Cambios

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-¿Entonces?

Todas esperábamos impacientes a la respuesta Melanie. Mi mamá, mi hermana y yo, rodeábamos al teléfono que estaba en altavoz. Mi papá no había regresado a casa el día anterior tras recibir la noticia. Habíamos mantenido la calma hasta pasado el medio día. Habíamos asumido que tardaría, incluso que se quedaría con Hernán y Melanie en la noche o que se quedaría con Stefano y Piero si es que sus papás debían quedarse en la clínica, pero no hasta ese punto. Creíamos que llegaría para almorzar, pero no había rastro de él. Para colmo, en su apuro había salido sin su celular y nos era imposible comunicarnos con él.

-Está con nosotros -susurró Melanie sonando terriblemente cansada.

La expresión de mi mamá cambió totalmente al oírla.

-No sabes lo que daría por estar ahí ahorita mismo -musitó.

-Hernán estaría contentísimo -la risa de mi tía fue algo amarga.

-¿Se quedaron en la clínica? -pregunté.

-No, nos volvimos a Castiel. Hernán insistía en que los chicos y yo debíamos descansar y dormir bien. He ido a nuestro cuarto a regañadientes. Su papá y su tío se han quedado hablando toda la noche. Yo no podía pegar el ojo. Me asomé un par de veces a verlos, a chequear si se dormían para quizás bajarles una manta u algo. Nada. Siempre despiertos. Han reído, han bromeado, han hablado en serio, se han abrazado, han llorado a mares, en fin, de todo menos dormir.

-¿Y ahora? -inquirió mi mamá.

-Han salido a almorzar. Castiel intentó convencerlo de salir solo con los chicos, dijo que él quedaría a acompañarme, pero insistí en que vaya. Les dije que tuvieran un almuerzo de hombres. La verdad es que no quiero probar bocado. Me hice un almuerzo ligero, pero he terminado botando más de la mitad. Castiel puede ser bastante terco ¿Eh? Me costó hacerlo ceder para que se fuera con ellos.

No pudimos evitar una risita.

-¿Te parece si voy a tu casa? -ofreció mi mamá -Llevaría a Pierre Ignacio. ¿Querrías? Mientras esté hiperactivo nos mantendrá ocupadas y cuando tome su siesta podremos hablar con calma. No me quisiera tener que dejarlo en casa. Las chicas lo pueden cuidar perfectamente, pero cada una tiene varias cosas que hacer.

-Vengan, por favor -respondió -Le diré a los chicos que vayan a visitarlas después de almorzar. A lo mejor hacen algo divertido los cuatro.

La verdad es que yo prefería ir a su casa y enterarme bien cómo andaban las cosas y qué ocurriría. Al intercambiar una mirada con mi hermana noté que ella pensaba lo mismo. Mi mamá también se dio cuenta y tras intercambiar unas palabras más con su amiga y colgar, se dirigió a nosotras para prometernos al tanto.

-De todas formas, estoy segura que los chicos les podrán hacer un adelanto. No los presionen mucho, que desahoguen lo que quieran o necesiten. Me imagino que si su papá viene con ellos, encontrará la manera de explicarles más.

No tardó en alistar a Pierre y preparar sus cosas y ambos se fueron.

-¿Quieres comer algo? -pregunté algo dudosa a mi hermana.

Ella se abrazaba los brazos a la altura de los codos.

-La verdad es que no tengo mucha hambre -me confesó.

-Yo tampoco -admití -pero deberíamos tomar algo.

Me giré a la cocina, decidida a encontrar algo ligero que pudiera resultar apetecible. Al asomarme para preguntar si le apatecía una pequeña ensalada de frutas me encontré con que mi hermana dejaba que las lágrimas rodaran por sus mejillas. Intentó disimularlo, pero no había manera posible de que lo lograra. Por un segundo me extrañé que lo de Hernán le afectara de tal manera. No tardé en darme cuenta que eso no era lo que más le preocupaba. 

Me costó calmarla y convencerla de hablar conmigo, pero terminó sincerándose. 

-Me preocupa cómo nos va a afectar a todos. Lo sabes ¿no? -me miró de alguna manera esperanzada de que le ahorre el tener que decirlo ella.

-¿Hablas de papá?

-De todos.De Hernán mismo... No solo a él mismo... a Melanie, a Stefano, a Piero... a papá, a mamá, a todo el grupo ese... a ti, a mi... A la abuela, al tío Tomás...

-Yo sé... a todos se nos va a hacer muy difícil. Pero va a ser difícil el proceso. Escúchame, no sabemos cómo anda la cosa. Hay miles de personas que se salvan. Ni sabemos si se lo han detectado muy tarde o quizás si sí fue a tiempo.

Ella iba a contestar cuando ambas nos sobresaltamos por el sonido de la puerta. Mi papá y los chicos entraron conversando algo entre murmullos. Corrí a abrazar a mi papá sin pensarlo. Fue un abrazo breve pero fuerte, como cuando te entregas de corazón. Al instante me separé a abrazar a Piero. Mi hermana y Stefano dieron unos pasos vacilantes el uno hacia el otro y luego prácticamente se abalanzaron en los brazos del otro. En ninguno de los casos fueron necesarias muchas palabras. El cariño, silenciosamente expresando junto al apoyo ofrecido de la misma manera, fue comprensible y quizás aún más apreciado.

-¿Cómo está? -pregunté a nadie en específico.

Mi papá se frotó la frente. Se lo veía agotado. Aún así trató de sonreír.

-El postre prometido está en la refrigeradora -les dijo a los chicos antes de dirigirse a mi hermana -Estrellita, ¿puedes servirnos unas buenas raciones de turrón de chocolate con helado a todos? Creo que nos merecemos engreírnos un poco.

Al instante mi hermana asintió y se retiró seguida tanto de Stefano como de Piero.

-¿No vas a ayudar? -inquirió mi papá cuando nos quedamos solo los dos.

-¿No vas a contestar? -me crucé de brazos.

Él me tomó de la mano e hizo que nos sentáramos en el sofá de la sala, frente a frente.

-Ya conoces a tu tío. Hace chiste por todo. Se lo toma lo mejor que puede. Van a tener que sacarle más de la mitad del estómago. O eso le entendí al médico. Pero antes van a tener que hacerle quimioterapia. Va a ser un proceso lento, doloroso y... la verdad es que es horrible. Todas sus defensas se van a bajar así que necesitará cosas especialmente esterilizadas... Y digamos que tienen terminantemente prohibido enfermarse de cualquier manera -intentó hacer algo de broma.

-Pero nada está determinado entonces -miré algo esperanzada a mi papá.

-Exacto -sonrió con cierta tristeza -Aún se puede luchar. Y él pondrá todo de su parte. Y nosotros estaremos apoyándolo en todo lo posible y darle fuerzas cuando le fallen. Nos adaptaremos.

Mi papá me dio una palmadita cariñosa en la rodilla, se puso de pie y me dio un beso en la frente mientras decía que iría a echarse en su cama, que le lleváramos el postre allá y que por favor no le digamos a nuestra mamá que estaba haciendo eso.

Lo miré unos instantes antes de pararme también y entrar a la cocina.


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Hola! Esta nota será breve. Solo quería agradecerles por todo el cariño y apoyo y mandarles mis mejores deseos y mucho <3  

The Real Good GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora