Perreo intenso.

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Era una mañana algo fría y solitaria de primero del mes de enero en las calles de Venezuela, me había estado quedando en casa de mi amiga Barbara que me acogió en cuanto supo que vendría de visita, me encontraba en Caracas en su apartamento en Altamira, preparando todo para irnos a Barcelona a la casa de unos amigos suyos que pasarían por nosotras en cualquier momento.

Aún no lograba adaptarme al país, era muy distinto en comparación de donde vengo, sin embargo había que admirar sus espacios naturales y el increíble clima, nada que ver con el invierno en Inglaterra.

Por suerte ya tenía mi maleta armada, sólo faltaba que Bárbara terminara de armar la suya y culminara con el desayuno.

Manejo un poco el español, sin embargo habían muchas cosas que no lograba entender en su vocabulario, por lo que muchas veces ella tomó eso para reírse de mi, por suerte de pequeña mi abuela siempre me enseñó ya que ella vivió varios años en España.

-Marica voltea las arepas que se van a quemar -voltee a los lados saliendo de mis pensamientos y me levanté de la silla haciéndola rodar hacia atrás

-¿Como hago? ¿Que hago? -ella corrió a mi lado hacia la cocina y con sus mismas manos tomó la masa ahora dura del sartén y le dio la vuelta.

-Listo chama lo hice yo, puedes terminar de guardar mi ropa, la deje encima de la cama -asenti y fui hacia su cuarto, tenía un desorden de ropa por toda la cama, ¿cual exactamente es la que tenía que guardar?

-¿Ya la metiste? -Negué dejándole lugar para que se acercara -Coño Kiara permiso, es esta -dijo refiriéndose a una pila de ropa que estaba a un lado en una silla.

-¿como voy a saber? Me dijiste sobre la cama -dije algo confundida, su manera tan apresurada de hablar y hacer las cosas me intimidaban, parecían hacer mil cosas a la vez, ¿como podían tener tanta energía acumulada?

-coño de la madre, donde está mi teléfono, marica ¿no lo viste por ahí? -esta vez sonrei y corrí hacia su mesa de noche y le pase su celular antes de que ella lo hiciera, y me sentí victoriosa por haber sido esta vez más rápida que ella, mientras ella terminaba de meter toda la ropa en su maleta.

-Voy a llamar a Juan a ver si se digna a venir por nosotras -lleve mi dedo anular a la boca mordiendo algo incómoda mi uña.

-Pero aún no estamos listas -le recuerdo mientras ella marca al número.

-Aja chama pero ellos dijeron a las ocho y ya son las nueve, aparte que seguro no han desayunado y van a llegar pidiendo comida, porque así son, lambucios -Entre cerré mis cejas confundida, no había escuchado esa palabra antes.

-¿Lambusero? -ella se rió de mi mientras cortaba la llamada.

-El contestador, que ladilla, los voy a joder cuando lleguen, y ehm lambucio es una persona que no puede ver comida porque se la quiere comer y no deja para nadie, o por ahí va. -

-Ah ya...Lambuseo -volvio a reír y me hizo señas para esperar y volvió a llamar saliendo del cuarto para correr a la cocina.

-¡Las arepas! Estos no contestan -y justo en el momento que dijo eso el timbre del piso sonó, ella se apresuró a apagar la llama y corrió hacia la puerta para abrirla.

-Mi vida -escucho la voz de un chico y luego le veo entrar cargando a Bárbara en modo de saludo, algo que también me sorprendió era la confianza que se tenían aquí, y resultaban de más de cariñosos, siempre con palabras que normalmente en otros países se les diría sólo a la pareja, y con coqueteo y juegos de ese estilo, era increíble ver cómo se relacionaban.

¡PERRAS! Nuevo comienzo. (P#2) (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora