Querido Dios - Parte 18

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Capítulo 18

Querido Dios

Escocia, que se suponía sería el cielo para mí, inició realmente mal. Vino la mujer que me dio a luz... en realidad no quería verla. Me puso de mal humor e inclusive me rehusé a ver a Candy, a quien yo deseaba ver por sobre todas las cosas. No quería que me viera así... pero esa mujer vino otra vez, estaba en la entrada rogándome porque la dejara entrar para que pudiéramos hablar. La corrí de la misma forma que ella me apartó de su lado, cuando fui en su busca a América... Dicen que la venganza es dulce, no lo creo, la corrí mientras que mi verdadero deseo era abrazarla y besarla.

Esa tarde, me encaminé hacia el lago y vi a Candy, desde lejos leí sus labios diciendo mi nombre. ¡Me sentí tan feliz de ver eso! Usualmente es el nombre de ese ex novio muerto el que pronuncia. Le dije que me daba gusto descubrir que también piensa en mí... yo estoy vivo, y estoy compitiendo con un pobre chico muerto. Vi que tenía un libro en sus manos, era "Romeo y Julieta". Le dije que era mío y al parecer se sorprendió de descubrir mi interés por Shakespeare. Le comenté que el teatro es un mundo de sueños donde puedes ser cualquier cosa que quieras. Estaba haciendo los ademanes y casi la tomo en mis brazos. ¡Ella me rechazó! Y por supuesto yo actué como si estuviera bromeando. Nos sentamos frente al lago en silencio y entonces dijo algo... me pareció que estaba escuchando ese nombre otra vez... pero solo dijo que estaba pensando en voz alta. Le invité a tomar una taza de té en la villa, aceptó. Al llegar a la villa vi nuevamente a esa mujer. Le pedí que se fuera, pero no se iría. Candy nos pidió que entráramos y después fue a preparar el té. Me quedé discutiendo con mi madre. Cuando Candy regresó con la charola de té nos pidió que dejáramos de discutir. Me dijo que yo amaba a mi madre y que dejara de mentir. Le mostró a mi madre el libro de Shakespeare, diciendo que tenemos los mismos intereses y la misma sangre. Agregó que a ella le gustaría tener una mamá, así que ella sabe cuán importante es la relación entre madre e hijo. Candy ha tenido buenos maestros pero no a sus padres; dijo que desearía tener una mamá y que si tuviera una, no la dejaría ir. Tenía lágrimas en sus ojos, quería alcanzarla y abrazarla, pero salió corriendo del cuarto. Deseaba ir detrás de ella, pero mi mamá me pidió que la dejara ir. Comprendí que Candy tenía razón, así que hablé con mi madre, la abracé... nos reconciliamos y fui feliz. Gracias a Candy.

Al siguiente día, después de que mi madre se fuera a América, fui a buscar a Candy. Ella me ayudó, ahora tenía que ayudarla también. Ella mencionó su nombre ayer, aunque no lo admitió en ese momento, probablemente lo hubiera hecho si yo hubiese insistido, ¡Ella es tan honesta que duele! Estaba fuera de sí esa noche que me escuchó galopando... tiene miedo a los caballos... tenía que ayudarle a superar el trauma. Me encaminé hacia el lago y la vi con sus dos amigas. Las tres usaban sombreros y se les veía muy coquetas. Le dije a Candy que deseaba hablar con ella. Sus amigas no querían dejar a Candy sola conmigo debido a mi mala reputación. Candy las reconfortó, les dijo que iría conmigo. La tomé de la mano para conducirla hasta mi yegua, Theodora. Candy estaba asustada, se rehusaba a seguirme. La obligué a que tomara un paseo conmigo... ella lloraba... casi estaba histérica... Le dije que si tenía miedo llamara a Anthony... le dije que él no volvería, que no vendría porque estaba muerto; él no volvería nunca. Le dije que debía sobreponerse a él, mirar hacia el futuro, nuestro futuro juntos... podríamos ser felices si ella quisiera... La vida sigue... yo estaba ahí para ella... Anthony nunca regresaría... se tranquilizó, se quedó meditando y finalmente detuve el caballo... Tenerla así, apoyada en mi pecho, fue uno de los más maravillosos sentimientos que he tenido. Un día antes traté de abrazarla, pero no funcionó. Esta vez ella me estaba abrazando fuerte, como si su vida dependiera de ello... Anthony se cayó de un caballo, así que tenía miedo de caer... en realidad yo odiaba el hecho de que Anthony fuera la razón por la que ella se abrazaba a mí tan firme... pero ese sentimiento me sobrepasaba; ahora ella estaba pronunciando mi nombre... no el de Anthony... eso me hizo sentir mejor. Lentamente detuve el caballo y ella se fue alejando de mí poco a poco, pero el cálido sentimiento de tenerla en mis brazos es un bello recuerdo.

Candy y yo, nos sentamos uno al lado del otro frente al lago después del paseo que tuvimos. Fue tan placentero. Yo trataba de controlar mis emociones y ella se veía tan tranquila. La brisa veraniega acarició mi cabello; cerré mis ojos y por un momento soñé que eran sus dedos los que estaban peinando mi pelo. Sentí su mirada sobre mí. Giré mi cabeza y nuestras miradas se encontraron, no sé cómo puedo estar tan seguro pero vi amor en sus ojos. Fue un momento tan maravilloso... entonces noté que su brazo estaba sangrando. Me sentí muy mal ¡Estaba herida por mi culpa! Debió haberse rasguñado con una rama durante el galope. Me miró y con una sonrisa en sus labios me dijo que estaba bien. Estaba herida pero trataba de darme consuelo. Oh Candy... No podía dejar su brazo en ese estado así que usé mi bufanda como vendaje y le expliqué que sentía mucho haber sido rudo pero que no me arrepentía. Para mi sorpresa, ella dijo que la bufanda olía bien. Aún no puedo creer que ella dijera eso, creo que no se dio cuenta que lo dijo en voz alta. Entonces empezó a hablar de mi madre. En realidad yo no deseaba hablar de eso. Sus amigos se aparecieron en botes y empezaron a saludarla. No sé qué sucedió después, pero vi a Elisa en el agua, se ahogaba y nadie hizo nada por ayudarla. Así que me lancé al lago y la saqué del agua fría. Ella se mantuvo abrazada a mí. Cuando la tenía en mis brazos no pude evitar sentir repugnancia, después de sostener a Candy en mis brazos no sé si pueda tocar a otra mujer a parte de ella, otra vez. ¡Entonces descubrí que Eliza sabe nadar! Y trató tan mal a Candy. ¡Quería abofetearla! Me invitó a ir a su villa, por supuesto que me rehusé diciendo que mi villa estaba cerca. Sin embargo, eso no la detuvo ¡Tuvo el descaro de decirme que me acompañaba a casa! ¡¿Puedes creer eso?! Traté de permanecer tranquilo y le dije que no había sirvientes en mi villa y que no tenía nada que ofrecerle. Entonces me fui. ¡Ni siquiera pude despedirme de Candy!

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