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-¿Ale? -mi mamá se asomó a mi cuarto.

Una expresión extrañada apareció en su rostro y frunció el ceño. Yo estaba echada en mi cama y me quité uno de los audífonos para poder escucharla mejor.

-¿Dónde está tu hermana?

-¿No estaba contigo?

-No, pensé que ambas estaban acá. Iba a decirles algo importante.

-¿Está todo bien? -me alcé, sentándome en mi cama y cruzando rápidamente las piernas al recordar que tenía las zapatillas puestas para que mi mamá no las viera y me riñera por no habérmelas quita.

-Supongo que sí... Llamé a Melanie más temprano y podremos ver a Hernán esta tarde... ahora.

-¿Es en serio? ¡Eso es genial!

-Quería decirles que se alisten para ir en un rato. Asumo que tu hermana se quedó en el colegio o está con Stefano y se le pasó avisarme.

-¡Ya me acordé! -exclamé de pronto -Papá llamó y pidió que le compre un par de cosas en la bodega de la esquina. Ya debe estar por volver.

-Supongo que la esperaremos entonces aunque la verdad es que quería salir cuanto antes.

-Yo también -rogué -¿Tenemos que esperarla?

-¡Ale!

-¿Cómo está? ¿Cómo se siente? ¿Salió bien la operación? ¿Está curado del todo? -dejé que algunas de las mil preguntas que tenía salieran atropelladamente.

-Yo también muero por verlo -sonrió con cierto nerviosismo.

En ese momento escuchamos la puerta principal sonar al ser abierta. Mi hermana no tardó en estar en el cuarto con nosotras. Se sorprendió un poco de encontrar a mi mamá ahí.

-¿Puedo ir con Stefano? Me ha dicho para salir a tomar algo.

-Pensábamos ir ahora a visitar a Hernán -le comenté.

-¿Ya podemos verlo? -ella también se alegró con la noticia.

-Sí, tu papá estuvo más temprano, pero ya tenía que regresar al trabajo.

-Se debe haber encontrado con Stefano -calculó mi hermana -Él estuvo más temprano. Pensaba volver a ir en la noche. Quizás podría ir con él.

Mi mamá lo pensó unos instantes.

-Puede que resulte mejor, así no nos metemos en grupos enormes en el cuarto y le damos tiempo para descansar y mantener mejor el reposo.

Nosotras asentimos. 

-Bueno, no sé si Stefano vendrá a recogerte o cómo, pero me tienes al tanto por favor -mi mamá se dirigió primero a mi hermana y luego se volvió a mí -salimos en cinco minutos.

Ya estaba por llegar a la puerta cuando se giró a mirarme.

-Y ni creas que no me di cuenta que estás con las zapatillas sobre la cama, pero lo pasaremos por alto.

En cuanto salió mi hermana se apuró a juntar la puerta y tras intercambiar unos vistazos, ambas reímos.

No mucho después estábamos rumbo al hospital. Una vez ahí, el camino al cuarto se me hizo eterno. Las enormes escaleras, los pasillos altos, las luces blancas, la gente en banquitas de espera, uno que otro enfermo que te miraban algunos con curiosidad, otros, con un poco de envidia. Era un hospital de cáncer y el pasadizo donde estaban los cuartos de los recién operados era amplio. De alguna manera se me hizo horrible. El dolor y cansancio habían dejado huella en casi todas las personas con las que nos encontrábamos. Me sentía incómoda pensando en que sabía porqué cada una de las personas con bata y una vía estaban ahí. Como si supiera algo a lo que no tenía derecho de saber. Y aún así me sorprendí con algunas sonrisas. Había esperanza, seguían ahí, luchando, después de todo. Dejando que ese pensamiento me animara, seguía a mi mamá, que caminaba sin dudar un instante por dónde ir.

The Real Good GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora