Capítulo 26

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Querido Dios,

Estoy de gira con mi tropa por Estados Unidos. Estoy en el tren que nos llevará a Chicago. Miro a través de mi ventana y veo la estación en donde me bajé para ir al hogar de Pony, el lugar donde Candy creció. Estoy conmovido. Susana, quien está sentada al lado de mí, dijo algo, no pude escucharla. Me levanté para ir a mirar la estación, recuerdo cuánto nevaba aquél día, cuando tomé una carreta que me llevara hasta ahí.

Por fin llegamos a Chicago, y estoy en el techo tocando mi armónica. Susana vino a decirme que me están buscando para el ensayo. Le comenté que estaba pensando en la pobre gente que no podrá ver la función... me preguntó si esa era la razón por la que toqué mi armónica... pensaba en Candy... cuando ella me la regaló.

Justo antes de que la función comenzara, estaba en la tercera sección de butacas, la cual estaba vacía debido a que los ricos no estaban sentados muy lejos de ahí. El señor Hathaway vino a buscarme. Le pregunté por qué había solo gente rica en la función. Me respondió que nosotros éramos los actores, no los organizadores. Yo miraba hacia fuera, vi un carruaje detenerse, probablemente era alguna pareja de gente rica. Me giré y caminé hacia el escenario.

La función empezó, pero algo pasó a la mitad de la escena... sentí a alguien diciéndome que mirara hacia la tercera sección de palcos, lo hice, pero las luces me cegaron. Después de la función, como yo estaba saliendo con Susana, las admiradoras gritaban... me pareció escuchar su voz... pero no pensé que fuera ella. Arrojé algunas rosas a las admiradoras y me fui en el carruaje. Pero esa voz no me abandonaba... ¿Fue ella? En la recepción vi a Eliza y casi sentí alegría de verla, le pregunté si había regresado sola ¡La tramposa no me contestó! Susana se acercó con un pañuelo con mis iniciales; alguien lo encontró en la tercera sección. Era el pañuelo que usé como vendaje cuando ella se hirió en Escocia. ¡La tercera sección! ¡Ella estaba ahí, pude sentirla en la tercera sección! Me giré para buscar a Eliza, pero ella se había ido. Corrí buscándola a ella y a su hermano ¡No estaban en ningún lado! Corrí por las calles y encontré al elegante, Alistar y Annie, entonces les pregunté dónde estaba Candy. Me dijeron que la estaban buscando y que estudia enfermería en el hospital Santa Juana.

Prácticamente arrebaté el carruaje de una mujer que lo había detenido para ir al hospital. Llegué ahí pero ella no estaba. Solo estaba esta desagradable enfermera con anteojos que se rehusó a permitirme esperar a Candy en la sala de espera, su compañera me dijo que ella solo podía entrar al hospital por la puerta de enfrente, así que hasta ahí me dirigí para esperarla, pero fue en vano. No vino. Le dejé una nota con el jardinero para que viniera a verme al hotel antes de que me fuera de Chicago. La estuve esperando por la mañana. Ahora ella debe de haber leído ya la carta... pero no aparecía. Fui a la estación de trenes con la esperanza de verla ahí... pero fue la tramposa de Eliza la que estaba en la estación. ¿Dónde diablos estaba Candy? Fui el último en abordar el tren. Algo me decía que me quedara en la puerta. Susana me llamaba, pero yo no hice caso. Tenía que estar ahí... entonces ¡Ahí estaba ella! ¡Oh Dios Mío! ¡Era una visión para los ojos compungidos! Corría agitada hacia mí. ¡Se veía tan bella con su uniforme blanco! ¡Gritaba mi nombre! ¡Grité su nombre! ¡Yo estaba tan feliz! Ahora sabía dónde estaba, ya no estaba en Inglaterra, está en Chicago y le escribiré, ¡Sabía dónde estaba! ¡Ella estaba aquí en América! ¡Ya no en Inglaterra, ya no está en peligro y la iba a volver a ver! ¡Yo era el hombre más feliz en América! ¡Ví a Candy otra vez!

Querido DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora