Estar retenida sin tener idea de las leyes ni de mis derechos era lo peor del mundo. Bueno yo no estaba retenida, claro, pero mi madre sí. Yo solo debía prestar declaración.
La oficina era una mierda, nada como lo que sale en las series de la televisión, era enana. Me sentaron en una de las pocas mesas que había y la policía que me había traído se sentó al otro laso de la mesa.
-Bien, todo lo que digas puede perjudicarte a ti o a tu madre, pero el objetivo es que se demuestre la verdad, por tanto si sois inocentes os ayudará. ¿Eres consciente de ello? -me avisó.
Yo solo quería correr hasta mi madre y llevármela de allí, pero el objetivo real y viable era testificar y sacarla de allí legalmente.
-Sí -le contesté firmemente.
-Bien. Pues comencemos. ¿Cuál era la relación entre tu padre y tu madre?
-Nula. Mi padre nos abandonó cuando se enteró de que mi madre estaba enferma. Desde entonces no volvimos a saber nada de él, ni si quiera nos pasó dinero para mantenernos o ayudarnos a pagar mi colegio o lo que yo necesitara.
-¿Cuánto hace que se fue? -volvió a preguntar tomando notas.
La conversación estaba siendo grabada por una grabadora que emetía una luz roja demostrando que funcionaba correctamente.
-Más o menos cinco o seis años.
-¿Dónde estabas ayer por la noche entre las doce y la una de la madrugada?
-Estaba en una discoteca con un amigo. Puede confirmar mi coartada. No estábamos en la ciudad, me trajo a casa esta mañana después de estar durmiendo. Fue cuando llegué a nuestro piso y me encontré con todo esto.
-¿Sabe si alguien acompañó a su madre ayer a la noche? -preguntó, aunque sabía que la respuesta sería no.
-No. Hasta donde yo sé, estuvo sola. A no ser que tenga un amante del que no me haya hablado.
-¿Cree que ha sido su madre la culpable del asesinato de su padre?
-Si fuera mi madre la que hubiera sido asesinada y mi padre el sospechoso no tendría duda de que ese bastardo fue capaz de matarla. Pero mi madre no es así. Ese cabrón ya hizo suficiente daño en nuestras vidas y no nos molestamos en buscarle. Si hubiera querido asesinarle podría haberlo hecho en estos cinco años, pero no lo ha hecho. Porque mi madre es una buena persona. Solo queremos seguir con nuestras vidas como podamos. Y este capullo aún nos jode estando muerto. ¿Sabe qué? Ya que tengo una coartada me daré este lujo -le dije antes de recostarme contra la mesa para acercarme a ella y dar énfasis a lo que iba a soltar-. Si pudiera, ahora mismo, sería yo la que mataría a ese hijo de puta por la de problemas que nos ha dado.
Sin querer se me acumularon lagrimas en los ojos. Obviamente la policía lo pudo ver pero no dijo nada y yo aguanté la compostura. La rabia hervía dentro de mí.
Tras terminar de dar mi declaración me dejaron quedarme en la comisaría hasta que llegara nuestro abogado. Yo ni si quiera sabía si Usui traería o enviaría a uno. No había visto a mi madre, solo me habían dicho que la estaban interrogando. Cada vez estaba más nerviosa y cuando ya había pasado más de una hora encerrada allí, había perdido mi fe en que Usui hiciera caso a mis súplicas. Me levanté dispuesta a pedir un abogado de oficio cuando vi entrar a Usui con cara de preocupación.
Nuestras miradas tardaron poco en encontrarse, en cuanto lo hicieron rompí a llorar y el vino junto a mí para abrazarme.
-Te prometo que se va a arreglar. He traído al abogado de mi familia, es el mejor. No te preocupes de nada, ya estoy aquí.
Le abracé como si me fuera la vida en ello. Le había echado tanto de menos. No olvidaba a la chica de su apartamento pero en aquel momento solo necesitaba apoyo.
Mientras Usui me abrazaba vi como el abogado que había traído hablaba con un policía y después se lo llevaban.
-Le he explicado todo lo que sé sobre la situación con tu padre. Tu madre se ocupará de contarle el resto y dentro de nada volverá a estar en casa.
-Disculpen, no pueden quedarse aquí dentro. Tenemos una sala de espera junto a la salida. Les agradecería que esperaran allí -nos advirtió uno de los policías que paseaban por allí.
-Vamos a una cafetería. Esperar aquí solo te pondrá más nerviosa y es inútil. El abogado ya sabe cómo ha de proceder y tu madre no saldrá hasta dentro de un buen rato. La esperaremos en el bar de enfrente.
Hice caso sin rechistar. Estaba cansada, aún tenía resaca y mucha hambre. Me dejé llevar de la mano de Usui. Nos sentamos en la terraza del bar y se empezó a fumar un cigarro. Al verle dar una calada sentí la necesidad de pedirle que me dejara el cigarro.
-Dame uno, por favor -supliqué con el ceño fruncido.
-¿Estás loca? No te dejaría probar esto ni que me fuera la vida en ello. Esto mata, es peor que la enfermedad de tu madre. No te voy a dejar fumar, nunca.
-¿Y tú por qué lo haces? -le pregunté reprochándole.
-Porque hace dos años era un crío influenciable que quería joder a sus padres porque me alejaron de mis amigos en una de las mudanzas que hicimos. Y ahora no lo puedo dejar. Cada vez que lo intento pasa algo en mi vida y cuando estoy en situaciones de estrés lo único que me alivia es esta mierda.
Inevitablemente pensé en nuestras dos discusiones. Y me dolió el recuerdo, más que cuando le vi en la comisaria.
-¿Vamos a hablar de lo que pasó en tu apartamento? -le pregunté muy seriamente.
-¿Te apetece hablarlo ahora? -me preguntó igual de serio.
-Ahora no me apetece nada pero estoy cansada de todo. Se me están acumulando las piedras en la espalda y mereces la oportunidad de explicar tu versión.
-Mi versión -rió amargamente repitiendo mis palabras-. Pues aquí tienes mi versión. No te estoy poniendo los cuernos, a no ser que creas que cometo incesto con mi prima -la cara que puse no tenía precio, menos mal que no me podía ver a mí misma.
-¿Qué? -se me escapó sin querer.
-Mi prima se ha ido de casa porque no soporta a la tirana de su madrastra. Cuando me oíste hablar por teléfono con ella por primera vez y dije lo de que ella no podía ver los mensajes, me refería a mi tía, no a ti. La estoy ayudando porque sé la situación que tenía en casa. Nadie se puede enterar de que está conmigo. Ni mis padres. Al principio se quedó en casa de unos amigos, pero no podía vivir allí eternamente. Así que yo la he acogido en mi casa. Y es a ella a quien viste al venir a mi apartamento.
Empecé a llorar como una tonta. Era genial oír eso, me alivió muchísimo. Pero yo la había cagado mucho. Y la relación se había dañado.
-La verdad, me ha dolido mucho que desconfiaras tanto de mí. Y que no tuvieras la suficiente confianza o las suficientes ganas como para venir y hablar conmigo de la situación antes de pensar mal. Entiendo que la segunda vez salieras corriendo porque viste a mi prima casi desnuda, abriendo la puerta de mi apartamento. Pero la primera vez solo oíste una conversación que podía significar cualquier cosa. En vez de levantarte de la cama y preguntarme de qué iba eso, te hiciste la dormida y esperaste a que me durmiera para coger tus cosas y pirarte. Por no decir que me soltaste que te habías liado con Manu solo por joder. Entiendo que desconfíes de los hombres por lo que os hizo tu padre, ya que el tema está reciente, pero al menos deberías ser menos impulsiva y mal pensada e intentar hablar las cosas antes de sacar conclusiones.
Un jarro de agua fría, eso es lo que fueron sus palabras para mí. Pero tenía toda la razón del mundo. Lo que le había hecho era imperdonable. Y lo único que pude hacer fue seguir llorando. Pero ya no era de alivio. Ahora era por culpabilidad.
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Se llamaba Usui
RomansaUns vez conocí a un chico muy especial. Él cambió mi vida por completo. Fue mi primer y único amor, y no le he vuelto a ver. Pero si queréis, os puedo contar nuestra historia. Él se llamaba Usui...