-Usui, ¿qué haces? Tengo que irme a casa, solo he venido a despedirme.
Intenté soltarme de sus brazos que ahora me rodeaban la cintura pero era imposible. Él era mucho más grande y fuerte que yo.
-Dijiste que no me dejarías salir de casa a esta hora. Pero no dijiste nada de que nos quedásemos los dos aquí. Vamos, duerme aquí y mañana vamos juntos al instituto -me puse roja como un tomate.
-¡No voy a dormir contigo! -le dije mientras seguía intentado soltarme.
-Eh, tranquila. No estoy diciendo que nos acostemos. Solo que duermas conmigo. Sin hacer nada, bueno sí, la cucharita. El plan es genial.
-Usui, no he traído nada. Ni pijama, ni cepillo de dientes, ni cepillo del pelo. Y lo más importante, las cosas para las clases de mañana.
-¡Oh, vamos! Alguien te dejará un boli y un papel. O te los dejo yo, da igual. Y una camiseta de las mías te servirá de pijama. No seas aburrida. Así no has de volver sola ni yo te he de llevar.
Me lo pensé durante un rato antes de aceptar. Tampoco iba a pasar nada, Usui tenía razón. Y la verdad es que tenía buenos argumentos... Especialmente los seis de sus abdominales.
-Está bien. Pero solo hoy.
Él sonrió como un niño pequeño, me besó, me levantó del suelo mientras me abrazaba y me dejó en la cama. Allí nos seguimos besando durante un rato. Hasta que le dije que estaba cansada y que quería ir ya a dormir.
Me dio una camiseta que era como diez veces mi talla. Me llegaba por encima de las rodillas. Me cambié en el baño, por supuesto, y cuando salí a Usui se le caía la baba. Afortunadamente iba depilada y estaba irresistible. En la cama, tapados con el edredón, hicimos el tonto un rato más, hasta que se nos empezaron a cerrar solos los ojos.
-¿Sabes? Se nota el cambio de dormir solo a dormir con alguien, porque das calor -susurró mientras se destapaba un poco.
-Si eso te molesta me puedo ir a dormir al sofá -le dije girándome para mirarle a la cara.
Él abrió los ojos muy rápido al oírme.
-No, ni de broma. Es la mejor sensación del mundo -me susurró a la oreja mientras me abrazaba fuerte y hundía su cara en mi pelo-. Estaba harto de dormir solo y de vivir solo.
Esa frase tenía un trasfondo tan oscuro que le abracé fuerte contra mí. Había podido notar la tristeza que desprendía su voz.
No tardamos mucho en dormirnos pero tuve una pesadilla. Cuando me desperté por culpa de esta, Usui no estaba a mi lado.
Estaba de pie, hablando por teléfono, casi susurrando, junto al ventanal. Estaba de espaldas a mí y aún no se había dado cuenta de que me había despertado.
-No -hubo una pausa, supuse que la persona al otro lado del teléfono estaba hablando-. Ya te he dicho que ella no puede saberlo. No puede saber nada de esto. No me llames ni me escribas, no quiero que vea ningún mensaje o llamada tuyos en mi móvil. Ya sabes cómo contactar conmigo. Nos veremos en una semana.
Se me hizo un nudo en el estómago al oír todo aquello. ¿Cómo que no quería que yo viera sus llamadas ni mensajes? No entendía nada. ¿Quién había al otro lado del teléfono? Cuando Usui hizo amago de girarse yo me hice la dormida.
-Yo también te quiero. Adiós.
Aquello me había roto el corazón. Quería llorar pero seguí haciéndome la dormida hasta que Usui volvió a la cama. Se durmió de espaldas a mí, lo que me facilitó permitirme llorar en silencio.

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Se llamaba Usui
RomanceUns vez conocí a un chico muy especial. Él cambió mi vida por completo. Fue mi primer y único amor, y no le he vuelto a ver. Pero si queréis, os puedo contar nuestra historia. Él se llamaba Usui...