Cap.29

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Me despierto extraña, es como si la cama estuviese más fría que de constmbre. Me giro y noto lo que pasa, Matt no está, supongo que ya se habrá levantado para ir al trabajo. Escucho algo de ruido y decido ponerme encima lo primero que pillo (que es una camiseta de Matt, sí, sé que es un cliché pero es lo primero que he encontrado) y bajar a verle, hoy voy a estar todo el día sin él. Dejo a Tragón durmiendo en la cama plácidamente y bajo contenta las escaleras, Matt está haciéndose el café.

_ Buenos días Bombero -le digo dándole un beso feliz-.

_ ¿Qué haces despierta tan pronto? No me digas que te he despertado cuando se me han caído los zapatos.

Miro sus pies y no puedo evitar sonreír al ver que va descalzo, no se ha puesto los zapatos para no despertarme con el ruido, ¿puede ser más perfecto este hombre?

_ No es eso, es que notaba la cama muy vacía, ¿qué hora es?

_ Las siete, iba a desayunar corriendo para pasear a Tragón e irme al trabajo que entro a las 8.

_ No te preocupes por eso, le paseo yo en un par de horas, así podemos desayunar los dos juntos con tranquilidad.

_ ¿Alguna vez te he dicho lo perfecta que eres? -me pregunta acercándose a mí con una sonrisa bobalicona en la cara y dándome un maravilloso beso-.

_ Alguna vez, pero no está de más oírlo de vez en cuando.

_ Dios, me tienes loco. Por cierto, gracias por pasear luego al perro, no sabes lo que me cuesta siempre levantar al animal a estas horas, odia madrugar tanto como yo.

Desayunamos juntos con tranquilidad en la barra de la cocina , todavía hace mucho frío para salir al jardín. Desgraciadamente todo lo bueno se acaba y se tiene que marchar a trabajar, por lo que yo voy al cuarto de baño a ducharme y arreglarme.

Decido ponerme pronto a empezar a hacer cosas, quiero pasear un rato a Tragón y aprovechar para hacer la compra, ya que hago la comida quiero que los alimentos sean frescos y buenos (más que nada porque estos días menos en el desayuno siempre ha cocinado Matt). Tras acabar de arreglarme un poco cojo la correa de Tragón y la copia de las llaves de la casa que me ha dejado mi bombero, hasta ahora no las había necesitado, me resulta un poco incómodo, estoy sola en la casa de otra persona, no entiendo como a Matt no le importa. Paseamos contentos mientas voy saludando a la gente, ya conozco a varios, pero es que este perro es muy popular y siempre que lo paseo todo el mundo se para a decirle cosas.

Cojo unas cuantas verduras de una verdulería que traen las cosas directamente del huerto, más sano imposible. Me cuesta un poco meterlo todo en mi bolsa de tela y sujetar a Tragón a la vez, que está intentando comerse todo lo que pilla a su paso, como manzanas, tomates o incluso patatas crudas. Cuando por fin consigo hacerme con él voy a por el pan, me gusta esto, en mi ciudad no encuentras tantos puestos de alimentos frescos o panaderías artesanales, un punto a favor de St. Ives frente a mi ciudad. Ensimismada en todo lo que tiene de bueno este pueblo y lo que tiene de bueno mi lugar natal escucho una voz que me resulta algo familiar a mi espalda.

_ Vaya, no me lo puedo creer, la estampa de la típica ama de casa perfecta.

Me giro y me quedo helada al ver quien es, es al ex de Matt, ¿qué hace aquí?, ¿por qué me habla?, no entiendo nada.

_ ¿Querías algo? -le pregunto con mala cara-.

_ Que dejes en paz a mi chico.

_ Creo que no te entiendo.

El viaje de toda mi vida -COMPLETADA -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora