La cosa va de primeras citas

169 8 0
                                    




Estaba en mi cuarto, delante del armario. A mis pies un gran montón de ropa que o no me quedaba bien o no me acababa de gustar. Seguía buscando el conjunto adecuado y solo me quedaba media hora para encontrarlo y maquillarme.

En un momento de iluminación máxima se me ocurrió llamar a una de mis antiguas amigas.

-¡Darla! ¿Qué tal estás cariño? Necesito ayuda urgente. ¿Tienes un rato libre?

-¿Estás en tu casa? -me preguntó ella después de saludarme.

-Sí, y tengo media hora para arreglarme para mi cita. ¡TE NECESITO! -le supliqué.

-¿TU UNA CITA? En cinco minutos estoy ahí -y yo sabía que con su moto no tardaría más.

Efectivamente, a los cinco minutos mi madre abría la puerta. Darla la abrazó, le dio dos besos y corrió hasta mi cuarto para ayudarme.

Miró la ropa a mi alrededor y suspiró resignada.

-Nunca vas a cambiar. Sé exactamente lo que te has de poner. 

Se acercó como pudo hasta mi armario y sacó un mono negro con pantalón corto y tirantes y la espalda al aire. Estaba MUY al fondo de mi armario, y había sido un regalo de Darla. Solo me lo había puesto una vez por su cumpleaños y obligada. Lo veía demasiado atrevido, pero en aquel momento no le hacía ascos a nada, así que se lo arranqué de las manos y me desvestí para ponérmelo. 

-A lo mejor si que has cambiado más de lo que yo pensaba. ¿Con quién dices que has quedado?

-No le conoces. Es irlandés y ha vivido en Japón hasta el año pasado. Guapísimo, al principio pensé que era americano. Pilla mi móvil y busca en whats Usui, tal como suena.

No me hizo falta mirar la cara de Darla para saber que era de asco. A mí el nombre tampoco me convenció al principio pero cuando viera su foto se le pasaría.

-¡Joder! ¡Menudo pibón! No me extraña que te pusieras histérica y me llamaras.

-¿Me recuerdas por qué dejamos de quedar? -le pregunté riendo.

-Botines -me ordenó señalándome mis Andreas negras-. Pues los exámenes hija. Que hacen mucho daño. Y tu estás siempre ocupada estudiando para que te den becas...

-Pues ahora he encontrado trabajo por las tardes. De camarera -le dije entrando en el baño para peinarme y maquillarme.

-¿Queeeeeeeeee? -me preguntó corriendo detrás mío.

-Es en un bar que hay en el centro, ambiente rock de los años 50. Ayer fue mi primer día.

-¿¡No será el bar de Drunky, no?! -me preguntó al borde de la histeria.

-¿La conoces? -le pregunté mientras le dejaba cepillarme el pelo.

-¡Pues claro! Es mi bar favorito. Los de la banda siempre vamos a tomar algo ahí después de los conciertos. A veces incluso tocamos ahí. 

Por si me había olvidado comentarlo, Darla estaba en una banda. Tocaba el bajo y también era vocalista. Eran algo conocidos a nivel local.

-Pues ahora sí que nos veremos - me acabó de dar un maquillaje muy suave, que a penas se notaba.

-Ya estás lista. ¿Te viene a buscar? Sino te acerco con la moto.

-Me viene a buscar. Tiene coche. Porque tiene 18. Y yo estoy por morirme. ¡Ah! 

Ambas gritamos a la vez de emoción. Eramos las típicas colegialas hormonadas que se ilusionaban y pegaban grititos al hablar de chicos. Pero solo se vive una vez así que ¿qué importa cómo vivimos? Nuestra vida ha de gustarnos a nosotros y a mí la mía empezaba a gustarme.

Mi móvil sonó y al mirar el mensaje cogí el bolso corriendo. Estiré a Darla hasta la puerta y me despedí de mamá a toda prisa. Usui me esperaba en la puerta. La misma puerta donde nos habíamos dado el primer beso la noche anterior.

-Estás impresionante -me dijo mirandome de arriba a abajo. 

Luego se acercó y me dio un beso en la mejilla.

-Gracias. Esta es Darla. Una de mis mejores amigas de la infancia -les presenté. 

Se dieron dos besos formales, Darla no paraba de sonreír.

-Un placer. Espero que no hagas llorar a Coco porque si me entero de que has hecho algo, te arrancaré los huevos, los freiré y te los haré comer en público. 

Todo esto lo dijo con voz de niña buena y amable y con una gran sonrisa en la cara que la hacía aún más terrorífica. Mi pequeña roquera, acojonando a los tíos desde 1997.

-Mensaje captado. Te prestaré unos alicates oxidados para facilitarte el trabajo si alguna vez llora por mi culpa. Nunca me perdonaría hacer algo así.

"Claro, excepto porque ya lo has hecho, solo que no lo sabes", pensé para mis adentros.

-Me caes bien. Os dejo o llegaréis tarde al cine. Ya nos veremos Nené -me abrazó, se puso su casco y se fue en su moto.

-¿Nené? -preguntó Usui sonriendo mientras caminábamos hacia su coche.

-Es un mote que solo usa ella porque lo inventó ella -Usui sonrió abiertamente pero a la que le entró la risa fue a mí al llegar al coche-. ¿Esto es una broma, no?

-Un Bmw z4 deportivo no es precisamente lo que yo llamo una broma.

¿Usui era un niño rico y yo no lo sabía? Normal que tuviera contactos y me pudiera invitar. Para tener ese coche debía estar forrado. Me dio la risa tonta inevitablemente pero cuando me senté en el asiento se me pasaron todos los males. Si por fuera era flipante por dentro enamoraba, y no, no hablo de Usui.

-¿Qué película vamos a ver? -pregunté con curiosidad de camino al cine.

-La película creo que será lo de menos -le eché una mirada asesina porque no pensaba hacer manitas con él en vez de ver la película.

-Una comedia -le dije yo con el ceño fruncido y tono autoritario, dejando claro que pensaba ver la película. 

-Vale, vale. Pero no me mates por favor -me contestó riendo, levantando las manos como si fuera un atraco.

Compramos las entradas y luego nos fuimos a la cola de las palomitas. Allí aproveché para indagar un poco en la vida de Usui.

-¿De dónde has sacado ese coche? -le pregunté intentando averiguar discretamente si era un niño de papi y mami.

-Me lo regaló mi padre cuando me saqué el carnet de conducir. En realidad es el que llevaba él antes, pero se compró uno nuevo y me regaló a mí este -dijo restándole importancia al asunto.

-Entonces a tus padres les sobra la pasta -dije expresando mis sentimientos en voz alta mientras él evitaba mi mirada.

-Podría decirse que sí. Tampoco tenemos una mansión pero sí varias propiedades. Nunca nos ha faltado el dinero en casa. Pero por lo general intento no depender demasiado de mis padres. Prefiero ir por mi cuenta -ya me había dado cuenta de que a Usui no le gustaba demasiado hablar de su familia.

-¿De qué trabajan tus padres? -pregunté tanteando el terreno. 

Si él reaccionaba con evasivas o de forma arisca cambiaría el tema o le haría alguna broma.

-Mi padre es uno de los directivos de una multinacional japonesa, mi madre es escritora. Ha publicado unos cuantos libros. ¿Qué querrás de beber? -al menos contestó a la pregunta antes de cambiar de tema.

-Una botella de agua.

Compró las palomitas y las bebidas en silencio y entramos en la sala. Se notó bastante su cambio de humor. Por suerte, luego, durante la película, como era de risa recuperó la sonrisa.

Se llamaba UsuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora