Querido Dios - Parte 23

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Capítulo 23

Querido Dios

No sé por dónde comenzar... es casi la media noche y estoy en la cubierta de un barco viajando hacia New York. Tuve que dejarla. No sé lo que me espera ahí pero donde quiera que vaya siempre oraré por su felicidad.

Un día después a la trampa de Eliza, me sentía muy desesperado, no sabía qué hacer para salvar a Candy. Fui a hablar con el Duque de Grandchester, le supliqué que hiciera algo para salvarla pero no quiso escucharme. Inclusive lo llamé padre, traté de esconder mi rencor, traté de ser tan amable como pude, estaba decidido a hacer cualquier cosa que él me pidiera pero no quiso escucharme. Decidí resolverlo todo a mi manera. Regresé a la escuela y encontré a Eliza con sus amigas. Me miraba a la cara con felicidad, no sé que esperaba de mí después de lo que le hizo a Candy, a mí... a nosotros. Había un montón de cosas que pude haberle dicho, muchos sobrenombres para llamarla pero no sé si habrían sido suficientes para expresarle lo que sentía. Hice lo único que quería hacer tan pronto viera su cara, escupí sobre ella. Sin embargo, aún este arrebato no fue suficiente para expresar mis desprecio por ella, mi repugnancia... pero ella no era digna de mi tiempo. Me fui.

Fui a hablar con la hermana Grey, le dije que deseaba ser expulsado en lugar de Candy. Al principio no quería aceptar el trato porque temía la reacción del Duque, pero le expliqué que había renunciado al apellido Grandchester. Sí, esa era la verdad, renuncié a su nombre, puede hacer lo que quiera con él, no me importa, ya no soy su hijo.

Tras la charla con la hermana Grey me dirigí a la Colina de Pony de Candy. Pensé en ella... estuve ahí para revivir nuestros recuerdos. Fue la única forma que tuve de despedirme. No podía enfrentarla; sabía cuán difícil sería dejarla si volvía a verla una vez más. No quería que ella se enterara que me iba para salvarla. Después me fui a despedir de Archie y Stear... qué lástima, sentí como si pudiéramos ser amigos, pero es demasiado tarde. Regresé a mi cuarto, escribí una carta para Candy. Quería escribir muchas cosas; quería que ella supiera de mi amor pero no pude... y abandoné el Real Colegio San Pablo para siempre. Sentí que mi juventud y mi amor llegaban a su fin... sé que las cosas nunca serán iguales.

El llegar al puerto, conocí a un chico llamado Cookie... me encantaría hablarle de él a Candy. Cenamos juntos. Él quería mi armónica. Por supuesto que no se la di. No quiero que nadie toque el lugar en que los labios de Candy se han posado. Oh Candy... ¿Alguna vez tendré la oportunidad de sentir tus labios sobre los míos nuevamente?

Tras comprar una armónica para Cookie y enseñarle mi melodía, tomé el barco esa noche. ¡Al momento de entrar a mi camarote me pareció escucharla gritando mi nombre! Pero tuvo que ser mi imaginación... creo que empecé a extrañarla desde el momento en que puse el primer pie fuera de los límites del colegio. Dios, cómo la extraño... ¿La volveré a ver? ¿Y cómo sobreviviré de no ser así? Dios por favor ayúdame... por favor...

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