Cap. 23

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Matt está en silencio, no ha dicho nada todavía, tiene una cara extraña, entre rabia, dolor y shock por habérsela vuelto a encontrar. Seguimos andando hasta que nos sentamos en un banco de piedra que separa el paseo de la playa, en el mismo sitio donde estuvimos a punto de besarnos por primera vez, suelto a Tragón para que se ponga a correr por la arena, ahora no hay nadie en la playa, solo una mujer con otro perro, se ve que conoce a Tragón porque lo ha llamado y están felices jugando los dos animales juntos.

_ Lo siento por ponerte en esa situación, no tendría que haberle dicho que eras mi novia, me he comportado como un capullo.

_ No, no es eso, simplemente te has protegido como has podido, no me ha importado y no te tienes que disculpar por nada, no te preocupes que no me ha molestado lo más mínimo.

_ Aún así me disculpo.

_ ¿Vas a volver con ella?

_ No, jamás. Estuvimos saliendo casi tres años, al par de meses de empezar a vivir juntos me dejó. Fue una mala época, tuve un rescate un poco peligroso y me fracturé la pierna, en un principio no sabían si me tenían que operar o no. Si me operaban debía dejar el cuerpo, para mi trabajo hay que estar al cien por cien, no puedes tener problemas físicos o podría ser peligroso, más todavía. Empecé a mirar la opción de hacerme guarda forestal, no hay tantos requisitos físicos y es lo que quería ser en un principio. Ella no quería, era menos sueldo y menos prestigio social. Un día volví a casa de rehabilitación y ya no estaba, se fue con ese tal John, después me enteré de que llevaba más de medio año engañándome con él, se ve que tiene mucho dinero y eso es lo único que le importa.

_ ¿Puedo hacerte una pregunta? -asiente con la cabeza-. Lo siento por lo que te voy a decir, pero, ¿qué cojones viste en ella?

_ No lo sé, cuando la conocí no era así, no era tan egoísta y clasista, y sobretodo no tenía ese aspecto, no tenía nada que ver, hoy estaba totalmente artificial, las uñas, el maquillaje, el color de piel, del pelo, la ropa... parecía una Barbie de bazar chino.

Me hace gracia la comparación, Barbie de bazar chino, yo más bien pensaba en prostituta de lujo asiliconada o en una muñeca hinchable, pero la verdad es que tampoco puedo ser muy parcial que digamos.

_ ¿Cómo te encuentras ahora?

_ Bien, ha sido como quitarse una pesada piedra que llevaba encima, me gusta saber que no voy a tenerla que soportar más, que por fin se ha ido.

Me quedo mirándole, parece tranquilo.

_ Extrañamente se te ve bien.

_ No me duele, tenía miedo de volvérmela a encontrar, pero no me ha importando ni la mitad de lo que pensaba, es curioso cómo de repente te das cuenta de que ya no te importa una persona que hace tiempo creías que era el amor de tu vida.

Una idea se me cruza por la cabeza, es algo que me lleva rondando por la cabeza desde hace unos días, pero no me parece correcto preguntárselo. Me muerdo la lengua mientras miro a Tragón revolcarse por la arena feliz, se está poniendo perdido, Matt me mira y me hace un gesto de confianza, como indicándome que hable.

_ Lo que te voy a preguntar sé que es algo muy personal y no hace falta que respondas si no quieres, pero llevo un tiempo dándole vueltas a una cosa y si no te lo digo reviento -me mira con atención, supongo que con miedo de lo que le pueda preguntar-. A ti te encantan los niños, se te ilumina la cara cuando ves a los hijos de tus amigos, y conoces a prácticamente todos los niños del pueblo.

El viaje de toda mi vida -COMPLETADA -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora