El viaje de toda mi vida -COMPLETADA -

Cap. 33

Salimos de casa para pasear a Tragón, el animal va contento siguiéndonos, parece que ya se ha acostumbrado a que lo paseemos los dos. Vamos andando por las calles de alrededor de la casa, ahora por el puerto refrescará y ya vamos con chaqueta, lo cual me recuerda una cosa, no tengo mucha ropa aquí.

_ Si al final encuentro algún trabajo tendré que ir un par de días a España para traerme algunas cosas, dentro de nada empezará a refrescar y prácticamente todo lo que me he traído es de manga corta y tirantes.

_ Creo que lo oportuno es que te acompañe, así conozco en persona a tu familia y se quedan más tranquilos.

_ Sí, no se tomaron muy bien que esté viviendo con alguien que acabo de conocer.

_ El que me sorprendió fue Jose, no esperaba que me defendiera, cuando le dijiste que te quedabas no se puso precisamente feliz.

_ Jose es así, puede que te maldiga y suelte serpientes y culebras por su boca, pero siempre que le necesitas está ahí, aunque antes me mostrara su malestar sabía que me iba a ayudar, como ha hecho siempre.

_ Le quieres mucho, ¿verdad? -sonrío al ver que ya no noto una mirada de celos en él, aunque es normal, ¿qué hombre en su sano juicio estaría celoso del amigo gay de su novia?-.

_ Es mi mejor amigo, la persona que siempre me ha ayudado y apoyado en todo.

De golpe comienza a llover, empieza con una simple llovizna, pero al minuto coge fuerza convirtiéndose en todo un chubasco que nos empapa en segundos. Vamos corriendo hacia casa, es lo malo de aquí, como todo son casas no hay donde resguardarse, y las cafeterías y tiendas ya han cerrado por lo que no te puedes refugiar en sus toldos, en mi ciudad que todos son fincas altas te puedes poner bajo sus cornisas para no mojarte. Matt se quita corriendo la chaqueta y me tapa la cabeza con ella, no puedo evitar derretirme por el gesto, me parece tremendamente romántico y altruista. Le cojo divertida la mano y empiezo a dar vueltas y saltar bajo la lluvia como está haciendo Tragón, al fin y al cabo ya estamos mojados, así por lo menos nos divertimos. Matt se da por vencido y comienza a moverse conmigo contento mientras niega con la cabeza, creo que está pensando en lo loca que estoy.

_ Vamos, baila un poco.

Me pongo a imitar tontamente a Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia mientras canto la canción desafinando en cada letra que digo, lo admito, canto fatal, pero como me estoy riendo no se nota tanto. Matt se me queda mirando contento, creo que le gusta la escena. Tragón se pone a bailar conmigo y como veo que mi bombero no se mueve empiezo a danzar rodeándole.

_ Vamos.

_ No, yo no bailo -me dice divertido cruzando los brazos y negando con la cabeza-.

Le sujeto por las manos y empiezo a hacer que mueva los brazos de arriba a abajo, él levanta mi mano y hace que de un giro. Continuamos así un rato hasta que en la última vuelta caigo un poco hacia delante y me pego a él, nos acercamos más y levanto un poco mi cuerpo para alzarme y darle un beso. El tiempo pasa, la lluvia sigue mojándonos hasta el punto que noto que mi ropa pesa más, pero nosotros no acabamos el beso, seguimos así sin parar, abrazados intentando que ese momento sea eterno. Noto que cada vez cae el agua con más intensidad y nos mojamos más y más, pero me da igual, ahora mismo me tiemblan las piernas, me late el corazón a mil por hora y siento que aunque afuera haga frío dentro de mí estoy ardiendo. Matt me rodea con un brazo mientras me sujeta la cara con la otra mano, yo simplemente le acaricio el pelo con mis dedos, los cuales tienen ya las yemas arrugadas de lo mojados que están. Noto las gotas caer sobre mi cabeza y bajar hasta meterse por dentro de mi camiseta descendiendo por mi espalda mojada, pero me da igual, quiero demasiado esto para pararme por algo tan banal. Continuamos besándonos hasta que nos tenemos que separar por la falta del aire, no esperaba algo así, tan pasional, así sin nada más, sin necesidad de que ocurra nada en especial. Nos quedamos quietos con los rostros a escasos centímetros de distancia y con una sonrisa tonta en la cara, mirándonos a los ojos. Noto que me estremezco al fijarme en su pelo, al estar mojado los grandes rizos que tiene están más largos y enmarañados, algunos le caen por la frente y gotean, cayendo esas gotas por sus perfectas mejillas.