-también era mi hijo, TN-musitó él mientras ella se alejaba de su lado. Se llevó una mano a la maraña de rulos y se la paso lentamente, como signo de la frustración e impotencia que sentía.
La orden de que no quería ser molestada fue desobedecida. Era lo único que le faltaba, recibir la lastima de Angélica.
-milady –anunció Ana desde el marco de la puerta mirándola con aprensión-su alteza ha venido a verla.
TN simplemente suspiró y esperó que Angélica hiciera presencia dentro de la habitación. Ana se retiró mientras que ella se acercó a la cama con cautela.
-TN, querida… sé que estoy contra tus deseos de estar sola pero necesito hablar de algo importante. Pero primero… -se sentó en el borde de la cama, frente a ella- lamento la pérdida del bebé, como madre, puedo entender el dolor que estás sintiendo.
-trato de mantenerme neutral, alteza. Necesito recuperarme cuanto antes para irme con mi esposo a Campion.
-lo entiendo perfectamente.
-¿De qué quiere hablar conmigo, alteza? –preguntó TN tras un corto silencio.
Parecía nerviosa, y las manos que tenía apretando su pecho con aprensión cuando las apartó para rebuscar algo entre los bolsillos de la falda le temblaban.
-quiero mostrarte algo, TN.
Sacó un par de mantitas dobladas a la mitad y las tendió sobre la cama para enseñárselas.
-ésta la usó Caitlin de bebé… era tan pequeñita… y ésta…
TN frunció el ceño al reconocerla.
-pero esa es… ¿Cómo…?
-sé que es impertinente de mi parte haber invadido tu casita, pero necesitaba encontrarla. Creo que la recuerdas ¿Cierto?
-claro, es la mantita que mi madre usó para cubrirme de bebé.
Algo que no era para pasar por alto, era que las dos mantitas tenían el mismo color y textura, y Angélica las había doblado especialmente para mostrar las dos iníciales que llevaban en las esquinas: C.B, bordadas a mano con una delicada y sofisticada cursiva.
-Caitlin Bennington –señaló Angélica con el dedo el borde la costura- Cailin… Bennington.
De repente el corazón de TN latió a todo galope.
-y hay algo más… -rebuscó nuevamente en los bolsillos y sacó dos escarpines blancos- estos los tejí yo, mi madre me enseñó a hacerlos hace tiempo.
Se los entregó a TN y ello lo recibió como si fueran dos piezas de porcelana.
-que pequeñitos.-comentó ella con una pequeña risita. Sintió un agudo dolor en el pecho; Angélica captó su tristeza y se conmovió de la misma forma.
-esos los usaste una semana después que naciste. Después de dos semanas creciste y ya no te entraban.
TN alzó la mirada hacia ella y comprobó que tenía los ojos rojos… a punto de llorar.
-te contaré una historia, TN. En realidad te confesaré el mayor de mis secretos.
Ella tragó saliva y esperó que Angélica retomara fuerzas para continuar.
-cuando era joven… en realidad unos veinte y tantos años atrás… Mi madre me preparaba para ser reina. Y ya habían arreglado mi casamiento con uno de los hijos del Conde Chase Bennington. Los conocí en una fiesta de máscaras, organizada especialmente por la condesa, esposa del conde para que nos conociéramos. Ambos eran jóvenes y… un detalle que no pasaba desapercibido, es que eran gemelos. Dos gotas de agua. Lo único que los hacía diferentes era sus formas de ser. Erik se veía más estricto y frívolo, mientras que Eden… se destacaba por una sonrisa encantadora y por ser un hombre tierno y comprensivo. Como dicta la tradición, mi deber era casarme con él dos minutos mayor. Erik. En realidad no tengo muchas razones para quejarme. Fue un esposo con todas las letras pero… faltaba amor y confianza en nuestro matrimonio, creo que comprenderás que son las dos piezas más fundamentales para tener un matrimonio feliz.
La noche después de casarnos no tuvimos nuestra noche de bodas, se encargó de lo más fundamental de reino primero y a mi dejó en el último lugar de la lista. La verdad es que lo agradecía, porque no me sentía preparada y sabia poco del asunto. Una semana después aún no me acostumbraba a tener tanta atención, y ser llamada su majestad, pero debía hacerlo ya que tomaba decisiones junto a mi esposo todos los días. La familia de mi esposo organizó una cena en la morada de los Bennington en honor a nuestro matrimonio y debido a que los últimos días me sentía bajo mucha presión… bebí un par de copas de vino de más y…
-¿Y…? –preguntó TN con cautela.-confundí a Erik con Eden. El hermano dulce y encantador. Sin que la familia se diera cuenta subimos a una de las habitaciones de la planta alta. Entramos y… pasó lo inevitable. A la mañana siguiente quise creer que había pasado una noche de pasión desenfrenada con mi esposo, pero al darme cuenta de que no era él… huí despavorida. Para mi suerte ningún miembro de la familia se dio cuenta, ni siquiera Erik. No hasta que transcurrió un par de semanas. Cuando me enteré que estaba embarazada y que el padre no era Erik, sentí que sería el fin del mundo. De mi existencia. Y Erik… al saberlo, quiso mandarme a la horca, por haberlo traicionado con su propio hermano y por engendrar un hijo ilegitimo. Hasta me pidió que matara a ése bebé para ahorrarse la humillación. Sin embargo me rehusé. No iba a poder continuar mi vida como si nada sabiendo que había matado a un pequeño ser indefenso que no tenía la culpa de nada. Transcurrido los nueve meses de gestación… nació. Aún lo
recuerdo claramente. Eran una de esas noches frías y ventosas de invierno. También recuerdo que lloré de la emoción al recibir al bebé entre mis brazos… era una niña, en realidad. Una niña preciosa y tan frágil como una pieza de porcelana.
Erik… no quiso conocerla, en vez de eso mando a unos guardias para quitármela y yo me rehusé rotundamente a que la quitaran de mi lado. Además no sabía lo que iban a hacer con ella. Tuve que suplicarle a Erik para que esperara unas cuantas semanas, o hasta que cumpliera unos tres o cuatros meses. Pero sólo me permitió tenerla unas tres semanas, no era suficiente, aún era pequeña y dependía de mí. Sin embargo él decretó matarla o degollarla. En realidad no tenía opción, ninguna de las que él ofrecía eran favorables y yo no podía soportar la idea de que la mataran… así que una mañana huí con ella, en medio del frío y de la nieve, con esta misma mantita sobre otra más gruesa para protegerla del frío. La tenía muy abrazada a mi pecho –se abrazó a sí misma- y corrí y corrí lejos de Winchcombe. Y por la tarde ya estaba cada vez más cerca de mi destino: las cercanías de Londres. Ahí vivía Alice Hawthorne, fue sirvienta del castillo hasta que Erik decidió despedirla por haber atendido el parto de la hija ilegítima. No tenía a nadie más a quien acudir. Y sabía que podía confiar en ella…”Angélica tenia los labios resecos y las manos entumecidas del frío cuando divisó entre el viento la chocita de Alice, las luces estaban encendidas y apresuró el paso hasta llegar al porche de la misma. Tocó con las pocas fuerzas que le quedaban y al instante Alice atendió.
<<-¡Dios Santo! Majestad, entre, entre… ¡Chace! Aviva más el fuego.
Y Angélica entró en la cálida chocita de madera. Alice separó de sus brazos a la beba que lloraba sin cesar y la acunó para brindarle más calor.
Hicieron que metiera las manos en agua caliente para recobrar la sensibilidad en los dedos y la sentaron junto al fuego para que retomara un poco de calor. Tenía una tos seca y Alice después de asistir a la beba le dio chocolate caliente.
-debo irme, Alice –dijo Angélica poniéndose de pie- mi esposo debe estar como loco y si no llego cuanto antes me descuartizara.
-lo comprendo, majestad. Pero no se piense que se volverá caminando hasta Sudeley, Chace, lleva a su majestad en nuestro carruaje.
-querrás decir en mí carruaje –corrigió él mientras se abrigaba.
-da lo mismo, sólo llévala.
-de acuerdo, iré a prepararlo.-lo haré, majestad.
-muchas gracias, Alice –tomó un profundo respiro y secó las lágrimas- adiós… Cailin –besó la sonrojada frente de la niña y dio un apretón a modo de agradecimiento al hombro de Alice.
Tenía el corazón en los pies cuando se fue, y una pequeña parte de ella quedaba con la niña. >>
Cuando Angélica volvió al presente, TN estaba al borde las lágrimas, al igual que ella.
-un año después nació Caitlin, pero Erik aún no me perdonaba por haberlo traicionado. Pero con la llegada de Caitlin cambio un poco y vivimos en armonía hasta que falleció.
-¿Alteza…? –cuestiono TN con voz temblorosa. Angélica alzó la mirada hacia ella y tenía los ojos cristalinos.
-la niña de la historia eras tú, TN. Esa beba eras tú….soy tu madre, TN._______________________________________________
CONTINUARÁ...
Chicaaas! Lo siento mucho por la tardanza, he estado muy ocupada estos meses y he hecho otras novelas y esta me la deje atras, lo siento deberas... ESPERO QUE OS GUSTE ESTE CAP! :)
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Besos!
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