco. Esperaba más de ti -me pinchó.

-¿Y tú sí? ¿En serio? Lo ultimo que recuerdo es estar contigo en la barra bebiendo lo mismo que tú. Eso significa que más o menos bebimos la mismo. Al menos hasta el momento en que iba tan borracha que ni lo recuerdo.

-¿Eres consciente de que estás desnuda y llevo todo este rato intentando no mirarte la teta que estás enseñando? -me dijo intentando aguantarse la risa. 

Lo que no sirvió de mucho porque empezó a descojonarse al ver mi cara.

-¡Joder, Manu, joder! A buenas horas avisas -le grité mientras me ponía roja y me tapaba con el edredón-. Fuera. Ya -le ordené mientras señalaba la puerta.

-Ya va, ya va. Pero ha valido la pena -dijo riéndose tan fuerte que me dolió aún más la cabeza. 

Le tiré un cojín por gilipollas. Sorprendéntemente le dio y yo obtuve un poco de satisfacción al verlo chocando contra su espalda. 

***

Después de aquel horrible día, Manu me devolvió a mi casa. Pero lo que me encontré no era nada bueno. Había varios policías y estaban arrestando a mi madre.

-¿Mamá? -pregunté casi en estado de shock.

-¿Eres su hija? -me preguntó una policía acercándose a mí. 

Yo asentí con la cabeza.

-Tu madre está detenida como sospechosa de asesinato. Y necesitamos que tu nos acompañes a comisaría para prestar declaración -se me había hecho un nudo en la garganta, a penas podía respirar.

-¿Asesinato? ¿De quién? -pregunté aterrorizada.

-Lamento comunicarte que tu padre ha sido asesinado -me dijo con tono serio. 

Perdí la compostura, rompí a llorar. Ese hijo de puta nos haría la vida imposible incluso después de muerto.

Mi madre no era una asesina. No sabía lo que iba a pasar pero sí sabía que necesitaríamos un abogado. Pero no teníamos dinero para uno. Solo había una persona que podía ayudarme en eso. Y era Usui.

Así que de camino a la comisaria llamé a Manu. Mi unico salvoconducto. Usui nunca me cogería el teléfono después de decirle que me había enrollado con él.

-Manu no tengo tiempo. Mi madre y yo estamos en problemas. Necesito que vayas a buscar a Usui y le digas que necesito un buen abogado. El mejor que pueda encontrar. La última vez que le vi y discutimos le dije que tú y yo nos habíamos liado. Explícale que le mentí, que nada de eso era verdad. Que le sigo queriendo y estaba despechada porque me fue infiel pero que necesito su ayuda. Que es lo último que le pido. Tengo que colgar. Adiós -le expliqué lo necesario hablando lo más rápido que pude.

-Pasaré por alto que has hecho esa llamada porque si no he entendido mal era para conseguir un abogado. Pero chica, vaya líos amorosos que te traes -comentó la policía que conducía el coche.

-Le aseguro que preferiría una vida tranquila. Oiga, mi madre está enferma y necesita las pastillas que tiene en casa. Sin ellas podría morir.

-Lo sabemos. Ella nos lo dijo. No te preocupes, le administraremos sus pastillas. Preocupate de conseguir pronto ese abogado. Lo vais a necesitar.

Se llamaba UsuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora