-algunas de sus lagunas quedaran disueltas. Y su realidad será cada vez más real. Ateneros a las consecuencias.
No podía seguir escuchando aquellas irregularidades. Por lo que optó volver corriendo hacia el castillo lo más rápido que pudo.
Ana ya no se sentía tan mal, por lo que tuvo ánimos de despertar a sus compañeras con una sonrisa. Las dos se alegraban de verla ya recuperada, además significaba que pronto se irían de ahí directamente hacia Campion.
Eran cerca de las ocho y debían despertar a TN, por lo que las tres con el equipo preparado entraron en su habitación sigilosamente. Pero no serbia de nada, porque el silencio se veía irrumpido por unos sollozos.
Las tres acudieron al instante, TN estaba sentada en una esquina, con Bonita a su lado.
-¿milady?–dijo Ana delicadamente acuclillándose frente a ella, al igual que las demás.
TN levantó lentamente la mirada y las tres se preocuparon aún más al ver su rostro colmado de lágrimas.
-milady… ¿Qué sucede? Venga… venga –le susurró suavemente Lady Boston al tiempo que las tres ayudaban a que se pusiera de pie. La dejaron sentada en el sillón junto a la ventana, y esperaron a que dejara de sollozar. Ana alzó a Bonita, ya que veía como intentaba saltar hasta los cojines para estar al lado de TN, la colocó en su regazo y ella se limitó a acariciarla mientras la cachorrita lloriqueaba lastimera.
Los sollozos se convirtieron en un hipo. Lady Allen le ofreció un pañuelo, TN lo recibió y se secó las lágrimas.
Las tres se miraron una a las otras, decidiendo quien daría el paso para hablar. Finalmente decidió hacerlo Lady Boston.
-milady… -se sentó lentamente a su lado- querida… ahora que ésta un poco más tranquila… ¿Nos podría decir que le sucede? Si hasta ayer…
-lamento haberlas alarmado a las tres.-musitó TN con una voz temblorosa-pero la verdad es que no me encuentro bien. No estoy bien desde hace semanas.
-¿Por qué no se encuentra bien? Puede confiar en nosotras, milady –dijo Lady Allen.
TN sabía que podría hacerlo. De hecho ellas nunca hablaban de lo que sucedía dentro de la habitación, por ello también las había elegido. Por su discreción. Pero era un secreto que nunca podrían guardarse, conociéndolas como las conocía con referente a esos temas. De hecho se pondrían a saltar de alegría al saber que habría un pequeño heredero por los pasillos del castillo de Campion. Y TN no podía compartir esa emoción, por más que lo intentase.
-hay… -debía decírselo a alguien, estaba segura de que ellas no lo difundirían si ella se los pedía- hay… posibilidades de que…
-¿De qué, milady? –preguntó Lady Boston con calma.
-de que esté… embarazada.
Las tres doncellas se quedaron estupefactas por unos segundos, pero luego, estallaron de alegría.
-eso es magnífico, milady –dijo Lady Allen con las manos en las mejillas.
-es lo que estaba deseando… -prosiguió Ana con una mano en el pecho, conmocionada.
-el duque estará feliz de saberlo…
Lady Boston la conocía, por ello agregó con más delicadeza:
-pero… usted no está tan feliz ¿Verdad? Decidnos porque.
-no es que no esté feliz, es… que… es que aún no lo creo y… no tengo experiencia. No sé qué hacer o qué decir. Nunca antes me hablaron de esto.
-oh, milady –dijo Lady Allen conmovida, sentándose a su lado, Ana imitó su acción, pero acuclillándose frente a ella- no hay problema. Nosotras le ayudaremos en todo lo que necesite.
Y no dudaba de ello, sólo no sabría hasta donde llegaría su lealtad si sabían que había posibilidades de que el niño no fuera de Niall.
TN evadió el desayuno y el almuerzo, no tenía apetito ni ánimos para estar en presencia de los anfitriones del castillo. La angustia aún la invadía y no permitió que sus doncellas la vieran de ese modo. Por lo que se escabullo a los bosques sin ser vista. Los bosques… todo lo que le sucedía había comenzado en esos bosques ¿Por qué el único lugar que la hacía sentirse libre era el que guardaba todo sus recuerdos más significativos? No estaba segura de cuanto había llorado, tampoco por qué lo hacía. O en realidad si, tenía razones para hacerlo, pero no estaba conforme con que aquella fuera la mejor forma de descargarse.Se sentó contra un brumoso árbol y jugó con las hojas secas que había alrededor. Era más que evidente, estaba metida hasta el cuello. Niall aceptaría al bebé, no lo dudaba, porque él de seguro deduciría y no tendría dudas de la descendencia del niño. Pero ella… no podía negarlo, su sexto sentido le decía que la anciana tenía razón, y tan sólo en lo referente al bebé, sino que también sabia a lo que se atendría al haber aceptado ser amante de aquel hombre misterioso.
Estaba pagando por su inconsciencia y falta de sentido común.
El bebé no tenía la culpa de sus errores, y esperaba que no tuviera que pagar por ello. Porque jamás se lo perdonaría a sí misma.Aquel hombre había sido su perdición desde el principio y lo sabía. Era fuego, puro fuego, y ella como buena ilusa se vio atraída por ese fuego y terminó quemada… muy quemada.
Lo que era peor, no podía sentir algún tipo de remordimiento que le indicara arrepentimiento por haber hecho lo que hizo. No podía omitir lo que había sentido, no podía mentirse a sí misma diciendo que había sido sólo una noche más con un hombre que no era su esposo. Era más que eso y aún no terminaba de comprender por qué. ¿Por qué a ella? ¿Por qué precisamente ella tenía que atenerse a las consecuencias mientras que el hombre misterioso podía vagar por la vida ileso? Era
más que evidente que a él no le sucedería nada, tal vez ni siquiera haría su reaparición. Y eso, sumado con todo lo demás, la derrumbo aún más.
De pronto escucho unos pasos a lo lejos, se levantó con las piernas temblorosas y algo desorientadas.Levantó la vista hacia los árboles y algo así como un espejismo hizo su aparición, y estaba caminando lentamente hacia ella… un hombre, un hombre con camisa color crema con vuelos en el cuello, calzas negras y botas de montar al tono. La máscara blanca era inconfundible, y su mirada oscura tampoco. El brillo de sus ojos le indico que estaba triste, como si la hubiera escuchado llorar y quisiera ayudarla…
Así que ahí estaba él. El causante de la angustia más desgarradora que jamás había pretendido sentir.
-has vuelto… -logró decir con un hilo de voz- eres tú…
Un suspiró de cansancio se escapó de su garganta, y de repente… todo oscureció, todo le dio vueltas y la imagen de aquel hombre se desvaneció entre las sombras.