Carretera

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-Tiene que ser una broma.

-Es tu culpa -le dije a Michela quien reaccionó al instante.

-¿Mi culpa? ¿Mi culpa, Tomás? Tú fuiste el que quiso tomar ese bus.

-Era la manera más rápida de regresar después de que perdiéramos el taxi por el tipo ese.

-Te pusiste celoso -me acusó.

-¿Yo? -me mostré ofendido por su acusación -Solo estoy molesto porque perdimos el taxi y ahora llegaremos tarde.

-Que el bus se malograra no tiene nada que ver con que el taxista se fuera y nos subiéramos acá y lo sabes.

Ambos miramos por la ventana para ver como el chofer y su ayudante luchaban contra el motor intentando identificar qué había dejado de funcionar.

-Tu amigo nos echó mal de ojo u algo así.

-¿Te has dado cuenta lo ridículo que suena eso? -se mofó.

-Tú crees en esas cosas -me encogí de hombros.

-Él no hizo nada.

-Pero tú tenías que ir a saludar a tu ex y quedarte hablando con él por quince minutos así que el taxista se hartó.

-Celos.

-¿Cómo se llamaba?  

-No te lo dije.

-¿Tan feo es el nombre? -la miré sorprendido.

-¿Te vas a burlar?

-Con algo me tengo que entretener hasta que arranquemos -fingí inocencia.

-Mitchell.

-¿Es en serio? -pregunté algo incrédulo.

-Sí. ¿Y bueno?

-¿Y bueno? -repetí desconcertado.

-¿La burla?

-Burla hay en tu sonrisa.

Eso ensanchó aún más su sonrisa y no pude más que imitarla.

-Así que Mitchell... Mitchell y Michela... -reí un poco por lo bajo -¿Nadie los fastidió con eso?

-Éramos chocolate -comentó con pretendido orgullo, alzando altaneramente la cabeza y dirigiendo su mirada a la ventana.

-¿Qué hablas? -la miré algo extrañado.

-M&M's.

-¿Eran redonditos?

-Obvio, gorditos -me siguió el chiste -también éramos crujientes y dulces.

-Recuérdame nunca más comer esos chocolates -bromeé.

Ella rió un poco, pero justo cuando iba a decir algo, el cobrador subió de nuevo al bus y reclamó la atención de los pasajeros haciendo sonar el claxon.

-Damas, caballeros y demás...

-Me pregunto si estaremos en la categoría de "y demás" -me susurró Michela por lo bajo.

-Es que somos escoria -le contesté en el mismo tono.

Compartimos una mirada chispeante por una sonrisa.

-...Estamos estancados -anunció.

Unos cuantos pasajeros hicieron bulla quejándose y reclamando que esas ya eran noticias no solo conocidas sino también evidentes.

-El motor está bien... Bien malogrado.

Hubo más quejas y bulla.

-Ya, ya, solo intentaba ser gracioso y animar un poco el momento, desagradecidos -lo último lo masculló de manera que solo los que estábamos sentados en las primeras filas logramos oírlo -La cosa es que vamos a tener que esperar unas horas que mi primo llegue a su taller y nos traiga lo que necesitamos. Él se demorará algo así como una horita en llegar. No más, no se preocupen.

The Real Good GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora