Cap. 31

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Estoy preparando el desayuno, en unos minutos supongo que llegará Matt de trabajar y quería recibirle como toca. Tragón esta todavía en la cama durmiendo, la verdad es que se me ha hecho muy raro dormir sin mi bombero, era como si la cama fuera demasiado grande, algo extraño ya que estoy acostumbrada a dormir sola y la cama que tengo en mi piso de España es del mismo tamaño que esta. Ayer pasé una tarde entretenida al final, pasee un poco por el pueblo pensando en que le quería hacer algún regalo de agradecimiento a Matt por todo lo que está haciendo por mí, se ha pasado dos semanas llevándome de un sitio para otro y enseñándome le pueblo, me ha acogido en su casa, me ha presentado a sus amigos... quiero tener un detalle con él. Tras un largo paseo tuve la idea perfecta, bueno, la idea vino a mí porque me choqué de bruces contra el escaparate de la tienda, literalmente, todavía me muero de vergüenza cada vez que recuerdo el golpe que me di, la dependienta salió de la tienda asustada y todo, pero es que iba un poco despistada, tenía una sensación extraña en el cuerpo, como si alguien me mirara, pero es una tontería. Después me pasé toda la tarde con la sorpresa, aún me quedan bastantes horas para acabarla, pero estoy segura de que le va a encantar, bueno, eso espero.

Escucho la puerta abrirse y no puedo evitar sonreír al ver que la cierra con cuidado para no hacer ruido y anda de la misma forma.

_ ¡Buenos días bombero! -le digo alegremente, la verdad es que aunque me moleste admitirlo le he echado de menos-.

_ Hola nena, creía que estarías durmiendo todavía.

Se acerca contento y me da un beso. Dios, adoro sus besos.

_ ¿Tienes hambre? -le pregunto levantando la sartén con una tortita-.

_ Estoy famélico.

Nos sentamos a desayunar los dos juntos, he hecho bastante comida, pero Matt come como un loco, no para de ponerse más y más comida en el plato.

_ Gracias cariño, siempre salgo muerto de hambre, pero estoy tan cansado que me estaba muriendo de pensar que me iba a tener que poner a hacer el desayuno -me dice mientras se come el segundo croissant, yo no puedo evitar mirarle como una tonta porque me ha llamado cariño, me encanta como suena eso en su boca-. Por cierto, la repostería que trajiste ayer estaba buenísima, anoche nos dimos un buen atracón a eso de las dos de la madrugada -me río por el comentario-, es que las guardias dan mucha hambre.

Acabamos de desayunar y Matt se va a la cama, pero pese a que me pide que le acompañe a dormir un rato más debo negarme, tengo cosas que hacer.

*********************

Matt y yo vamos paseando por un pueblo que hay cerca de St.Ives, me ha dicho que se llama Zennor, no nos ha hecho falta ni coger el coche, en autobús hemos llegado a escasos veinte minutos. Matt ha estado parte de la mañana durmiendo, pero se ha levantado sobre las once porque dice que si no luego no duerme por la noche, no entiendo como aguanta este horario. Después hemos comido juntos mientras me contaba cómo le había ido el día y yo le contaba el mío.

El pueblo en el que estamos es muy pequeño, creo que nunca había estado en un lugar con tan pocos habitantes, según me a dicho Matt solo tiene unos 200. Paseamos tranquilos, el lugar tiene un par de iglesias bastantes bonitas, además, está pegado a la costa igual que St. Ives y eso le da un toque especial. Lo admito, voy con una sonrisa en la cara de oreja a oreja, todavía recuerdo lo que le dijo ayer a sus compañeros cuando le preguntaron lo que éramos: "estamos juntos pero hay un par de cosas complicadas, pero seguro que lo conseguiremos arreglar". Desde que escuche eso no puedo evitar tener un cosquilleo en el estómago y esta maldita sonrisa tonta, pero es normal, Matt está seguro de que conseguiremos salir adelante, me encanta eso, me da esperanzas a mí también de que por fin lo conseguiremos.

El viaje de toda mi vida -COMPLETADA -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora